Las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos parecen más una competición entre personalidades que entre programas. Sin embargo, según quién gane, la nueva Administración aplicará políticas muy distintas, en especial en algunos ámbitos de gran relevancia: inmigración, aborto, impuestos, comercio internacional y relaciones exteriores.
Conviene recordar, por otra parte, que el vencedor tendrá mayor o menor margen de maniobra para aplicar sus políticas, según los resultados de las elecciones legislativas que se celebrarán también el 5 de noviembre. El presidente de Estados Unidos goza de amplios poderes ejecutivos, pero no puede decidir todo por decreto, y para lo que requiere una ley, necesita que el Congreso la elabore y la apruebe. Está claro que tendrá más posibilidades de éxito si la mayoría parlamentaria es de su mismo partido.
Pues bien, esta vez el veredicto de las urnas es muy incierto. Así como la media de los sondeos no da ventaja clara ni para Kamala Harris ni para Donald Trump, tampoco se puede prever cómo quedará el Congreso. En el Senado, parece lo más probable que los republicanos obtengan la mayoría por un solo escaño (51 contra 49); en la Cámara de Representantes puede ocurrir lo mismo, solo que a favor de los demócratas.
[13-01-2025: Tras el recuento final, el Congreso se inauguró el 3-01-2025 con mayoría republicana por dos escaños en ambas cámaras: 52 en el Senado y 219 en la de Representantes (con un escaño vacante en cada una).]
Hechas estas salvedades, se puede examinar lo que cada candidato a la presidencia hará –o intentará– si gana.
Inmigración
Es un tema que la mayoría de los electores consideran muy importante: el 61%, según el Pew Research Center, más aún en el caso de los republicanos (82%).
Trump, célebre por prometer en la campaña de 2016 y comenzar a construir durante su presidencia un muro a lo largo de la frontera con México, ha endurecido aún más su discurso, que tiene bastante eco. De hecho, la opinión favorable al muro ha subido en los dos últimos años entre los electores demócratas, concretamente del 20% al 32%. Harris, sintiendo adónde sopla el viento de la opinión pública, ha virado hacia las posiciones de su rival. Pero las diferencias entre los dos siguen siendo grandes.
Trump propone, entre otras medidas:
- Completar la construcción del muro sur hasta cubrir los 3.145 km de frontera; para eso necesitaría una ley del Congreso.
- Deportaciones masivas de inmigrantes irregulares (que son en total unos 11 millones, según el Departamento del Interior).
- Bajar el número máximo de refugiados que se admiten cada año.
Harris propone:
- Endurecer las condiciones para pedir asilo en la frontera.
- Proteger contra la deportación a inmigrantes irregulares con años de presencia en el país.
- Abrir vías legales para la entrada de inmigrantes.
- Resucitar el proyecto de una ley bipartidista que actualice la política migratoria, cosa que el Congreso no hace desde 1990. Trump se opone explícitamente a esta idea.
Aborto
Desde que en 2022 el Tribunal Supremo revocó Roe v. Wade, la sentencia de 1973 que obligó a legalizar el aborto en todo el país, el asunto volvió a quedar en manos de los estados. Aquellos que llevaban años intentando restricciones progresivas, compatibles con Roe, han prohibido el aborto o lo han limitado en gran medida. En el otro extremo, algunos de los que no ponían casi condiciones han ido más lejos aún, especialmente cuatro que han incluido en sus constituciones el derecho al aborto.
Actualmente, el aborto es legal en cualquier momento del embarazo en 20 estados; hasta un punto intermedio, en 10; y casi en ningún caso o solo durante las primeras semanas, en los 20 restantes.
Harris quiere una ley nacional para garantizar el aborto en todo el país, y Trump no ha anunciado medidas concretas sobre el aborto
La sentencia Dobbs, que anuló Roe, causó una viva reacción en el campo abortista, y los demócratas la han usado para movilizar a su base electoral. Harris es una firme partidaria de restablecer el aborto como estaba hasta 2022, y para ello defiende definirlo como derecho para todo el país mediante una ley del Congreso, cosa que resulta muy difícil. El reglamento del Senado prevé que la minoría puede impedir la votación de un proyecto, y para romper el bloqueo hace falta que lo pidan 60 senadores sobre 100, mayoría que ningún partido ha tenido desde 1977. Harris quiere que se elimine esa regla, pero nunca se hace porque la reforma del reglamento también puede ser objeto de bloqueo, y a ningún partido le interesa cuando está en minoría.
Por otro lado, se discute si una ley nacional del aborto no estaría expuesta a un recurso ante los tribunales, por invasión de competencias propias de los estados, concretamente en materia sanitaria.
Trump se atribuye el título de “presidente más provida de la historia” y, en efecto, la mayoría del Supremo que revocó Roe se debe a sus nombramientos. Pero en la actual campaña no ha anunciado medidas concretas sobre el aborto. En general, su postura es dejar hacer a los estados, y ha oscilado un tanto en sus opiniones personales.
Su candidato a vicepresidente, J.D. Vance, afirmó que Trump vetaría una prohibición nacional del aborto (no menos improbable que la ley contraria), pero Trump negó haber dicho tal cosa, sin aclarar si vetaría tal ley o no. En otra ocasión, Trump declaró que la ley del aborto en Florida, que solo lo permite hasta la sexta semana, le parecía demasiado restrictiva, y que votaría a favor de anularla en el próximo referéndum estatal. Con esto causó gran revuelo entre sus partidarios provida, y se desdijo enseguida. También ha expresado sucesivamente posturas distintas con respecto al acceso a la píldora abortiva.
