Periodismo e IA, mejor aliados que rivales

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La angustiosa búsqueda de ingresos por parte de las empresas informativas
Tada Images / Shutterstock

La IA está redefiniendo el futuro del periodismo. En medio de este escenario, son muchos los que temen que su integración en esta profesión pueda sustituir, en lugar de complementar, la labor esencial de los periodistas.

Hace unos años inquietaba la creciente relevancia de las redes sociales como plataformas de información. Como en tantas otras ocasiones, el periodismo se enfrentaba a una nueva era de revolución tecnológica que cuestionaba la autoridad de los medios tradicionales como principales proveedores de noticias.

Después de una primera fase de incertidumbre, los medios empezaron a entender el comportamiento de los usuarios y a identificar la dinámica de las redes. A pesar del auge de las fake news, percibieron en ellas una oportunidad para llegar a nuevos lectores y contrarrestar el peso de la desinformación.

Hoy las redes sociales constituyen un cauce frecuente para el consumo de noticias, pero ya hay una mayor conciencia de los riesgos que suponen para su uso informativo y existen algunos mecanismos para identificar noticias falsas.

Ahora, la IA es el principal reto al que se enfrenta la industria de la información. Una tecnología cuyas capacidades aún se desconocen, pero que ha venido para quedarse.

La IA en el periodismo

Según el Digital News Report (2024), un informe anual elaborado por el instituto Reuters sobre el consumo digital informativo, el 36% de los encuestados se siente cómodo consumiendo noticias parcialmente producidas con IA, pero solo el 19% aceptaría que fueran creadas enteramente con esta tecnología. En general, la mayoría exige la presencia de alguien que verifique los contenidos automatizados.

Hamilton Nolan: “Este proceso de rendición de cuentas es la base del periodismo. Sin él, puedes estar haciendo algo, pero no estás haciendo periodismo”

Quizá uno de los aspectos más reveladores del informe sobre este tema es que la mayoría de la audiencia se muestra incómoda cuando se utiliza la IA para la redacción de contenidos especialmente sensibles, como la política, los crímenes o la guerra. Un indicio de que para gran parte de los usuarios estas herramientas no deberían reemplazar completamente al periodista. Existen temas, enfoques y perspectivas que solo la singular mirada de un ser humano puede abordar; la máquina nunca podrá conmocionarse ante un hecho informativo, empatizar, o compartir las emociones de quienes se encuentran al otro lado de la pantalla.

Otro de los argumentos utilizados para exigir la presencia de un periodista es la transparencia vinculada a la redacción de un contenido.  Como afirma Hamilton Nolan en un artículo publicado en In These Times, “Las instituciones periodísticas viven de la credibilidad, y esa credibilidad se otorga como resultado directo de la responsabilidad que acompaña a cada historia”. Para Nolan, la IA nunca será capaz de desarrollar argumentos para justificar cómo, porqué y con qué fuentes se ha procedido a la redacción de una noticia: “este proceso de rendición de cuentas es la base del periodismo. Sin él, puedes estar haciendo algo, pero no estás haciendo periodismo”.

Ahora bien, que la IA nunca pueda llegar a sustituir el trabajo profesional de un periodista no necesariamente impide que pueda ser una herramienta muy útil para complementar su trabajo. Su uso puede aportar un valor agregado al rendimiento del profesional, pero para que sea efectivo ha de utilizarse adecuadamente.

Ramón Salaverría, periodista y catedrático en la Universidad de Navarra y pionero en el estudio del periodismo digital, explica a Aceprensa que “las tecnologías de inteligencia artificial van a ir incorporándose al conjunto de herramientas utilizadas por los periodistas”, sobre todo cuando se aplica a información estadística o numérica. “La cuestión es cómo se adoptan estas tecnologías dentro de las organizaciones periodísticas para garantizar la veracidad de la información, la transparencia de autoría y, en general, un resultado profesional de calidad”.

Los retos de la IA

Ya hay ejemplos de usos poco transparentes de la IA. El pasado noviembre, la BBC denunció que el medio Sports Illustrated publicaba artículos con perfiles generados con estas tecnologías. Esta acusación, admitida por la revista, le acabó costando buena parte de su reputación. Muchos fueron los comentarios en redes sociales que condenaban estas prácticas y exigían al medio un mínimo de “estándares básicos de periodismo”.

Tendemos a confiar en la “objetividad” de la máquina, pero lo cierto es que la IA no es inmune a los sesgos informativos

Junto al peligro de la falta de transparencia, Salaverría advierte de que estas herramientas no son inmunes a la desinformación, “la antítesis del periodismo, y, por lo tanto, un riesgo evidente”.

Según un estudio publicado por Home Security Heroes, en 2023 la proliferación de vídeos falsos de apariencia realista generados con IA (lo que se conoce como deepfakes) se incrementó un 55% con respecto a 2019. Un ejemplo actual son las imágenes y vídeos creados en el contexto de la guerra entre Israel y Palestina. Según el instituto LISA, estos contenidos a menudo “se utilizan para inducir a error a las personas receptoras, por lo que suponen una gran amenaza para la sociedad actual, pudiendo facilitar la desinformación y que la ciudadanía pase a desconfiar de cualquier fuente de información”.

En tercer lugar, existe “un riesgo asociado al sesgo propio de los algoritmos”.  Aunque tendamos a confiar en la “objetividad” de la máquina, lo cierto es que la IA no es inmune a los sesgos informativos, y esto, según Salaverría, “constituye uno de los grandes debates éticos en el ámbito de la inteligencia artificial”.

Los algoritmos que maneja la IA “están plagados de sesgos y realzan algunas realidades, ocultan otras, establecen jerarquías y ofrecen una determinada mirada al mundo elaborada por quienes han creado esos algoritmos.” Por este motivo, Salaverría insiste en la precaución al emplear estas herramientas y señala que existen “múltiples riesgos éticos en torno a los cuales tenemos que hacer una reflexión en el mundo profesional periodístico”.

Adaptación y progreso

La Unión Europea ya está poniendo límites a estas tecnologías, y son cada vez más las empresas que registran en sus códigos deontológicos la preocupación por controlar el uso de estas herramientas en su respectivo ámbito laboral.

En el del periodismo, todavía hoy no es sencillo aventurar el alcance que pueda tener la IA. Si bien es cierto que puede mejorar cualitativamente algunas tareas, como la transcripción de entrevistas o la agrupación de datos, existen numerosas parcelas que exigen la presencia continuada de un profesional, como el periodismo de análisis y de investigación, la opinión, las entrevistas o el reporterismo.

En cualquier caso, la aparición de la IA en las redacciones es un proceso inevitable y cada vez más acelerado. La verdadera cuestión radica en la capacidad para aprovechar su potencial de manera efectiva y ética, sin disminuir el valor individual del periodista. En este sentido, cabría aplicar al periodismo las palabras del papa Francisco sobre el uso de esta tecnología: “Su impacto (…), no sólo depende del proyecto, sino también de los objetivos y de los intereses del que los posee y del que los desarrolla (…). La inteligencia artificial, por tanto, debe ser entendida como una galaxia de realidades distintas y no podemos presumir a priori que su desarrollo aporte una contribución benéfica al futuro de la humanidad (…) Tal resultado positivo sólo será posible si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales”.

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