“Es posible paliar el sufrimiento sin matar”

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El Tribunal Constitucional alemán, en Karlsruhe (CC Nicola Quarz)

Berlín.— El Tribunal Constitucional alemán (BVerfG) ha declarado inconstitucional un artículo del Código Penal, introducido en 2015, que prohibía la “promoción comercial del suicidio”.

La sentencia, dictada el 26 de febrero, deroga la llamada “ley de suicidio asistido”, aprobada en 2015 por el Bundestag. El proyecto, promovido por el democristiano Michael Brand y la socialdemócrata Kerstin Griese, permitía el suicidio asistido “por motivos altruistas”, pero penaba con hasta tres años de cárcel a quien lo promoviera “por motivos comerciales”. Dicha prohibición se introdujo en el Código Penal con un nuevo artículo, el 217, que es el que ahora el BVerfG ha declarado inconstitucional.

Al anunciar la sentencia, el presidente del BVerfG, Andreas Vosskuhle, declaró: “Podemos intentar todo para cambiar la opinión de alguien que quiere morir, pero tenemos que aceptar las últimas consecuencias de su decisión libre”. Es decir, que todos –y no solo enfermos incurables– tienen derecho a decidir por sí mismos morir con ayuda de prestatarios profesionales de servicios.

Si bien esta sentencia implica que las empresas de asistencia al suicidio pueden actuar con impunidad, no significa que las personas que quieran suicidarse puedan hacer valer frente a terceros un derecho a que les presten dicha ayuda. Tampoco los médicos están obligados a prescribir preparados letales, pues sigue vigente el art. 216 del Código Penal, que prohíbe el “homicidio a petición”. Los jueces invocan precisamente el hecho de que los médicos, por las exigencias de su profesión, “solo en casos excepcionales” están dispuestos a cooperar al suicidio, para afirmar que “existe una demanda real de ofertas comerciales de asistencia al suicidio”.

Ahora bien, la sentencia no prohíbe que el legislador regule legalmente, por medio del Derecho Penal, la actividad de dichas asociaciones, como la suiza Exit, la más conocida en el mundo. El Tribunal añade algunas posibilidades concretas, por ejemplo, las obligaciones de recibir información y guardar un tiempo de espera (como para abortar), y de exigir ciertos requisitos a los prestatarios de tales “servicios”.

“Esta sentencia supone una ruptura en nuestra cultura, orientada por la afirmación y la promoción de la vida”

En el semanario liberal Der Spiegel, Thomas Fischer defiende la sentencia, pues considera que la ley aprobada en 2015 era la propuesta “más reaccionaria, enemiga de la libertad y antifilantrópica” de las cuatro que se presentaron al Bundestag, y anteponía una “ideología de protección abstracta de la vida a la necesidad de una ayuda concreta”. Sin embargo, “la decisión autónoma de morir –en la medida de lo posible– es parte de la vida que las personas desean, con razón, hoy en día”. Según Fischer, la sentencia del BVerfG “ofrece la oportunidad para una gestión racional y conforme a la dignidad humana del fallecer y la muerte”. El semanario cita también a dos médicos; uno de ellos, Matthias Thöns, especialista en cuidados paliativos, dice: “Es una buena sentencia para personas en situaciones desesperadas, a las que ahora de nuevo podemos tratar de modo totalmente normal, de acuerdo con nuestra conciencia”.

Presiones

Más numerosas han sido las reacciones contrarias. El político democristiano Hermann Gröhe, hasta 2018 ministro de Sanidad, lamenta la decisión de los jueces: “Creo que, en contra del texto expreso de la decisión, esta abonará el camino a la normalización del suicidio como opción de tratamiento”. Michael Brand, uno de los promotores de la ley ahora anulada y presidente de la comisión de Derechos Humanos en el Bundestag, considera que “para muchas personas que se ven expuestas a una gran presión en relación con el suicidio, esta sentencia tendrá un efecto muy peligroso, en parte letal”. Brand aduce que está comprobado que ofertas comerciales conducen a más suicidios, “más allá del pequeño número de personas que lo decide de modo completamente libre”.

El presidente de la Conferencia Episcopal católica, el cardenal Reinhard Marx, y el del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, Heinrich Bedford-Strohm, han publicado un comunicado conjunto: “Esta sentencia supone una ruptura en nuestra cultura, orientada por la afirmación y la promoción de la vida”. Temen que “las ofertas organizadas de suicidio supongan una presión sutil para que personas ancianas o enfermas hagan uso de esas ofertas. Cuanto más accesibles se hagan esas opciones, tanto mayor será el peligro de que las personas en una situación extrema se vean presionadas, interna o externamente, a aceptar tal opción para poner fin a sus vidas”. Recalcan que la dignidad de la persona no se mide por su capacidad productiva, su utilidad, su salud o su edad: “Es expresión de que Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza y de que la persona es responsable de su vida ante Dios”. Tras recalcar que las Iglesias continuarán ofreciendo ayudas y acompañamiento a las personas en situaciones vulnerables, afirman que seguirán empleándose “para que, en nuestro país, las ofertas organizadas de suicidio asistido no se conviertan en una normalidad aceptada”.

Por su parte, el presidente del Colegio Alemán de Médicos, Klaus Reinhardt, considera positivo que el Tribunal haya subrayado “que no se puede obligar a ningún médico a cooperar en un suicidio”, pues la misión de los médicos “es, respetando el derecho a la autodeterminación del paciente, salvaguardar la vida, proteger y restablecer la salud, así como paliar los sufrimientos y atender a los moribundos hasta el final. La asistencia al suicidio no forma parte de los deberes de los médicos”.

La sentencia ha sido duramente criticada por la Fundación Alemana para la Protección de los Pacientes”. Su presidente, Eugen Brysch, ha expresado el temor de que cualquiera, en cualquier momento, pueda ofrecer asistencia al suicidio, con lo que este “se convertiría en una opción terapéutica aceptada”. Brysch subraya que la sentencia “puede sonar a autodeterminación, pero pasa por alto la realidad”, pues más de la mitad de las personas prefieren un asilo al suicidio”. Con la mayor presión a personas ancianas y débiles “cambiará completamente la solidaridad con las personas que buscan ayuda en nuestra sociedad”. También la Fundación Alemana de Cuidados Paliativos incide en la crítica: “Facilitar el suicidio se convertirá en un servicio normal”. Thomas Sitte, especialista en cuidados paliativos, afirma: “Las experiencias en otros países muestran que la oferta crea demanda. Es posible paliar el sufrimiento sin matar”.

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