Oleg, con su hijo pequeño, en un parque de Kiev (Foto: Cortesía del entrevistado)
En la tarde del 23 de febrero de 2022, Oleg Chernysh estaba seguro de que la paz de la que disfrutaba su hogar en Kiev se evaporaría muy pronto por la decisión de un señor bajito y con malas pulgas que vive en el Kremlin. Así que selló las ventanas de su casa, preparó una bolsa con algunas cosas imprescindibles y se dispuso a esperar.
En cuanto comenzaron las explosiones, él y su familia determinaron pasar la noche en el sótano. Le preocupaba especialmente su hijo, entonces de un año. Como vive cerca de la sede de la Presidencia ucraniana –quizás el trofeo de caza más anhelado por los invasores–, los proyectiles rusos silbaban y estallaban a muy corta distancia. “Mi gato murió por el estrés, pero mi familia salió ilesa”, nos cuenta.
El joven Oleg es corresponsal del servicio ucraniano de la BBC y experto en temas militares. El ejército no lo ha llamado a filas, pero sabe que su condición de periodista no lo eximiría –“muchos de mis colegas ya han sido reclutados; algunos han muerto”–. En estos días en que parece que los drones y misiles rusos vuelven a apuntar a la capital, el periodista escribe, va de compras, saca a pasear a su niño, en fin, lo cotidiano, tal como hacen otros en su barrio, en otros barrios… “Kiev ha vuelto a la vida normal –dice–. Hay mucha gente en la calle; los clubes, los bares y los restaurantes están abiertos; los jóvenes nadan en el Dniéper… Se han quitado ya los bloqueos de carreteras y las barreras antitanque de las calles. Los kievitas intentan vivir una vida normal y no prestar atención a la guerra”.
Tampoco se le prestaba a principios de 2022, quizás porque guerra es una palabra que aparece en el telediario para hablar de crímenes que ocurren en sitios muy lejanos de casa. La conciencia le susurra al espectador un “eso no nos va a pasar a nosotros”. Hasta que pasa.
Varios exoficiales de los servicios especiales ucranianos, sospechosos de facilitarle las cosas a Rusia, hoy están en prisión
— ¿El hecho de que una hipotética agresión sonara tan absurda por las consecuencias tan negativas que acarrearía para Moscú, pudo influir en que muy pocos creyeran seriamente que Putin se atrevería a atacar?
— Es así. Muchos en Ucrania y en los países occidentales consideraban absurdo que Putin iniciara una agresión directa con miles de tanques, aviones y misiles, a pesar de que en los ocho años previos el Kremlin negó constantemente su presencia militar en el este de Ucrania, y era obvia. Nadie creía además en la posibilidad de una guerra a gran escala entre dos grandes potencias en Europa. Parecía ilógico. Había fuerzas políticas que decían constantemente que Putin se estaba preparando para la agresión, pero la mayoría de la población quería vivir una vida pacífica, sacar adelante la economía y no pensar en la posibilidad de una guerra.
— Vista la determinación con que el ejército ucraniano está plantando cara y retomando territorio, no se entiende qué pasó en febrero de 2022, que nada impidió el avance abrumador de las tropas rusas casi hasta Kiev y la toma de tantos territorios en el sur.
— La respuesta no es fácil. Puede haber varias razones. En primer lugar, el ejército ucraniano no tenía suficientes tropas ni equipos para detener los ataques en el norte y el sur. Además, hay un rumor popular de que aquí ha habido traición. Ahora mismo están prisión varios exoficiales de los servicios especiales, que eran responsables de la seguridad en el sur, y de quienes se sospecha que trabajaban para Rusia. Estos dos factores posibilitaron que la Federación Rusa capturara rápidamente esas regiones.
El ejército ruso, un remedo del soviético
— Las bajas rusas pasan de cientos de miles de soldados y su maquinaria militar ha sufrido grandes destrozos. ¿Cuál es el principal problema del ejército ruso: su atraso tecnológico, la rigidez de su cadena de mando, la desmotivación moral, o es toda una combinación de factores?
— La razón principal es la subestimación del adversario. Los rusos subestimaron la resistencia del pueblo ucraniano, y además se creyeron su propia propaganda televisiva, que mostraba a un ejército ucraniano débil e impotente, cuando, de hecho, el ejército se ha estado preparando según los lineamientos de la OTAN desde 2014, y ha ganado en fuerza.
Por otra parte, resultó ser que el ejército ruso no era muy bueno en términos de tecnología: las nuevas armas de las que Putin se jactaba no funcionan. Además, sus tácticas son similares a las del ejército de la URSS: se enfoca en lograr objetivos tácticos en el frente a costa de grandes pérdidas entre sus propios soldados.
— Pasó con la tripulación del submarino Kursk; pasó con los civiles asesinados en el teatro Dubrovka: a Putin no parece interesarle sacrificar a los rusos para conseguir sus objetivos. ¿Cómo se puede articular una estrategia satisfactoria contra un ejército “kamikaze” (si es que el ruso lo es)?
— Es una tarea difícil para Ucrania. El alto mando del ejército ucraniano emplea maniobras de engaño para atacar al enemigo en pequeños grupos y obligarlo a alejarse de sus posiciones. Nuestro ejército, además, tiene una moral más alta que la del ejército ruso.
