Fernando Muñoz Montesinos: “La prevención del consumo de pornografía comienza desde la infancia”

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Fernando Muñoz Montesinos: “La prevención del consumo de pornografía comienza desde la infancia”
Fernando Muñoz Montesinos

El último informe del Centro Reina Sofía revela que el 62,5% de los jóvenes de entre 16 y 29 años consume pornografía con cierta regularidad. Un 12,6% lo hace a diario. Las cifras son aun más alarmantes cuando se analiza la edad media a la que los menores acceden a estos contenidos por primera vez: según varios estudios, este primer contacto se sitúa en torno a los 8 años.

Fernando Muñoz Montesinos, psicólogo especializado en educación afectivo-sexual y terapeuta en Dale Una Vuelta, una asociación que busca concienciar sobre los efectos del porno, nos explica las consecuencias que tiene el consumo de estos contenidos a nivel individual y social. En su opinión, la era digital no puede ser una excusa para resignarse ante este problema. Existen formas de prevenir el consumo de la pornografía, empezando por la educación.

¿Qué piensas de la campaña “Vamos a hablar de pornografía” impulsada en octubre por el Gobierno?

– Esta iniciativa es el resultado de muchos años insistiendo en la necesidad de tomar conciencia. Todo lo que sea proteger a los menores es muy positivo, sobre todo para que el problema de la pornografía tenga visibilidad y presencia en el debate social.

El año pasado Dale una Vuelta, en colaboración con el Parlamento Europeo, creó la campaña “Generación XXX” para exigir un control eficaz contra el acceso de los menores a estos contenidos. A raíz de esta campaña logramos que el Gobierno creara un grupo de 50 expertos para desarrollar nuevas medidas.

Hay un empuje a nivel social que se está viendo, pero queda mucho por hacer. Es necesario seguir concienciando.

Del tabú a la banalización

– ¿Quizás esta campaña sea un intento –aunque no se diga como tal– de paliar los efectos de la hipersexualización de la cultura?

– Para acabar con el tabú de la sexualidad se ha promovido durante mucho tiempo una mayor “libertad sexual”. Aunque es positivo hablar de sexualidad abiertamente, la libertad total sin normas ha llevado a una hipersexualización en medios, cine, series, redes sociales o incluso en los anuncios de las marquesinas. La libertad lleva implícita una responsabilidad, pero hoy día falta esa responsabilidad.

“La sexualidad está hecha para darse”

La OMS define la sexualidad con todas sus dimensiones. La sexualidad pasa por la biología, pero también entraña la dimensión afectiva y espiritual de la persona. Se vive en relación y eso implica un vínculo. Lo mismo que cuando le doy un abrazo a mi hermano o a mi madre. En las expresiones de afecto entra en juego nuestra intimidad más profunda. Hoy en día el foco está centrado en el yo, pero la sexualidad está hecha para darse.

– ¿Cree que el reggaetón influye en nuestra forma de entender la sexualidad?

– Hay veces que no somos conscientes de ello. Hay niños de primero o segundo de primaria que lo escuchan en el coche con sus padres y luego lo cantan sin darse cuenta de lo que significa.

Una cosa que escuchas continuamente tiendes a normalizarla. El cerebro funciona así, te habitúas a escuchar una canción que está hablando de violencia e incluso la bailas con amigos en una fiesta y la asocias a diversión. Todo lo que vemos, escuchamos o leemos, influye mucho en nuestra manera de entender la sexualidad.

No hay porno inocuo

– Muchos asocian las agresiones sexuales a los efectos de la pornografía

– Nueve de cada diez vídeos pornográficos muestran actos violentos, así que la probabilidad de encontrarte violencia en un vídeo pornográfico es muy alta. A nivel cerebral se hace una conexión entre el placer y la violencia. Yo tengo pacientes que están en contra de la violencia, pero, a la hora de tener relaciones, les sale solo aplicarla. Y claro, ahí viene el sufrimiento.

Hay un estudio que concluyó que las mujeres que leyeron o vieron las películas de Cincuenta sombras de Grey eran más propensas a sufrir violencia sexual mediando su consentimiento.

Nosotros siempre decimos que el sexo aporta y el porno aparta. Y, efectivamente, sabemos que el consumo de pornografía afecta a las neuronas espejo, relacionadas con la empatía. Ver estos contenidos hace disminuir nuestra capacidad de conectar con la otra persona. Y eso puede llevar a replicar lo que se ha visto.

– ¿Crees que el feminismo ha abordado el problema de la pornografía con suficiente contundencia?

– La pornografía ha querido llegar al público que le quedaba, que eran las mujeres, a través de libros o plataformas como Only Fans. Lo peor de todo es que se habla de “porno feminista”.  En muchos contenidos pornográficos hay actitudes de “semi-esclavitud”, o incluso cercanas a la prostitución. Añadir esclava sexual a feminismo no tiene ningún sentido. Desgraciadamente, el consumo de pornografía en mujeres ha aumentado considerablemente en los últimos años.

– La edad media en la que se accede al porno por primera vez (a los 8 años) resulta bastante alarmante

– La media significa que hay niños que acceden por encima y por debajo de esa edad, así que sí, es un dato llamativo. El acceso a edad temprana suele ser accidental. No es lo mismo buscarlo que encontrarlo. Tenemos que saber que detrás de estos contenidos hay una industria muy poderosa que busca ganar dinero, enganchar a la gente.

Los más vulnerables son los niños. Hoy más que nunca, la pornografía viene a verlos. Se la encuentran en su entorno, con amigos, en internet o en redes sociales. Todos mis pacientes se acuerdan de la primera vez que vieron pornografía. Es un recuerdo que se les queda grabado. Un niño no está preparado para asimilar el contenido que hay en esos vídeos. Su cerebro es como una masa de arcilla, la huella que deja es mucho más profunda que la que deja en un adulto.

