El duelo anunciado entre Cónclave y Anora se dirimió pronto a favor de la segunda. La relectura de Pretty Woman dirigida por Sean Baker consiguió cinco premios de los grandes, incluido el de mejor película. La polémica alrededor de los tuits de Karla Sofía Gascón terminó con las posibilidades de Emilia Pérez, que consiguió sólo las dos estatuillas que llevaba, como quien dice, ganadas desde casa.
En la América raruna de Trump, el resultado de estos Oscar hubiera coincidido probablemente con la apuesta del presidente. No deja de ser curioso que haya ganado una película en la que un oligarca ruso y su consentido hijo rompen en pedazos el futuro “feliz” de una joven stripper. Todo es raro últimamente en América. Y la Academia ha premiado una peliculita independiente –ha costado 6 millones de dólares–, bien interpretada pero con un guion un tanto inane y a la que se le podrían poner muchos peros desde el punto de vista ideológico. Porque seguir reivindicando en el año 2025 el trabajo sexual y coquetear con la idea de que prostituirse puede ser glamuroso es –además de ofensivo– raro, muy raro.
Como es raro que se haya rematado en esta Gala la sentencia de muerte a Emilia Pérez. Una película que, como señalaba Alberto Olmos, empezó siendo woke y terminó siendo facha. Unos tuits obraron el milagro, y la que empezó la temporada como un “loco musical que es una de las películas del año” terminó como película maldita, casi innombrable. Ganó dos estatuillas porque no podía no ganarlas: mejor canción y mejor actriz secundaria. Zoe Saldaña, con su Oscar en la mano, agradeció el premio a familiares, amigos, equipo, vecinos y mascotas… pero no nombró a la protagonista de la película, Karla Sofía Gascón, que al final acudió a la Gala vestida de negro, sin pisar la alfombra roja y sin aparecer apenas en la realización televisiva. Cuando la citaron como nominada se escucharon unos tímidos aplausos. Solo unos meses antes, en su estreno en Cannes, el auditorio en pie la ovacionó durante nueve minutos. Es la ley del péndulo. La ley de la cancelación: un día estás llamada a ser la estrella de unos Oscar cien por cien inclusivos, y al siguiente eres la bestia negra de la película y la impulsora del triunfo de Anora.
La cancelación de Emilia Pérez permitió a Walter Salles ganar el premio a la mejor película internacional por Aún estoy aquí. Flow, la película letona de animación, hizo historia al arrebatar el Oscar a los poderosos estudios Pixar (Inside Out 2) y Dreamworks (Robot salvaje). Que a Demi Moore, protagonista de La sustancia, le arrebatara el Oscar la jovencísima protagonista de Anora, Mikey Madison, tiene bastante de giro de guion… o de sesgo de confirmación. Una cosa es hacer películas para criticar el edadismo, y otra diferente actuar de espaldas a él y premiar a la mejor candidata, otra veterana, la protagonista de Aún estoy aquí (Fernanda Torres).
La política, de puntillas
Adrien Brody volvió a ganar –veinte años después de El pianista– el Oscar al mejor actor por su interpretación en The Brutalist. En su discurso (uno de los mejores de la noche) hizo una leve alusión política: “Rezo por un mundo más inclusivo. Que el pasado nos recuerde que el odio no puede normalizarse. Os quiero. Sigamos luchando por lo que es correcto, construyamos juntos”. Daryl Hannah pronunció un brevísimo recuerdo a Ucrania. Algo más explícito resultó el discurso de los ganadores del Oscar al mejor documental, No Other Land. No podía ser de otra forma en una película que aborda directamente el conflicto entre Israel y Palestina. Zoe Saldaña reivindicó sus raíces inmigrantes. Y ahí acabó toda la proyección política de los Oscar.
En cuanto a la Gala, se notaron las tablas del curtido presentador Conan O’Brien. Hubo mucha música; una apertura potente con Ariana Grande y Cynthia Erivo recordando El mago de Oz y otro momento inspirado: el homenaje a las bandas sonoras de James Bond. Aunque era inevitable acordarse de Adele y confirmar que nadie es capaz de cantar Skyfall como ella. Igual de inevitable que pensar que habrán de pasar bastantes ediciones para superar el I’m just Ken de Ryan Gosling del año pasado.
Al final, los Oscar tuvieron el color que anunciaban las nominaciones. Un gris parduzco. Serán seguramente unos Oscar de poco brillo. Unos Oscar olvidables. Y rarunos. Como la América de Trump.
Palmarés:
Mejor película: Anora
Mejor dirección: Sean Baker (Anora)
Mejor actriz principal: Mikey Madison (Anora)
Mejor actor principal: Adrien Brodý (The Brutalist)
Mejor actriz de reparto: Zoe Saldaña (Emilia Pérez)
Mejor actor de reparto: Kieran Culkin (A Real Pain)
Mejor película internacional: Aún estoy ahí (Brasil)
Mejor guión original: Sean Baker (Anora)
Mejor guión adaptado: Peter Straughan (Cónclave)
Mejor banda sonora: Daniel Blumberg (The Brutalist)
Mejor montaje: Sean Baker (Anora)
Mejor fotografía: Lol Crawley (The Brutalist)
Mejor diseño de producción: Nathan Crowley, Lee Sandales (Wicked)
Mejor largometraje de animación: Flow, un mundo que salvar
Mejor largometraje documental: No other land