Los ucranianos no pueden quedarse mucho tiempo en Kursk (ni Putin tirar la bomba)

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Un soldado ucraniano sostiene su fusil de asalto y su casco en el oblast de Kursk Foto: Europa Press/Contacto/Kirill Chubotin)

Un cascarón vacío. Enorme, pero vacío. Así estaría, en cuanto a seguridad, el interior de Rusia. Según confesaba hace unos días una fuente militar ucraniana al corresponsal de El Mundo, los altos mandos de Kiev tomaron nota al pasado año de cómo los sublevados mercenarios del grupo Wagner avanzaron cientos de kilómetros sin que ninguna fuerza militar pudiera detenerlos.

Y ahora lo hacen ellos, los soldados ucranianos, en Kursk, región que fue escenario de una gran batalla en la Segunda Guerra Mundial y que ahora será recordada, además, por el espantoso ridículo que supone para Moscú que las tropas de su vecino país –un vecino mucho más pequeño– controlen temporalmente unos 1.000 kilometros cuadrados del territorio de una potencia nuclear.

El teniente coronel (retirado) Guillaume Ancel, que sirvió varias décadas en el ejército francés, ha seguido con interés estos acontecimientos. Cronista de guerra, autor del volumen Saint-Cyr, à l’école de la Grande Muette –sobre la “cultura del silencio” entre la alta oficialidad francesa egresada de la renombrada academia militar–  y del blog Ne Pas Subir, ha publicado varios libros sobre operaciones militares de Francia en Ruanda, Camboya y Bosnia.

Frecuentemente consultado por medios de prensa francófonos, Ancel ha respondido en estos días a algunas interrogantes sobre las perspectivas de la incursión militar ucraniana en Kursk. También ha accedido a hablar con Aceprensa:

¿Puede Rusia seguir avanzando en el Donbás sin tener que desviar recursos y fuerzas de combate a Kursk?

— Creo que es el principal problema para el mando ruso, porque sus mejores unidades militares están comprometidas en el Donbás. Tiene la opción de concentrarse en la operación ucraniana, pero tendrá que desviar estas unidades del eje principal, que es el Donbás, y si lo hace, sabe que podría tener que enfrentar un contraataque en la zona luego de retirar algunas unidades. La otra opción es mantener toda esta concentración en el Donbás para seguir avanzando.

Hasta ahora, su elección es la segunda. Dice: “Kursk es un evento secundario; sigo concentrándome en el Donbás”; pero su problema es que los ucranianos no solo atacan el área de Kursk, sino que intentan expandirse especialmente hacia el este y se multiplican. Esta operación sorprendente sobre el territorio ruso se lleva a cabo para superar a Putin y mostrarle que no puede continuar así. Ese es para mí el punto principal en esta fase de la operación. El presidente Volodímir Zelenski ha dicho: “Queremos estar en este sitio para trasladar la guerra al territorio ruso”, y es exactamente lo que está haciendo ahora.

Guillaume Ancel, teniente coronel (retirado) y analista militar francés (foto: Cortesía del entrevistado).

¿Hasta qué punto la incursión ucraniana afecta la logística del ejército ruso en Ucrania?

— No tanto, porque de hecho los ucranianos ocupan algo así como 1.000 o 1.200 kilómetros cuadrados en este momento, no sabemos exactamente; pero Rusia tiene una superficie de 17 millones de kilómetros cuadrados, así que el momento en que la logística militar y las rutas de suministro del ejército ruso se vean realmente dañadas está muy, muy, muy lejos. Sí les molesta tener que hacer un desvío por no poder atravesar esta pequeña zona en poder de los ucranianos, pero no hay forma de detener por completo la red de suministro logístico de los rusos. Es tan extensa que hay muchas otras posibilidades; pueden hacerlo a través de otros territorios.

¿Podría ser una trampa para las fuerzas ucranianas su permanencia en Kursk?

— Al principio de esta operación, los ucranianos esperaban una respuesta muy fuerte y rápida de los rusos; no imaginaban en absoluto que seguirían allí más de dos semanas después de entrar, porque no tienen recursos suficientes para mantener 100 kilómetros de línea de combate, o más.

Esto es mucho para los ucranianos. Ahora tienen esta zona de más de 1.000 kilómetros cuadrados para gestionar. Si quieren quedarse y controlarla, necesitarán muchas tropas adicionales, policías y funcionarios administrativos. Y creo que no pueden permitírselo. De hecho, su operación no es sostenible en el tiempo. Se han apoderado de un territorio, pero no tienen forma de controlarlo o de permanecer en él. No pueden quedarse allí mucho tiempo, porque es territorio enemigo. La población rusa nunca pidió a los ucranianos que entraran, así que, si quieren quedarse, tendrán el estatus de ocupantes y serán combatidos cada vez más, incluso por los civiles. Les será muy complicado permanecer. Algunas semanas no son un problema. Algunos meses serán difíciles. Si hablamos de años, es insostenible.

