La quinta temporada de The Chosen lleva por título La última cena, y efectivamente, el primer capítulo arranca con un fragmento de este momento trascendental de la vida de Jesucristo. De hecho, lo que nos van a contar los dos primeros capítulos que se estrenan ahora en pantalla grande son los preparativos de la Pasión: la entrada triunfal de Jesús y sus apóstoles en Jerusalén, la expulsión de los mercaderes en el Templo (siguiendo la cronología de los sinópticos) y el ambiente de tensión que va creciendo a medida que avanza la última Pascua.
En realidad, quedan todavía tres temporadas de The Chosen para contar el final de los Evangelios, apenas sesenta días de la vida de Jesucristo en la tierra. Pero cualquier cristiano que se precie sabe que su fe está condensada en esos pocos días, en esas pocas páginas; en definitiva, en esa Semana Santa. Dallas Jenkins también lo sabe y no ha dejado de señalar que la quinta temporada es la más intensa hasta la fecha por la importancia, profundidad y densidad de los acontecimientos que ocurren.
También es la temporada más conocida por los espectadores y esto, desde el punto de vista dramático, puede jugar a favor o en contra. A favor, porque hay momentos, como la recreación de la entrada en Jerusalén, especialmente conseguidos. Uno lee que Jesús entró en la ciudad santa rodeado de Hosannas y quizás imagina algo más grandilocuente, olvidando que Jesús no era –ni es– un influencer, que entró montado en un burro, que tenía una veintena de discípulos y que la Jerusalén del siglo I no era Tokio en el 2025. En contra, porque a medida que nos aproximamos a la Pasión, el drama sube enteros y se acentúa el misterio y la complejidad del protagonista. Y Jonathan Roumie es un actor con indudable encanto… pero no es Anthony Hopkins. Y aunque lo fuera. Interpretar con solvencia a Jesucristo en la Pasión –y no durante 120 minutos, sino durante tres temporadas– entraría dentro del milagro. Este desequilibrio entre personaje e intérprete probablemente se acentúe en el resto de las temporadas, pero es un peaje que la mayoría del público –consciente de que lo que se están contando son palabras mayores– está dispuesto a pagar. Por otra parte, el guion exprime bien las historias paralelas protagonizadas por los apóstoles, que, de paso, van anunciando nuevas temporadas y nuevas series. También destaca el potente trabajo con las subtramas protagonizadas por fariseos, sumos sacerdotes y autoridades romanas. Los escuetos enunciados del Nuevo Testamento se van desgranando con una imaginación rica –y ortodoxa al mismo tiempo– que ayuda a entender mejor el drama que vamos a presenciar.
Como en el caso de la cuarta temporada, The Chosen: La última cena se estrenará primero en las salas de cine aprovechando la Semana Santa. En EE.UU. y Canadá, los ocho capítulos se proyectarán como tres películas sucesivas. En España y Latinoamérica se estrenarán en cines, en principio, solo los dos primeros episodios como una película de 125 minutos.
En Estados Unidos, The Chosen: Last Supper alcanzó en sus tres primeros días una taquilla de 11 millones de dólares (muy por encima de los 7,4 millones que alcanzó la cuarta temporada). Con otras palabras, esta serie tiene público para rato.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta