Maternidad subrogada: un debate complejo detrás de la portada del “¡Hola!”

publicado
DURACIÓN LECTURA: 6min.
Ana Obregón (foto: Aceprensa)

El mundo puede paralizarse por una exclusiva en una revista del corazón. Y parece frívolo que la agenda mediática la dicte la portada del ¡Hola!, aunque, en el fondo, lo que ha hecho abrir los telediarios, llenar las tertulias e intervenir a ministros del Gobierno de España esta última semana no es el capricho de una famosa con dinero. Es algo mucho más serio.

Es un tema ético espinoso. Una práctica, la gestación subrogada, que suscita cuestiones complejas y, sin embargo, se propone legalizar en breve en España –donde ha golpeado con más fuerza la polémica–, como ya está aprobada en otros países. Hay partidos políticos y colectivos que apoyan la maternidad subrogada y hay una parte de la sociedad que no la ve con malos ojos… o que no la veía. Quizás hasta ahora. Hasta que han visto la portada.

Y eso que el debate estaba latente. Pues es un hecho que, aunque la gestación por madre sustituta esté prohibida en un país –como en España–, está al alcance de quienes tienen dinero para costeársela en otro que la permita, y, de vuelta a casa, no hay quien impida que se queden con los niños. Al final, es la fuerza de los hechos consumados. Y hace falta mucha voluntad política y valentía para no mirar hacia otro lado y aplicar con fuerza unas sanciones que realmente disuadan, porque el resto es compadreo.

La imagen de una mujer de 68 años con un bebé en los brazos ha hecho estallar una ola de indignación en redes, que es una cosa muy contemporánea pero que sorprende un poco, porque antes de Ana Obregón otras famosas y famosos han recurrido a esta técnica para ser padres. Y lo han hecho sin tanto revuelo mediático. Algunos han salido en defensa de la protagonista –y, de paso, de sus propios programas políticos– diciendo que aquí lo importante es legislar y poner marcos, como si poniéndole un marco a la portada, ya resultara digna, o como si un marco pudiera cambiar la dimensión ética de un asunto. En el fondo, el “lo importante es legislar” es el nuevo “prohibido prohibir”. Se ha comparado este debate con el del aborto, y no es una comparación gratuita, porque muchas de las razones que se aducían para legalizarlo –y aún se aducen en los países donde no está permitido– son exactamente las mismas: el escándalo de los abortos clandestinos, o que haya que viajar al extranjero para abortar.

Y, por supuesto, en este marco –otra vez el marco– ha vuelto a abrirse el debate de la gestación altruista. Si los sentimientos son buenos, y no hay dinero por medio, el hecho es bueno.

Política transversal o cálculo electoral

El debate político en España a raíz de la portada ha sido también sorprendente porque es uno de los casos –la prostitución es otro– en el que cambia el tradicional tablero de izquierda y derecha. Y así, mientras Podemos, por boca de la ministra de Igualdad, clamaba contra la maternidad subrogada por ser “una forma de violencia de la mujer”, el PP se abría a regularla, una postura que, hasta ahora, solo defendía abiertamente Ciudadanos. De todas formas, este debate, en opinión de muchos, más que transversalidad, lo que muestra son cálculos electoralistas; porque ni Podemos ha hecho nada desde el Gobierno para impedir la gestación subrogada –probablemente, para no perder votos dentro del colectivo LGTB, que es uno de los grandes demandantes de estas técnicas–, ni parece que al PP le interese en este debate otra cosa que sumar votos entre los defensores de la derecha más liberal y capitalista.

Dos personajes en el centro del debate

Pero quizás la cuestión más relevante del debate es que, por fin estuvieron en el centro del debate los dos personajes que suelen desaparecer de la ecuación: el niño y la madre biológica.

En el primer caso, ese personaje es, por cierto, el mismo que desaparece en el debate del aborto. Hablamos del niño –la niña, en este caso–. Es verdad que este “personaje” apareció muchas veces en forma de memes crueles que ponían el acento en la diferencia de edad entre madre e hija. Una diferencia que la naturaleza, que es sabia, nunca permitiría.

Ana Obregón en ¡Hola!
Reportaje sobre Ana Obregón en ¡Hola!, 28-03-2023 (foto: Aceprensa)

Aunque fuera de una manera cruel o chistosa, por fin, la opinión pública dejaba de considerar los lícitos –pero no absolutos– deseos de los padres para fijarse en la criatura. En el bien de la niña, una niña cosificada, convertida en un objeto. Muy deseada y querida, pero objeto, al fin y al cabo. Es bueno legislar tratando de conceder los deseos de los ciudadanos… pero siempre y cuando no se pisoteen los derechos más elementales de los niños.

El segundo personaje es la madre biológica; una mujer anónima que acogió en su interior a la niña durante nueve meses, lo que en este caso no le da derecho al título de madre y que queda reducida a prestadora de servicios. Una mujer sometida, muchas veces, a contratos leoninos, para asegurar que el niño que gesta llegue en las mejores condiciones a sus futuros padres. Aunque se hable de gestación altruista, la realidad es tozuda y muestra que, en la mayoría de los casos, quienes alquilan sus úteros lo hacen por un móvil económico que, casi siempre, se llama necesidad (ver Altruismo de pago).

Pero incluso en los casos en los que no medie una situación de precariedad material, hay que valorar los efectos físicos y psíquicos que tendrá esa gestación. Como señala la psiquiatra María Velasco, la vinculación de la madre y el hijo en el embarazo es una realidad muy potente, de la que conocemos cada día más gracias a los avances científicos, y romper ese vínculo tiene efectos perniciosos tanto para la madre biológica como para la criatura. Unos efectos de los que casi nunca se dice nada porque el debate se centra en las necesidades y deseos de los padres comitentes.

En definitiva, que, a lo mejor, la famosa portada en el ¡Hola! sirve para profundizar y enmarcar –ahora sí– un debate que, por la vía de los hechos, podría parecer superado. Y quizás la reacción pública no es solo un mero linchamiento mediático –que siempre hay que evitar, porque linchar es inhumano, y además una cosa es juzgar las acciones, y otra juzgar a las personas–, sino una entendible protesta. Una señal de que no es bueno acostumbrarse a que actitudes que pueden terminar dañando a la sociedad, porque la deshumanizan, aunque se conviertan en portadas de revistas del corazón.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

5 Comentarios

  1. el aspecto ético en este asunto, sí, gracias, Ana, por tocarlo: ¿qué visión de su propia identidad tendrá la criaturilla cuando crezca? (me llega un reportajillo sobre sus primeros pañales: ‘imprescindible’ seguir la futura celebrity desde la cuna…)

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