Google gana cada vez más con la búsqueda y agregación de noticias producidas por medios periodísticos que están en números rojos. La prensa reclama su parte del pastel, a veces mediante acuerdos, y así los ha logrado en Bélgica y en Francia. En otros países, como en Alemania, se anuncian leyes si no hay arreglo entre las partes. El problema es cómo transformar el parasitismo en simbiosis para que mejore la comunicación.
Actualizado el 4 de febrero de 2013
La crisis económica que sufren los medios tradicionales de comunicación en Europa ha provocado una ola de malestar y enfrentamiento con Google. Tras el rechazo inicial a compartir sus ingresos, el gigante tecnológico ha cedido ante las presiones y ha empezado a establecer acuerdos con los editores de prensa.
Acuerdos en Bélgica y Francia
El pasado diciembre las empresas periodísticas belgas llegaron a un arreglo tras seis años negándose a aparecer en el agregador de noticias Google News.
La cifra no se ha revelado, pero ambas partes están muy satisfechas de la nueva etapa de amplia colaboración. “Estamos convencidos de que nuestros servicios respetan los derechos de autor y es necesario subrayar que el acuerdo no prevé el pago de royalties”, afirma la nota oficial de la empresa. Pero Google insertará publicidad en los medios de Bélgica y les ofrecerá herramientas adecuadas para conseguir recursos adicionales, como páginas de pago, soluciones publicitarias dirigidas a optimizar sus ingresos y la distribución de sus contenidos en tabletas y teléfonos inteligentes.
Ahora son los medios franceses los que han logrado un acuerdo para sacar partido de la facturación del gigante de Internet. El presidente Hollande había dado un ultimátum a Google, diciendo que si no se conseguía un acuerdo en el mes de enero promovería una legislación como la que se prepara en el Parlamento alemán y que se apoya en hacer pagar por una utilización secundaria o derivada de los derechos de autor.
Los editores se quejan de que son los que alimentan con sus noticias el motor de búsqueda, sin obtener nada a cambio
Finalmente, el líder de la compañía californiana, Eric Schmidt, declaró que “es mejor un acuerdo que pasar por una ley”, y cerró el arreglo cenando en el Elíseo con Hollande. Por lo que se ha sabido, Google se compromete a poner a disposición de los editores de prensa de información general una dotación única de 60 millones de euros como “fondo de ayuda a la transición digital”. Google no transige en los principios, pues no paga por indexar los contenidos, como querían los editores, pero muestra su buena disposición a financiar proyectos de “cambios estructurales” en la prensa.
El fondo será gestionado por personalidades elegidas por un consejo en que participarán Google, representantes de la prensa francesa e independientes.
Google y la prensa se necesitan
El pacto alcanzado en Francia abre la puerta a acuerdos similares en otros países. Hasta ahora las posturas de Google y de los editores de prensa han estado enfrentadas.
Las empresas reclaman el respeto a los derechos de autor de los materiales que indexa Google. El motor de búsqueda gana mucho –8.075 millones de euros en 2012–, vende publicidad e indexa noticias de otros y, en cambio, los editores y los periodistas que las crean siguen perdiendo. “Somos los que alimentamos realmente el motor de búsqueda y el algoritmo, dándoles constantemente contenido fresco, y eso es lo que venden con sus anuncios”, decía en The New York Times la presidenta de la organización de editores de periódicos y revistas de Francia, Nathalie Collin.
Pero los editores de prensa necesitan también a Google, pues si no indexara sus contenidos, el tráfico de los medios y su audiencia se resentirían, con lo que tendrían menor valor para la publicidad.
Google asegura que no hay publicidad en su índice de noticias y que, por tanto, no gana con ello, y se defiende diciendo que los diarios de su agregador son elegidos de manera técnica, en función de las páginas con mayor tráfico. Pero esas razones no convencen del todo a sus críticos que siempre destapan publicaciones que no merecen estar y otras que no aparecen en la lista, para lo que no encuentran motivos lógicos.
En Francia y Alemania, Google se enfrenta a proyectos de leyes que le harían pagar por la indexación de los artículos
Una explicación posible es que el servicio de noticias dirige con sus enlaces a los visitantes hacia publicaciones on line, que a su vez han pagado al gigante por conseguir, en las subastas de Adwords de Google, la preferencia en el uso de las palabras claves para sus productos. En el fondo, es un circuito que se retroalimenta y despierta dudas: se trata de que las empresas paguen por llegar a las mejores posiciones, algo que es posible potenciar desde el mismo agregador de noticias.
