Si algo no les ha faltado nunca a los dirigentes comunistas chinos es tozudez: cuando se han empeñado en matar gorriones, no han dejado ni uno, y cuando han entendido que hay demasiados chinos, han hecho abortar a las mujeres que ya tenían un hijo. Ahora, convencidos de que esta última política (la del “hijo único”, que estuvo en vigor por décadas) ha puesto al país a las puertas de envejecer antes de volverse rico –actualmente ocupa el lugar 75 en PIB per cápita, por detrás Panamá o República Dominicana–, están pisando el acelerador e “invitando” a sus ciudadanos a casarse y tener descendencia, cuanta más mejor.
El Gobierno de Xi Jinping está tratando de que los 1.400 millones de personas cambien el chip antinatalista que anteriores gobier…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.