¿Puede esperarse de la población civil rusa que defienda al régimen de Putin, o quizás mostrará pasividad “por lo que pueda pasar”? ¿No colaborará con los de Kiev?

— Los rusos están sorprendidos de que los ucranianos se comporten bien en esta zona, pero no son sus amigos ni sus hermanos. Así que en poco tiempo dirán: “Ustedes son invasores, ¿qué están haciendo aquí? Este no es su país”. Creo que la situación para los ucranianos empeorará con el tiempo, porque será muy fácil para los rusos organizar algunas redes de resistencia en esta zona. Se ha quedado mucha gente ahí, incluidos tal vez miembros de la policía, o de la administración, o del FSB (sucesor del KGB), y por lo tanto será muy difícil para ellos.

Los ucranianos tienen que ser cautelosos. Están en Rusia y no pueden creer que la mayoría de la población estará con ellos. ¿Por qué? Porque saben que cuando llegue el momento de retirarse, los rusos serán feroces con cualquier persona que sea sospechosa de haber colaborado con los ucranianos. Ahora mismo se muestran pasivos, pero luego se volverán cada vez más agresivos con los ucranianos.

¿Puede Moscú atreverse a bombardear su propio territorio para obligar a las tropas de Kiev a retirarse?

— Esa es una muy buena pregunta. Esa es una de las razones por las que Putin no ha decidido realizar un contraataque masivo contra los ucranianos: porque están en su territorio. De hecho la principal ventaja militar del ejército ruso es su poder de bombardeo. Si lo usan, estaremos hablando de bombardeos en su casa, y es muy diferente lanzar una bomba planeadora de tres toneladas en territorio ucraniano que hacerlo en suelo propio.

Ahora bien, es seguro que los rusos, cuando crean que es necesario hacerlo, lo harán: bombardearán y dirán que es por culpa de los ucranianos. En este momento dudan, porque, en primer lugar, los ucranianos no se están quietos: se mueven constantemente y por eso es muy difícil atacarlos, especialmente con bombas planeadoras. La segunda razón para no hacerlo es que los ucranianos no han causado muchos daños en esta zona, por lo que es difícil para los rusos decir: “Somos nosotros los que vamos a destruir nuestro territorio”.

Lo hicieron en Chechenia y en otros lugares. Uno puede pensar que los rusos no tienen demasiados escrúpulos…

— Sí, tiene razón, excepto en un detalle: para los rusos, Chechenia no es parte de Rusia. Es una colonia, por lo que si tienen que destruirla no les supone un gran problema. De todos modos, estoy seguro, como usted, de que si en un momento Putin dice: “Vamos a hacer retroceder a los ucranianos del territorio ruso”, bombardearán sin ningún escrúpulo, seguro.

Algunas voces en Rusia creen que ha llegado el momento de utilizar un arma nuclear táctica contra Ucrania. ¿Qué factores lo han impedido hasta ahora? ¿Cree que estamos más cerca de esa posibilidad?

— Absolutamente no. Este temor a un ataque nuclear significa no entender que se trata de un arma de destrucción masiva. Incluso el arma nuclear menos poderosa lo es miles de veces más que la bomba convencional más potente en uso actualmente. Utilizar un arma nuclear táctica o como se llame sería el fin de la guerra, porque en ese momento todo se detendría. China le ha dicho a Rusia que no lo aceptaría. India, otro tanto. Y los estadounidenses han dicho a los rusos que si lo hacen, destruirán con medios convencionales todos los activos militares de Rusia en Ucrania.

De modo que Putin sabe –creo– que de hecho no se deben utilizar armas nucleares. Aunque nos ha amenazado con esto más de 100 veces desde el comienzo de la guerra, son solo palabras. No creo que sea posible, ni política ni militarmente, utilizar esta arma, porque el daño sería tan considerable que tendríamos que detener a Putin, y este sería el fin de la invasión.

En este momento lo que podemos ver es que él va exactamente en la dirección opuesta: le dice a todo el mundo que este ataque de los ucranianos en Kursk es un acto terrorista. Nunca dice que se trata de una amenaza militar contra toda Rusia ni, especialmente, contra lo que llamamos los “intereses vitales” de Rusia. Esto demuestra con claridad que no tiene argumentos para explicar por qué utilizaría esta arma. Las armas nucleares no son para hacer la guerra: son armas de destrucción masiva.