“Es necesario seguir concienciando. Hay un empuje a nivel social que se está viendo, pero queda mucho por hacer”

Educar tempranamente

– ¿Cómo deberían educar los padres en este asunto sin fomentar una visión prohibitiva de las tecnologías?

– Las tecnologías no son malas en sí mismas, pero como cualquier herramienta, hay que saber utilizarlas. A un niño de 5 años no le das un cuchillo porque no sabe cómo utilizarlo y seguramente se vaya a cortar. Con el móvil pasa lo mismo, es necesario acompañarlos en sus primeros pasos. Cuanto más tarde se de el móvil, mejor. Existen alternativas más limitadas, como teléfonos que solo permiten llamadas o mensajes, y filtros que bloquean contenido inapropiado.

Cuando a un niño le das un móvil, se siente adulto y busca que le traten como tal. Suelo animar a los padres a que acuerden con sus hijos una serie de requisitos. Se trata de un diálogo, no una imposición. Hay que dejar que los niños también tengan la iniciativa y que entiendan las razones detrás de ese “contrato”. Tampoco hay que ocultarles nada. La pornografía va a conseguir encontrarles, hay que asumir esto, pero la educación preventiva es muy importante.  Si no tienen ese apoyo, acuden a Internet. Según una encuesta, el 40% de los adolescentes consume por curiosidad, y en torno al 25% por aprender sobre sexo.

Los padres tienen un papel indispensable. Es una conversación que les da vergüenza y por eso es importante tratar estos temas desde el cariño, con intención de ayudarles. No se trata de tener una charla, sino que sea algo de lo que se pueda hablar en el día a día. Como se habla de fútbol o política.

– Desde su experiencia, ¿en qué momento una persona siente que la pornografía le está afectando y decide acudir a un terapeuta?

– Cada persona tiene su momento. Tratamos a pacientes que tienen diagnósticos de conductas compulsivas y pacientes que no tienen un problema grave con la pornografía. En el momento en que una persona sufre, desde el ámbito que sea, necesita ayuda.

La mayoría llegan después de haber intentado todo, de haberse convencido a sí mismos de que tenían el control, pero tras varias recaídas se dan cuenta de que no pueden. Porque hay que tener una cosa clara: a la pornografía se entra solo, pero se sale de ella acompañado.

No hay pornografía sin consecuencias. Hay personas que me han llegado a la consulta porque “no funcionan en la cama”. Van al médico y están bien de salud, pero su sistema de recompensa se ha modificado y no sienten nada.  Te hablo de personas jóvenes, de 20-25 años.

– ¿Qué impacto tiene en las relaciones de pareja?

– Este es un tema muy importante. En nuestra página web hay un apartado dedicado a esto; se llama “Nosotras”, y está dirigido a las parejas de los adictos. Hablo de mujeres porque los datos no engañan y son las que más sufren los efectos de la pornografía en sus parejas. Sienten que no valen, que no son suficientes para ellos. Muchos prefieren consumir pornografía a tener relaciones sexuales. En ocasiones lo ocultan, y cuando ellas se dan cuenta, se sienten engañadas. Acompañar a estas personas es muy importante.

“No hay pornografía sin consecuencias”

Ser realistas para salir de la adicción

– ¿Se pueden borrar totalmente los efectos que tiene el consumo de pornografía?

– Como norma general, las consecuencias son reversibles, aunque depende de cada caso. Nosotros siempre decimos que, como en cualquier otra adicción, siempre se es adicto. No en el sentido negativo, sino en el de ser realistas con uno mismo y saber que una persona que ha consumido siempre va a ser más sensible.

El cerebro se sensibiliza a este tipo de contenidos, se generan rutas neuronales que predisponen a seguir consumiendo. Cuánto más se consume, más se refuerza esa ruta neuronal. Cuando una persona se desengancha, esa ruta se va debilitando. Pero claro, existe una “huella” que siempre va a estar ahí de alguna manera. Después de una adicción hay que ser honestos con cada uno, conocerse bien y saber que se puede recaer.

– ¿Qué mensaje manda a las familias?

– Que se formen, que pregunten. Desde nuestra página web ofrecemos muchos artículos, coloquios, testimonios…También los animo a que no tengan miedo a hablar de sexualidad con sus hijos. La prevención del consumo de pornografía comienza desde la infancia, con algo tan sencillo como poner nombre a las partes del cuerpo.

También es importante trabajar las emociones. Muchos de los pacientes que tengo utilizan la pornografía para evadirse de estados emocionales negativos (estrés, aburrimiento…) Por eso hay que saber poner nombre a las emociones desde pequeño, comprenderlas y aprender a gestionarlas.

Reforzar la autoestima es muy importante. Debemos cuidar lo que decimos, porque si a un niño le dices que detrás del arco iris hay un cofre con oro y monedas, se lo cree. Si le dices que no vale nada, también se lo va a creer. Hay que utilizar esto a nuestro favor. Generarles una autoestima sana, buena y realista. Que sientan que ellos pueden ser mejores cada día.

Ya hay organismos que están concienciando sobre las consecuencias del porno. Organizaciones como Dale una Vuelta ponen el foco en la sexualidad sana. Porque el sexo está para disfrutarlo, para vivirlo plenamente, es algo muy bello, muy potente. El sexo no es la búsqueda egoísta de uno mismo, es algo que se vive en relación y que refuerza siempre ese vínculo que nos une a la otra persona. Ya es hora de devolverle el valor que tiene.

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