El Made in China impreso en miles de millones de etiquetas –de ropa, de ordenadores, de coches, de utensilios, de herramientas, etc.– es un recordatorio de la fórmula empleada desde principios de los 80 por el país asiático, que contaba con ingente mano de obra para potenciar su desarrollo: la masiva producción y exportación de bienes. Un modelo que, como se verá, también tiene sus pegas.
De país agrícola atrasado, China pasó a ser la fábrica del mundo y, en 40 años, 800 millones de sus nacionales que antes no podían alimentarse bien, ni recibir educación, ni acceder a una vivienda en condiciones, pudieron tirar al cubo el cartel de pobres.
También su vecino y rival light, la India, está trabajando para disminuir sustancialmente el número d…
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