Putin ha dicho que la OTAN ha ayudado a los ucranianos a realizar esta operación. ¿Puede esperarse que las tropas rusas incursionen en algún pequeño país báltico como represalia?

— Bueno, ya les gustaría hacerlo. Hace más de dos años habríamos dicho: “Tengan cuidado de no luchar contra los rusos”. Pero hoy todo su ejército está ocupado en Ucrania y no pueden llegar a someterla, por lo que intentar agredir a un país de la OTAN hoy en día es impensable, pues Rusia no tiene los recursos militares para ello.

Y hay un punto de interés en este momento respecto a la operación en Kursk: ninguno de los aliados, ninguno de los países que apoyan a Ucrania, dice nada sobre esta ofensiva. Sí, han sido informados. Sí, han dado su visto bueno, pero no quieren que se les señale directamente. Y esto enfada muchísimo a Putin, porque a él le gustaría decir que se trata de un ataque de la OTAN. Pero no es la OTAN. Es Ucrania con armas proporcionadas por otros países, al mismo tiempo que los rusos atacan a Ucrania todos los días con drones iraníes y con munición de Corea del Norte. De hecho, Ucrania dice que está en guerra con Teherán y con Pyongyang, pero no: el enemigo es Rusia. Moscú no tiene pruebas para decir que está siendo atacada por países de la OTAN.

Una última cuestión: desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, en la OTAN se pidió evitar cruzar varias líneas rojas. Pero una a una, las líneas rojas han ido cayendo. ¿Queda ahora alguna frente a Rusia?

— Bueno, hay líneas rojas en mente, pero hemos visto durante estos dos años que las líneas rojas no las trazó Rusia, sino nosotros. Decidimos que era mejor no hacer esto o lo otro porque podría ser muy perjudicial para nosotros. Pero, de hecho, no tenemos consecuencias de eso. Recuerdo que en Siria, cuando Rusia combatía a favor del régimen de Bashar al Assad, una vez sus aviones de combate llegaron hasta Turquía, y esta los interceptó y destruyó al menos uno. ¿Cuál fue la reacción de Rusia? Ninguna. Los rusos cometieron un error. No se les podía decir a los turcos que no se defendieran.

Los países europeos, pero también EE.UU., son muy conscientes de que Rusia es una potencia nuclear y de que es importante no provocarla, así como de tampoco empujarla al caos, al desorden total, porque podría ser muy peligroso si otra o muchas personas diferentes de Putin fueran las que tuvieran en sus manos el arma nuclear y al ejército. Pero Putin ha cruzado todas las líneas rojas. No tiene límites, luego, ¿por qué limitarnos?

Hay solo dos líneas que no se pueden cruzar en este momento. La primera es autorizar a los ucranianos a usar sus armas de alcance medio, de algunos cientos de kilómetros, para atacar más profundamente en Rusia. En este momento se puede observar que los ucranianos están autorizados a estar muy cerca de la frontera, a 30 o 40 kilómetros, no más, porque están utilizando equipos de los aliados occidentales y no se les permite ir más allá de eso. Ellos realizan ataques con algunas docenas de drones solo para mostrar a los aliados que no hay línea roja en este momento; que sí, “que podemos atacar más profundamente en territorio ruso, como Rusia lo hace todos los días en Ucrania”. Es una especie de demostración, por parte de los ucranianos, de que esta línea roja es una locura, porque es solo para nosotros y no para los rusos.

Y la segunda línea roja es el envío de tropas de la OTAN. ¿Por qué no enviamos tropas? Todos los países europeos e incluso los estadounidenses son muy cautelosos en esto, porque creen que en ese momento los rusos dirían: “Pues entonces vamos a detener esta guerra con un ataque nuclear”, porque se verían superados si vinieran más unidades militares. Creo que el equilibrio se alteraría por completo en ese momento.

Estamos muy lejos de poder decir: “Esta vez vamos a luchar por los ucranianos, porque estamos luchando por nuestra frontera”. Pero si Rusia realmente pone en peligro a todo el país, tendremos que enviar gente. Me baso únicamente en la experiencia de la Segunda Guerra Mundial: cuando los estadounidenses desembarcaron en Normandía, no nos dijeron simplemente: “Adelante, nosotros solo les proporcionamos el equipo”.

Esa es una cuestión clave para nosotros, porque creemos que los ucranianos están luchando por nosotros, pero no queremos involucrarnos demasiado. Y pienso que es difícil hacer la guerra por delegación. Eso no está funcionando.

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