DANA: lo prioritario, cuidar a las víctimas

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Voluntarios limpian los estragos ocasionados por la DANA, a 3 de noviembre de 2024, en Paiporta (Valencia) (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)

Aunque la gresca política ocupe titulares y llene horas de tertulias, los protagonistas de la DANA, el temporal que ha segado centenares de vidas y ha provocado innumerables daños materiales en la Comunidad de Valencia, son las víctimas. Y la gran pregunta en estos momentos es ¿cómo se puede poner el foco en quién, en unos minutos, lo ha perdido todo?

El martes 29 de octubre, a las 18:30 de la tarde aproximadamente, y a causa de una DANA (depresión aislada en niveles altos) que provocó lluvias de hasta 500 litros por metro cuadrado, el barranco del Poyo se desbordó inundando algunos municipios del área metropolitana de Valencia. Localidades como Paiporta, Torrent, Picanya, Benetússer, Sedaví, Massanassa o Catarroja (más Letur, en la vecina Castilla-La Mancha) se han hecho tristemente protagonistas. Son lugares casi fantasmas, anegados en el barro y que lloran a un gran número de víctimas mortales, más de 200 hasta ahora.

El buen hacer político no se improvisa y esta tragedia no ha borrado el ambiente de crispación que sufre España desde hace años. Excepto honradas excepciones, la administración central y la autonómica –gobernadas por partidos opuestos– no han sido capaces de evitar reproches y ajustes de cuentas.

Voluntarios

Pero por encima de esto, sí ha destacado el papel de muchos ciudadanos que, por su cuenta o agrupados, se han centrado en lo importante: ayudar a las víctimas.

Todos hemos visto las escenas estos días: miles de voluntarios que, pala en mano, recorrían kilómetros a pie para quitar el barro o ayudar en lo que hiciera falta.

María Zavala, residente de la ciudad de Valencia que ha pasado los últimos días ayudando en la zona baja de Paiporta, describe la ola de solidaridad que ha empujado a muchas personas a aportar su granito de arena: “Los valencianos son personas muy solidarias y aman mucho a su tierra. Llamaba la atención ver que los jóvenes que ayudaban eran de todo tipo de ideología política y de creencias. Había algunos grupos organizados por fallas o incluso grupos políticos que iban sin siglas, como el Frente Obrero. Pero también las comunidades de vecinos se han ido organizando por grupos pequeños o de modo individual: uno cogía a sus amigos y se iba para allá”.

Lógicamente, además de ese voluntariado espontáneo, ha sido clave la acción de las ONG, especialmente las que ya operaban en Valencia.

“En la primera fase, que fue cuando ocurrió todo, nos pusimos en contacto con la plataforma valenciana de ONG que coordina el voluntariado a través de la Generalitat”, explica Gema Martínez, directora de la Fundación ESYCU. “Este fin de semana, como se ha visto, en la Ciudad de las Ciencias y las Artes se congregaron miles de voluntarios y fueron saliendo autobuses para ir a las zonas afectadas a colaborar en lo que hiciera falta. Otros estuvieron en los puntos de acogida de donaciones. Hay que decir que la gente joven ha estado –y está– a tope. Los universitarios, que no tienen clase, están ayudando muchísimo”, señala.

“En una segunda instancia, ahora llega el momento de activar proyectos de largo recorrido porque la reconstrucción no va a ser fácil. En nuestro caso, hemos iniciado un programa ‘Unidos por la DANA, familias que cuidan a familias’, y el objetivo es ir viendo –a través de los servicios sociales o los párrocos de las localidades que conocen la situación real– las necesidades concretas y que haya otras familias que colaboren directamente con los damnificados”, asegura.

Dificultades de coordinación

Frente a las críticas de algunos que han denunciado la falta de eficacia del abultado número de voluntarios, Martínez señala que “es verdad que, lógicamente, este primer fin de semana ha habido demasiados voluntarios y eso es difícil de coordinar; pero lo contrario, que hubiera cero voluntarios, sí que sería horrible”.

“Sin estos voluntarios, a día de hoy, habría zonas en las que no habría pasado ningún efectivo de nada”, asegura María Zavala.

“No es que las fuerzas del Estado no estén actuando: están haciendo una labor espectacular, pero no pueden abarcar toda la comarca”, asegura Marta (nombre ficticio), hermana de una afectada por la DANA que se está coordinando con otros jóvenes para hacer llegar ayuda a Valencia.

“En este tipo de catástrofes es fundamental el acompañamiento a las víctimas, y lo primero es estar con ellas, acompañarlas y escucharlas” (Luis Gutiérrez Rojas, psiquiatra)

“Las fuerzas se han centrado en recuperar cuerpos, pero hay personas que tienen su bajo inundado, a un familiar en casa con neumonía que no han podido sacar, que tienen una tía en el quinto piso que no ha podido salir o que están pasando hambre. A esas personas está llegando solo la ayuda particular”, explica.

Ola de solidaridad

La ola de solidaridad y el apoyo de los voluntarios es clave no solo en el aspecto material, sino en la ayuda a las víctimas desde el punto de vista psicológico. “En este tipo de catástrofes es fundamental el acompañamiento a las víctimas –señala el psiquiatra Luis Gutiérrez Rojas–, y lo primero es estar con ellas, acompañarlas y escucharlas. Lo que necesitan es consuelo y compañía, no que les demos un pack de consejos o una solución, que además muchas veces no existe. Las víctimas, muchas veces, se sienten solas. Por eso, aunque desde el punto de vista material la ayuda que puede prestar un voluntario con un cepillo quitando lodo es muy pequeña, desde el punto de vista psicológico vale mucho”.

Al hablar del acompañamiento a las víctimas, Gutiérrez Rojas afirma que, después de este primer momento de escuchar y acompañar, es importante trabajar la relación de las víctimas con el causante del dolor. Y, en este caso, es muy diferente si el agresor es una persona –como en el caso de un atentado terrorista– o si, como en este caso, es un imponderable. “Cuando sufrimos, siempre hay un mecanismo psicológico de buscar culpables y que ese culpable pague. Pero hay que tener en cuenta que, en situaciones como esta, y al margen de responsabilidades, si has perdido a un ser querido por una catástrofe, nada te lo va a devolver. La única solución sería detener el tiempo y no es posible. Esto no quita la importancia de resarcir materialmente a las víctimas y, en el caso de que la víctima haya sufrido una agresión, que caiga todo el peso de la ley sobre el agresor”, señala el psiquiatra.

La tendencia a buscar culpables

También desde esta perspectiva, aporta mucho la visión de Antonio Villareal, periodista especializado en ciencia, que en su blog ha publicado un largo artículo en el que refleja muy bien el ambiente periodístico y político de estos días y explica cómo al ciudadano actual le cuesta mucho manejar la incertidumbre y aceptar que, sobre todo cuando se trata de catástrofes naturales, siempre hay un factor de inevitabilidad.

“Es normal en nuestra especie, puede que incluso sea uno de los secretos de nuestro éxito adaptativo, pero se nos da muy mal manejar la incertidumbre. Aún hoy, varios días después de las lluvias torrenciales, la panorámica general es que tuvo que haber algún fallo, una causa para esta devastadora consecuencia. La gota fría tuvo que encontrar un resquicio por donde colarse y sembrar la destrucción. Lo contrario sería aceptar que vivimos en un planeta regido por fuerzas que se mueven a una escala mucho mayor que la humana y cuya complejidad nos resulta inaprensible, de ahí la imposibilidad de predecirlo el 100% de las veces”, señala.

Y el problema de este no aceptar esta incertidumbre es que terminamos fijándonos más en los posibles culpables –que además en estos casos nunca lo serán de una manera absoluta– que en los damnificados. “Siempre me sorprende quien, aun recuperándose del estupor de la noticia inicial, es capaz de buscar con los ojos al enemigo mucho antes que a la víctima. Lo importante en un político no es qué hace o dice en una crisis, sino qué pasa después”, concluye Villareal.

Desde el comienzo la tragedia, las diócesis se pusieron en manos de los ayuntamientos para ayudar en todo lo que hiciera falta y se han convertido en puntos desde los que salen ayuda material y voluntarios

Es la razón por la que se ha alabado en España la actuación de Óscar Puente, un ministro más conocido hasta ahora por sus arremetidas políticas y sus tuits incendiarios y que ha decidido cambiar radicalmente su comunicación en esta crisis utilizando la red social para ir contando las acciones que se están realizando desde su Ministerio para reactivar las comunicaciones en Valencia.

“Soy beligerante –declaraba Puente a la periodista Ana Pastor–, pero me he propuesto centrarme en lo que necesita Valencia. Los políticos tenemos que hacer una llamada a la coordinación y habrá tiempo de repasar errores. Aparquemos la confrontación y dediquémonos exclusivamente a lo que la gente necesita”.

Encontrar un sentido

Por último, además de acompañar a las víctimas y resarcirlas, llega un tercer paso, quizás el más difícil: ayudarles a tratar de encontrar un sentido a todo lo que les ha ocurrido.

“La gran pregunta de la víctima es ¿por qué?: ¿por qué me ha pasado a mí? –explica Gutiérrez Rojas–, y es una pregunta que no tiene respuesta o, mejor dicho, las respuestas entran en otro plano. Son respuestas más trascendentes, porque en el fondo, el interrogante es sobre el sentido del dolor, del mal, del sufrimiento”.

Gutiérrez Rojas concluye que el cristianismo responde bien a este tipo de preguntas y que otras corrientes filosóficas ideológicas también intentan resolverlas.

Uno de los que se va a enfrentar a esos duros interrogantes desde la trascendencia es D. Paco Román, arcipreste de Torrevieja, que contesta al teléfono desde una furgoneta camino a Paiporta cargada de botas de agua, guantes, lejía, escobas y fregonas.

Parroquia de San Jorge, en Paiporta

El sacerdote cuenta que, desde que dio comienzo la tragedia, las diócesis se pusieron en manos de los ayuntamientos para ayudar en todo lo que hiciera falta y se han convertido en puntos desde los que salen ayuda material y voluntarios. No fue hasta ayer que consiguió contactar con D. Salvador, párroco de Paiporta, que pasa sus días entre el barro y sin apenas cobertura. De párroco a párroco, D. Salvador le transmitió las necesidades al arcipreste de Torrevieja y dos furgonetas salieron rumbo a Paiporta con todo lo necesario.

Pero, además de las urgencias materiales, D. Paco Román sabe que se va a encontrar con otras necesidades casi más difíciles de solventar: las de encontrar una respuesta a la tragedia.

“Providencialmente, desde la diócesis de Orihuela-Alicante teníamos organizadas unas jornadas de duelo este viernes y sábado para implementar en las comunidades parroquiales este acompañamiento de la manera más profesional posible y siempre con una mirada desde la fe”, explica D. Paco Román.

El sacerdote no niega la complejidad del escenario: “Estamos ante una realidad muy complicada donde hay que atender las necesidades materiales y, lo prioritario, el duelo de la pérdida de seres queridos. Pero también la pérdida del hogar, del trabajo, de una vida entera”.

“Encontrar el sentido es posible porque lo que está en el núcleo de nuestro Evangelio es la victoria sobre la muerte. Esto hay que comunicarlo de una forma muy suave, estando al lado y desde la empatía”, concluye. “No es cuestión de decir cosas bonitas, sino de mantenerse al lado de la persona desesperada que te pregunta por qué”.

Y en ese mantenerse al lado está la clave para D. Paco Román, que sabe que estos procesos requieren de mucho tiempo y asegura que la Iglesia estará allí cuando pasen los meses para seguir atendiendo las necesidades materiales y de consuelo.

Parroquia de San Jorge, en Paiporta

Sabe mucho de esta cercanía también D. Gustavo Marcelo Riveiro, párroco de San Jorge, una de las iglesias de Paiporta. A pesar de los días de trasiego, ha querido contestar a nuestras preguntas, agradeciendo el interés “muchas gracias por preguntarnos y preocuparos por nosotros”, nos dice D. Gustavo que se conmueve contando el trabajo de tantos voluntarios. “La parroquia ha quedado devastada, luego os envío unas fotos y lo comprobáis vosotros mismos, pero gracias a la ayuda de muchos jóvenes que han sido heroicos y han estado horas achicando agua con un cubo vamos a poder retomar la actividad. Cuando hace unas horas hemos visto el suelo de la parroquia casi nos ponemos a llorar”.

D. Gustavo señala que las primeras acciones han sido ayudar en lo material –porque aquí hay mucha gente que lo ha perdido todo- y tratar de conectar con los desaparecidos. “En una catástrofe así y en una sociedad hiperconectada, no saber si los tuyos están bien es una agonía”, sentencia.

Después de estos primeros momentos, toca ayudar también en la dimensión espiritual. “La recuperación va a ser larga y hay muchas heridas, mucho dolor y mucho enojo”. Pero se muestra optimista: “Pienso que todo ese dolor es también una oportunidad de renacimiento espiritual y también social”.

Al otro lado del teléfono, se escucha a un feligrés que le reclama. Nos despedimos. Pero antes nos quiere dar una noticia. “Durante estos días no hemos podido tener culto, ni Misa el domingo, ni los santos, ni los difuntos, ni nada, pero mañana a las 17:00 –justo cuando se cumple una semana de la DANA– celebraremos una Misa. Será un símbolo de un empezar de nuevo”.

2 Comentarios

  1. Me ha encantado el artículo. Me gustaría mandárselo a muchos de nuestros políticos. Creo que, tal vez, les haría reflexionar sobre su actitud y prioridades en la gestión de esta desgracia.

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