Los empleados mayores de 55 años son clave para la sostenibilidad de las pensiones y la productividad de las empresas. El gobierno francés quiere impulsar su participación en el mercado laboral mientras que en España no existe una política decidida para aprovechar el talento sénior.
Los atribulados sistemas de Seguridad Social de las sociedades occidentales viven una tremenda paradoja, porque mientras muchos gobiernos se afanan en intentar un incremento de ingresos alargando la vida laboral de los que ya han llegado a la edad de jubilación, muchas empresas promueven la retirada temprana de los trabajadores que han cumplido los 55 años, los que se denominan los seniors. Es decir, cuando hacen falta más cotizantes que generen más ingresos a la Seguridad Social, muchos de ellos dejan de aportar al abandonar el mercado laboral anticipadamente.
No estamos ante esas grandes campañas de prejubilaciones que muchas grandes empresas, en el sector bancario o en el de las telecomunicaciones, por ejemplo, emprendieron a finales del siglo pasado con el inicio de la economía digital. En esos años, miles de trabajadores a partir de los 50 años fueron invitados a dejar sus empleos en condiciones tan ventajosas, que podían mantenerse sin perder nivel de vida y sin necesidad de trabajar hasta los 65 años.
Ahora no se dan estas grandes campañas empresariales y sectoriales, pero el empleo de los seniors sigue cayendo. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), uno de cada tres parados españoles es mayor de 50 años, y en 2022, el número de desempleados mayores de 50 años aumentó en 40.000 personas, en un ejercicio en el que se crearon 278.000 empleos.
Los empleados mayores cuestan más
Hay una razón que podemos considerar lógica a la hora de analizar el reemplazo generacional en el mercado laboral: la introducción de nuevas tecnologías en muchos sectores, que hace que las empresas prefieran nuevos perfiles adaptados a ellas en vez de invertir dinero en preparar a los empleados más antiguos que están ya cerca de la jubilación. Pero también hay razones de puro recorte de gastos que se traducen en el despido de los empleados mayores, independientemente de su cualificación y sus capacidades, simplemente porque son más caros para la empresa que los jóvenes, aunque éstos no puedan desempeñar las mismas tareas.
Sin embargo, esos empleados seniors sí son “rentables” desde el punto de vista de las cuentas públicas, porque al tener nóminas más altas, también pagan más impuestos y soportan –junto con sus empresas– cotizaciones a la Seguridad Social más cuantiosas. Además, un parado de más edad también tiene derecho a una prestación por desempleo mayor, por lo que el “agujero” es doble: menos ingresos por impuestos y cotizaciones, y más gasto en prestación por desempleo.
Por eso, algunos gobiernos, acuciados por el creciente déficit de los sistemas de Seguridad Social, ven en la protección del empleo sénior una de las formas para disminuir gastos e incrementar ingresos públicos. El ejecutivo de Emmanuel Macron en Francia ha preparado durante meses una ambiciosa reforma del sistema de pensiones que ha encontrado una fuerte contestación social. La nueva ley, finalmente aprobada por decreto, además de retrasar de los 62 a los 64 años la edad de jubilación y ampliar el periodo de cómputo para cobrar la pensión completa, incide de manera especial en la preservación de los empleos de los mayores de 50 años en las empresas. Así, la reforma incluye medidas para promover el empleo sénior, que va a obligar a las compañías con más de 1.000 trabajadores a mantener un determinado porcentaje de empleados mayores de 55 años. Un índice que medirá el grado de compromiso de las empresas y que “ayudará a cambiar la perspectiva del mundo del trabajo respecto a las personas mayores”, según la primera ministra, Elisabeth Borne.
Incentivos para contratar a trabajadores veteranos
En la tramitación en el Senado del proyecto de ley de reforma de las pensiones se había aprobado un modelo de contrato para impulsar el empleo entre los mayores que, entre otras cuestiones, eximiría de cotizaciones a las empresas que crearan empleo sénior. Aunque la medida no entrará en vigor, pues el gobierno no la ha aceptado por el coste en pérdida de recaudación para la Seguridad Social, sí indica una preocupación interesante de los políticos, desde el punto de vista económico y social.
Muchas empresas abandonan sus planes de prescindir de los empleados seniors, porque se dan cuenta de que se puede seguir sacándoles partido y porque no es tan fácil suplirlos con trabajadores jóvenes
En España, dentro del proceso de reforma de la Seguridad Social que tiene en marcha el gobierno, se han adoptado medidas para penalizar la jubilación anticipada de los trabajadores y para favorecer la permanencia en el mercado laboral de los que ya tienen derecho a jubilarse, por ejemplo, compatibilizando el cobro de una pensión con los ingresos de un trabajo. La legislación también prevé algunos beneficios fiscales y sociales, como reducciones en las cotizaciones a las empresas que creen empleo sénior. Pero no hay una política decidida ni en el sector público ni en el privado para fomentar y aprovechar el talento sénior.
Hace falta, porque según el informe Mapa del Talento Sénior, que realiza el Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre, España se encuentra entre los peores países de la UE en creación y mantenimiento de empleo entre los mayores de 55 años. La tasa de empleo entre 55 y 70 años, que mide la relación entre los que realmente trabajan y los que podrían hacerlo, en España es del 41%, por debajo de la media europea (60%). Además, el crecimiento del paro en ese colectivo en los últimos años, del 181%, es el segundo del continente, sólo superado por Italia con el 200%. A pesar de ello, la EPA de diciembre de 2022 todavía muestra una tasa de paro menor entre los mayores de 55 años que la media nacional: del 12,9% frente al 14,6%.
Para retener a los seniors
La Fundación Haz, que estudia el buen gobierno, la rendición de cuentas y el impacto social de las instituciones, acaba de publicar el II Informe Carrera y Talento Sénior 2022, que tiene como objetivo mejorar la gestión de la plantilla más longeva de las principales empresas españolas. Del análisis de las prácticas de las compañías cotizadas, los expertos de la Fundación han elaborado una serie de recomendaciones para preservar y fomentar el empleo de los mayores en las empresas, como fomentar los equipos de trabajo multigeneracionales para integrar mejor a los profesionales jóvenes con los seniors, poner en marcha planes para hacer frente al envejecimiento de las plantillas o incluir en las políticas de diversidad los procesos de selección, promoción y formación del talento sénior.
Es un hecho que las legislaciones de los países desarrollados tienden a retrasar la edad de jubilación para evitar el colapso de los sistemas de Seguridad Social. Los franceses se han levantado contra el gobierno de Macron por el retraso de 62 a 64 años. En España, la edad de jubilación será de 67 años a partir de 2027. Y Grecia, Italia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y otros también la han fijado en los 67 años.
Por eso, muchas empresas están dando marcha atrás en sus planes de prescindir de los empleados seniors, aunque sean más caros, porque no es fácil explicar que se quiera alargar la vida laboral del empleado mientras se despide a las personas que ya han cumplido los 55 años. En alguna entidad financiera española ya han frenado estos planes masivos de prejubilaciones y jubilaciones anticipadas. En primer lugar, por el coste que suponen esas bajas, pero también porque los gestores empiezan a notar que se puede seguir sacando partido del talento y –esto es más reciente– porque a los empleados más jóvenes les cuesta desempeñar con la misma eficiencia los trabajos que dejan los más veteranos. El hecho es que desde el sector público y el sector privado está cambiando la percepción sobre la necesidad de mantener el empleo de los mayores de 55 años.