Nuevo copyright
El proyecto de ley que se debate en Alemania y que quizá esté listo a partir de la primavera plantea un nuevo estilo de copyright para proteger el contenido creado por los periodistas. La legislación exigirá el pago de una suma a todo el que use sin acuerdo previo materiales originales de periodistas o blogueros en motores de búsqueda y agregadores de noticias, siempre que de esa utilización se deriven ingresos comerciales. Los agregadores suelen mostrar el título y una entradilla con un enlace a la página del medio correspondiente. Aunque las empresas periodísticas se frotan las manos pensando en la tasa, hay mucha oposición a esta medida, que podrían imitar países como Italia, Suiza, Austria o Portugal.
Entre los contrarios a la ley no está solo la gran empresa norteamericana, que por supuesto la rechaza. “Considerar la búsqueda y la agregación que hacemos como un robo de derechos es absurdo y falso”, declaraba un portavoz de Google Alemania. También existe oposición empresarial en otros sectores económicos alemanes, que ven en el proyecto un freno a su proceso de expansión. “Esta ley, única en el mundo, enviará una señal negativa a los inversores, como si no nos interesara el sector de la innovación de servicios on line”, declara al International Herald Tribune Bernard Rohleder, representante de la principal patronal de la industria tecnológica, conocida como BitKom.
Parte de los juristas alemanes expertos en propiedad intelectual también ha mostrado sus reservas, ya que la tendencia en países como Gran Bretaña y Holanda va dirigida a aligerar la legislación y las sanciones. En Canadá, la última reforma aprobada en junio prevé mayor permisividad al ampliar la posibilidad de un uso justo, fair use, de la información de otros e introducir excepciones para usos educativos o cómicos. Además, se reducen las sanciones y se introduce el aviso previo a las empresas que incumplan la norma, en lugar de la retirada inmediata de los materiales.
Difícil situación de la prensa
Grupos políticos como Los Verdes identifican la futura tasa alemana como un ataque a la libertad de expresión, postura a la que rápidamente se han unido los que luchan contra toda regulación en Internet, como The Pirate Party. La propia compañía Google ha intentado subirse al mismo carro con una campaña de movilización de sus usuarios. Pero ante su volumen de ingresos, su postura altruista resulta poco convincente.
Bajo el fuego cruzado de reclamaciones y denuncias es fácil descubrir la difícil situación de la prensa y los intentos de completar ingresos que ya no llegan ni por circulación ni por publicidad. Solo en España han cerrado 197 medios de comunicación desde 2008, entre ellos 22 diarios y 10 gratuitos, además de 20 televisiones locales, según un informe reciente de la Asociación de la Prensa de Madrid, que además señala que el paro entre periodistas se ha triplicado en el último año.
La misma crisis se ha registrado en el resto de Europa, donde la adaptación de las cabeceras a los modelos on line se ha gestionado de manera desigual, sin conseguir cubrir las expectativas. Mientras unos se han blindado en la suscripción de pago, otros han tenido que suavizar las exigencias ofreciendo gratis un número limitado de piezas, como The New York Times o Les Échos. Incluso los diarios creados a propósito para tabletas y teléfonos no han tenido los resultados previstos. The Daily, lanzado por Rupert Murdoch para llegar a esa audiencia, ha cerrado un año y diez meses después de su aparición, con solo un 20% de los abonados previstos, según recogía La Croix días antes del cierre definitivo en diciembre pasado.
Defensa de la competencia
La fortaleza de Google en el mercado también resulta un punto conflictivo. Tras salir airosa en una demanda ante las autoridades de la competencia de Estados Unidos –se le acusaba de haber abusado de su posición dominante en Internet para beneficiarse a costa de sus rivales–, la compañía americana se enfrenta todavía a otro examen, el de la Unión Europea, que se rige por criterios diferentes. Si ante la Comisión Federal de Comercio norteamericana Google se comprometió a hacer voluntariamente algunos cambios en su negocio de búsquedas, a la vez que invertía fuertes sumas en lobbying para mejorar su imagen, ahora tendrá que responder a una investigación que no aceptará cualquier promesa de enmienda.
El comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia, se ha mostrado convencido en varias ocasiones de que el buscador “desvía el tráfico” a sus propios servicios. “Están monetizando este tipo de negocio por la fuerte posición que tienen en el mercado de búsqueda general”, por lo que si la compañía responde con unas propuestas de modificación insuficientes, se plantearán sanciones económicas, señalaba en una entrevista publicada a mediados de enero en Financial Times.