— Según la opinión más frecuente, el estallido de la presa Kajovka complica la contraofensiva ucraniana, pero hace meses que Kiev contaba con que esto podía pasar. ¿Es exclusivamente un problema, o se puede sacar alguna ventaja militar de esta situación?
— Sí, este es un gran problema para el ejército ucraniano. No se sabe la magnitud del desastre. La única ventaja es que cuando desaparezca el embalse de Kajovka, será más fácil para los ucranianos cruzar el Dniéper cerca de la ciudad de Energodar, en la región de Zaporizhya. Pero nadie sabe cuándo sucederá esto y si, en efecto, será posible.
“Los ucranianos no quieren ser parte de Rusia. Solo la protección de la OTAN puede evitar nuevos ataques contra Ucrania”
— Putin ha amagado varias veces con la amenaza nuclear, pero Europa y EE.UU. han ido cruzando una tras otra cada “línea roja”. ¿Ha perdido fuerza este chantaje?
— Aunque la amenaza existe, los militares y los políticos ucranianos afirman que es poco probable que Putin use armas nucleares. Y la gente se ha cansado de tener miedo y ahora bromea con este tema. No tiene temor alguno.
— ¿Crees que, con una Rusia más debilitada militarmente, y con la adhesión de Finlandia a la OTAN, se hace más factible para Ucrania entrar en la Alianza? ¿Funcionarían las amenazas que formuló Putin contra esta intención?
— Ucrania debe convertirse en miembro de la OTAN, porque la amenaza de Rusia no desaparecerá aunque ganemos la guerra. Como imperio, Rusia ha sido dueña de Ucrania durante casi 300 años, y ahora quiere recuperarla. Pero los ucranianos no quieren ser parte de Rusia: quieren ser independientes. Solo la protección de la OTAN puede evitar nuevos ataques contra Ucrania.
— Por cierto, en Occidente mucha gente común percibía que Ucrania, Bielorrusia y Rusia eran básicamente lo mismo: “Rusia”. ¿Cómo han visto tradicionalmente los ucranianos a los rusos: como la misma familia, como amigos cercanos o como vecinos peligrosos? ¿Ha arruinado esta guerra todo sentimiento de simpatía hacia los rusos, o la antipatía se dirige solo hacia Putin y su camarilla?
— Muchos ucranianos tienen parientes en Rusia. Mi esposa y yo los tenemos. Pero ahora hemos cortado todos los lazos porque se niegan a reconocer que Rusia está librando una guerra de agresión y cometiendo el mal. Mucha gente en Ucrania creía que Rusia era un buen vecino que no le haría daño. Pero después de 2014, estas ilusiones desaparecieron. Ahora hay odio hacia todos los rusos, no solo hacia Putin y su camarilla, porque la mayoría de los rusos no se opusieron a la guerra, siguen apoyando públicamente a Putin y no admiten su culpabilidad por iniciar la agresión.
Putin se ha equivocado con Zelenski
— Varios analistas creen que Rusia, al no poder ganar, puede tratar de reservarse al menos el Donbás y Crimea, y varios líderes occidentales creen que Ucrania no debería intentar retomar Crimea, sino contentarse con las fronteras existentes hasta febrero de 2022. ¿Qué opina la población ucraniana?
— Las encuestas muestran que el 90 por ciento de los ucranianos cree que todo el territorio de Ucrania, incluida Crimea, debería ser liberado de los rusos. Sin embargo, la realidad es que no se puede descartar ningún tipo de acuerdo. Todo dependerá de cuánto dure la guerra, de qué pérdidas sufrirán ambas partes y de si Occidente continuará ayudando activamente a Ucrania con armas y municiones. Esto es muy importante en esta guerra.
— Otro vecino de Ucrania, el presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, ha lanzado algunas bravatas contra vosotros. ¿Crees que puede atreverse a lanzar ataques directos en algún momento?
— No creo que ordene a su ejército entrar en Ucrania. Es un cobarde, y sabe que el ejército bielorruso se levantará contra él si lo envían aquí. No obstante, Ucrania sigue preparándose y defendiendo sus fronteras del norte de un potencial ataque bielorruso.
— Por último, hablemos del presidente Zelenski. ¿Ha podido entrevistarlo? De ser un actor cómico, se ha transmutado en un líder político de carácter. ¿Su decisión de quedarse y resistir ha influido de alguna manera en el estado de ánimo de la gente?
— No he entrevistado a Zelenski. Sí lo hizo otro periodista de la BBC. Pero puedo decir que muchos ucranianos cambiaron de opinión sobre él tras el comienzo de la guerra. Algunos pensaron que se asustaría y se plegaría a un acuerdo en los términos de Putin, pero demostró que ha cambiado. Pasó de ser un comediante a un verdadero líder político. Yo lo respeto por eso.
— Recuerdo que, en una cumbre cuatripartita en Paris, en 2019, Putin hizo un gesto despectivo a Zelenski. Al parecer, terminó haciendo un mal diagnóstico del ucraniano…
— Pues sí. Creo que pensó que Zelenski era inexperto y muy débil, y que podría asustarlo rápidamente con su ejército. Pero Putin estaba equivocado. Y por eso está perdiendo.