En la práctica, las votaciones decisivas sobre el aborto no serán las presidenciales ni las de congresistas, sino diez referendos estatales que tendrán lugar el mismo día. En ellos se someterán a consulta sendas propuestas de reconocerlo como derecho en las respectivas constituciones. El caso especial es Nebraska, donde se presentan dos enmiendas constitucionales opuestas: una para incluir el aborto y otra para excluirlo. Como son incompatibles, se adoptará la que reciba más votos a favor.
Impuestos
Tanto Harris como Trump prometen recortes de impuestos; la diferencia es cuánto y para quiénes. En ambos casos, las propuestas harán que aumente el déficit federal, si bien mucho más las de Trump (10 billones de dólares adicionales a lo largo de diez años, según la estimación del Bipartisan Policy Center) que las de Harris (2 billones de dólares).
Habrá que ver hasta dónde podrá llegar quien gane las elecciones, porque en esta materia hay pocas cosas que se pueden hacer sin el Congreso. De momento, siguen vigentes por un año más las rebajas fiscales de la conocida como Tax Cuts and Jobs Act (TCJA), alentada por Trump y aprobada al principio de su mandato, en 2017. Él y Harris quieren que el Congreso renueve algunas medidas de la esa ley, deje expirar otras e introduzca algunas nuevas. Estas son las principales coincidencias y diferencias entre los dos:
- Impuesto de sociedades, reducido por la TCJA del 35% al 21%: Trump quiere bajarlo al 15% para las empresas que tengan sus centros de producción en el país y al 20% para las demás; Harris, subirlo al 28%.
- Deducciones por hijos, que la TCJA duplicó de 1.000 a 2.000 dólares: Harris propone subirla a 6.000 dólares durante el primer año después del nacimiento y a 3.600 dólares en los siguientes; Trump la elevaría a 5.000 dólares para todas las familias, sin distinción.
- Tasas reducidas del impuesto sobre la renta: los dos pretenden perpetuar los recortes aplicados por la TCJA, pero Harris solo para los que ganen 400.000 dólares anuales como máximo.
Harris plantea además otras ventajas fiscales para empresas de nueva creación y para quienes compran casa por primera vez. Por otro lado, quiere subir el impuesto sobre los ingresos financieros, que afecta a las grandes empresas, y crear uno nuevo para los ricos: un 25% sobre las rentas superiores a 100 millones de dólares.
Comercio internacional
Los dos candidatos se inclinan al proteccionismo, sobre todo Trump. Ya cuando fue presidente impuso aranceles: primero a lavadoras y paneles solares, luego al aluminio y al acero europeos, y finalmente, a productos chinos. Ahora pretende implantar una tasa general del 10% a todas las importaciones, y una muy superior –hasta el 60%– a las de China, a la que amenaza con quitarle el estatuto de nación más favorecida. También anuncia que restaurará los aranceles al aluminio y al acero de la UE, que quedaron sin efecto merced a negociaciones posteriores.
Harris replica que todo eso supondrá una subida de precios que costará unos 4.000 dólares al año para el consumidor medio. Pero ella también tiene sus propuestas proteccionistas: dar subsidios a la industria nacional y seguir castigando a China (como Joe Biden, que ha establecido aranceles a los semiconductores y a los coches eléctricos de aquel país).
Harris y Trump coinciden en considerar a China como el rival más peligroso
Tales políticas, aparte de las repercusiones económicas que tendría en Estados Unidos y en el exterior, y del peligro que supondrían para la continuidad de la Organización Mundial del Comercio, revisten una importancia particular dentro del programa de Trump. El expresidente cuenta con los futuros aranceles para financiar sus recortes de impuestos. En efecto, si Estados Unidos viene importando anualmente productos por valor de unos 3 billones de dólares, un arancel universal del 10% reportaría al Tesoro otro tanto en 10 años: justo lo que se estima que perdería por las rebajas fiscales. Pero las cuentas no son tan simples, pues las represalias de otros países erosionarían la base impositiva al perjudicar a los exportadores nacionales.
Ahora bien, hay que reconocer que este nuevo proteccionismo no es exclusivo de Estados Unidos. En todo Occidente se están poniendo barreras comerciales.
Política exterior
Este es uno de los temas en que los candidatos han concretado menos. En términos generales, cabe decir que Trump es bastante aislacionista, y Harris es más intervencionista. Pero es necesario matizar.
No fue Trump, sino su sucesor Biden, quien consumó la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán. Trump se salió del acuerdo nuclear con Irán, pero medió entre Israel, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos para que firmaran los llamados Acuerdos de Abraham.
En la campaña electoral de este año, Trump se ha manifestado partidario de reducir la ayuda económica y militar a Ucrania, mientras que Harris asegura que la mantendrá todo el tiempo que haga falta.
Trump apoya incondicionalmente a Israel y manifiesta muy poco interés por la causa palestina. Harris presionaría a Israel para que ponga fin a la guerra en Gaza y se ha manifestado a favor de la solución de los dos Estados, pero no tiene un plan para alcanzarla. Los dos coinciden en que no quieren atacar a Irán y pedirían contención a Israel para evitar la escalada.
Otro punto de acuerdo entre Harris y Trump es que consideran a China el rival más peligroso. Además de imponer aranceles, ambos mantendrían las restricciones a la exportación de tecnología a aquel país. Lo que más temen es que Pekín aumente el acoso a Taiwán y acabe por atacarlo. Supondría un grave peligro para el mundo entero.