El diseño biofílico se impone en los nuevos entornos de trabajo

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The Helix, la nueva torre de oficinas de Amazon en Arlington, Virginia (EE.UU.)

 

“Imagínate que pudieras estar en la oficina sin tener que desplazarte a diario”, planteaba Mark Zuckerberg hace un año al comunicar el lanzamiento de su compañía en el metaverso… Es verdad que en el terreno laboral se ha ganado en flexibilidad con el trabajo a distancia. Pero también se ha ganado en el diseño de esos espacios productivos, ya sean las “oficinas pradera” con mesas sin asignación (hot desking), o los diferentes entornos colaborativos para interactuar entre compañeros. En este contexto aparece con fuerza la idea de “biofilia”.

Aunque sobre este tema habría mucho que hablar, tanto por sus pros como por sus contras, en la actualidad se tiende a acercar la naturaleza a esos entornos más allá de lo que puede suponer disponer de una terraza arbolada, un jardín de arena zen o un conjunto de bambúes. Hoy se quiere “naturalizar” todo. Y, en realidad, no es más que una manifestación de nuestra afinidad con la naturaleza. ¿Quién no percibe los beneficios saludables del contacto con la naturaleza?

Reconectar con el espacio natural

Esta nueva tendencia es sin duda una reacción a la desconexión entre las personas y el espacio natural, que se ha acrecentado durante largos años en nuestra sociedad moderna. Gran parte de la población activa pasa un porcentaje alto de su tiempo en espacios interiores; espacios a veces carentes de luz natural, mal ventilados, con insuficiente aislamiento acústico, y con unos materiales ajenos al mundo natural. Si a esto le sumamos la postura sedente prolongada que mantienen los trabajadores, sin apenas hacer ejercicio físico, es fácil que aflore la fatiga o el aburrimiento y, a largo plazo, los problemas físicos o psicológicos.

El contacto beneficioso con la naturaleza se ha convertido en un gran desafío para la salud y el bienestar físico y mental de las personas. Se ha comprobado que la naturaleza estimula el interés, la curiosidad, la imaginación y, sobre todo, la creatividad. Y estamos en un momento histórico en el que se precisa de la innovación y de la invención como del comer.

Nada puede ser mejor que unos espacios con abundante luz natural, con grandes ventanales que ayuden a percibir el transcurso del día. Y, ¿por qué no?, a oír el rumor del agua o el zarandeo de las hojas por el viento, incluso a oler el aroma natural de unas plantas de menta o sentir la textura y el colorido de unas flores como las gerberas. Más allá de lo puramente estético estos elementos contribuyen a despertar una serie de estímulos que repercuten positivamente en el rendimiento intelectual y, por tanto, en la productividad. De ahí que se busquen entornos de trabajo saludables, entornos entendidos como organismos biológicos o hábitats naturales en los que se perciba el lenguaje propio de la naturaleza.

En los edificios biofílicos se juega con las respuestas físicas, emocionales y cognitivas que desencadena la percepción de lo natural

El concepto de biofilia (amor a la vida) fue creado inicialmente por Erich Fromm. Más tarde, el biólogo de Harvard E.O. Wilson descubrió la interacción que existe entre el contacto con la naturaleza y el desarrollo psicológico del ser humano. Hoy en día, en continuidad con esos estudios, se entiende por biofilia “La innata afinidad humana por la naturaleza”: así la definió Stephen Kellert, quien posteriormente desarrolló junto a E. Calabrese los principios prácticos del diseño biofílico, recogidos en su libro The Practice of Biophilic (2015). Pocos años antes ya se habían construido edificios verdes con jardines colgantes verticales. Uno de los más conocidos es el edificio residencial y comercial One Central Park (2013), ubicado en Sydney.

One Central Park (2013), Sydney (CC: MDRX)

Actualmente, gracias a la aplicación de este concepto, se han diseñado edificios que, además de ecológicos, son biofílicos. Es decir, edificios en los que se juega con las respuestas físicas, emocionales y cognitivas que desencadena la percepción de lo natural, aunque también se ha demostrado que se dan respuestas similares con imágenes atractivas de la naturaleza, materiales naturales, figuras o formas orgánicas. Son edificios, por tanto, en los que se busca la armonía del conjunto, tanto en el exterior como en el interior, y en los que se utiliza estratégicamente la biomimética (la imitación de la vida), para adecuar todo a las leyes de la naturaleza. De ahí que un edificio biofílico evoque en su volumen exterior determinadas formas naturales. Y en sus espacios interiores, además de tener en cuenta los parámetros tradicionales (ventilación, temperatura, humedad…), integre en su diseño la vegetación (árboles, jardines verticales, techos verdes…).

Y para que esos espacios sean multisensoriales –como recomienda Kellert en su libro– es conveniente introducir también sonidos naturales como el del agua (fuentes, acuarios…); y, por supuesto, utilizar materiales naturales como la madera, piedra, lana o cuero, que van a mejorar el confort, la activación de la mente y, por ende, la participación. En este sentido es interesante ver el proyecto de oficinas, realizado por Yazgan Design Architecture, para la empresa OIZ en Ankara (Turquía). De igual modo, Kellert aconseja construir senderos lo más cerca posible (con vegetación abundante) para poder caminar al aire libre. El edificio y su entorno es concebido como un todo que tiene en cuenta el “efecto isla de calor”, las emisiones de carbono y la biodiversidad.

Interior de las Oficinas de OIZ en Ankara (Turquía), Yazgan Design Arquitecture 2020, Foto: Emre Dörter

La Hélice de Amazon

La empresa Amazon es de las que ha apostado por el diseño biofílico en sus oficinas, y está a punto de inaugurar en Arlington (Virginia), a las afueras de Washington D.C., su segunda sede más importante (HQ2), un edificio verde (de cero emisiones netas de carbono y 100% de energía renovable). Se trata de una torre, llamada The Helix, que destaca por su forma de espiral y por sus dos pasarelas transitables al aire libre –rodeadas de plantas y árboles– que ascienden por el exterior del edificio formando una doble hélice. Estas rampas exteriores están pensadas como lugares de trabajo alternativos, y conectan con todo su entorno circundante (Pen Place), creando un sistema de espacios verdes entrelazados con calles multimodales para peatones y bicis. Un entorno verde lleno de vida, con tiendas, restaurantes, guarderías, etc.

 

Alrededores de Pen Place, Arlington (Virginia)

Pero lo más destacable del edificio de Amazon no es tanto su arquitectura en sí, como la respuesta que el diseño biofílico da a un nuevo modo de trabajar en interacción constante con la naturaleza. Sin duda estamos ante un nuevo escenario en el que conviven las diversas formas de trabajar en entornos flexibles e inspiradores, diseñados para reducir el estrés y mejorar el estado anímico de los empleados, con otras formas de fomentar las relaciones personales, la comunicación entre equipos y el ejercicio físico en entornos amigables.

“Se trata de humanizar los espacios de trabajo, no de que las personas tengan su vida en la oficina” (Beatriz Aguayo)

Es verdad que detrás de todo esto late la importancia de reducir la tasa de absentismo laboral, uno de los grandes problemas de la sociedad actual. Pero, como ha señalado Beatriz Aguayo, diseñadora de Steelcase: “Se trata de humanizar los espacios de trabajo y huir de una malentendida productividad. No se trata de que las personas tengan su vida en la oficina, pues esa productividad mal entendida se puede convertir en algo que va contra la salud mental. El exceso puede ir en contra del bienestar del trabajador”.

Trabajo presencial saludable y productivo

Está claro que las interacciones virtuales en el trabajo tienen su cuota y su techo, pero sigue siendo más valorada la presencialidad. De momento, pese a lo que imagina Zuckerberg, el espacio virtual no logra reemplazar del todo al espacio físico, aunque tal vez lo más valorado sea la variedad de opciones. En cualquier caso, está claro que la apuesta por el diseño biofílico confirma el valor del trabajo presencial de calidad: saludable y productivo. Y confirma que no solo depara recompensas emocionales e intelectuales –incluso espirituales, según Kellert–, sino que ayuda a reencontrarse y descubrirse en la naturaleza.

Como dijo el escritor Henry Beston: “La naturaleza es parte de nuestra humanidad, y sin cierta conciencia y experiencia de ese misterio divino, el hombre deja de ser hombre. Cuando las Pléyades y el viento que ondula la hierba dejan de formar parte del espíritu humano, parte de la misma carne y hueso, el hombre se convierte, por así decirlo, en un forajido cósmico, que no tiene ni la totalidad ni la integridad del animal, ni el derecho inherente de una verdadera humanidad.”

 

Paris Smart City 2050, Vincent Callebaut Architectures, 2014-2015 (imagen: www.vincent.callebaut.org)

El diseño biofílico también se ha empleado con éxito en hospitales, y se puede hablar de un urbanismo biofílico, como el desarrollado en Singapur, una de las ciudades más responsables en el ámbito ecológico. En ese enclave asiático se están explorando todas las conexiones e interacciones posibles entre ciudad y naturaleza. También la capital francesa, por otra vía distinta, lidera un ambicioso Plan Verde: 2050 Paris Smart City, en el cual se contempla la construcción de ocho torres inteligentes y verdes con formas inspiradas en la naturaleza, todas ellas situadas en zonas emblemáticas de París.

Algunos ya vislumbran el futuro de los edificios biomorfistas, y piensan que incluirán la agricultura vertical (farmscrapers), una especie de granjas urbanas en altura que servirán no solo para cultivar alimentos, sino para rentabilizar más la energía positiva que genera el propio edificio. Pero este tema nos daría para largo y tendido, y merecería un nuevo artículo.

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