Suicidio juvenil: ante el vértigo de la vida

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Gecko Studio / Shutterstock

Un ligero aumento de los suicidios de adolescentes viene observándose desde la pandemia. Aún es pronto para deducir si se trata de un pico estadístico o una tendencia creciente, y los expertos se quejan de la falta de medios sociosanitarios y de planes preventivos para afrontarla.

Kevin Hines tenía 19 años y sufría trastorno bipolar cuando en septiembre del año 2000 decidió arrojarse desde el puente Golden Gate de San Francisco, uno de los lugares más atractivos del mundo para los suicidas desde su inauguración en 1937, hasta que el 28 de junio de 2014 las autoridades decidieron colocar una red de acero de más de 30 kilómetros para intentar acabar así con un triste registro de casi 1.700 muertes. “En el momento en que solté la barandilla tuve un arrepentimiento instantáneo; pero era demasiado tarde”, recordaba en la revista Mosaic. Se rompió la columna, pero logró mantenerse a flote hasta que lo rescataron. De las 25 o 26 personas que han sobrevivido saltando desde el Golden Gate, 19 confesaron después que se arrepintieron nada más saltar.

El suicidio es un problema creciente de salud pública, con unas 800.000 muertes al año a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud; una tasa media de 15 suicidios consumados y de 20 tentativas por cada 100.000 personas, aunque hay notables diferencias entre países, y datos poco precisos e incompletos, sobre todo en regiones poco desarrolladas, como África. En algunos países puede ser “ilegal” morir por suicidio o puede ser que “suicidio” no sea una opción disponible en un certificado de defunción. En algunos lugares los suicidios son objeto de fuertes tabúes sociales o pueden acarrear consecuencias legales, y por eso la familia puede no estar dispuesta a compartir información, por lo que a veces se clasifican como accidentes.

Entre 2010 y 2021, EE.UU. registró 40.000 suicidios de jóvenes de 10 a 24 años de edad

Aunque se dan a todas las edades, la mayor parte de estos incidentes ocurre entre los 40 y los 60 años, y los varones suicidas triplican a las mujeres.

Además, en los últimos años, varios informes han alertado del aumento de casos entre los más jóvenes. Un estudio coordinado por el Instituto de Salud Mental de Estados Unidos y publicado a finales de julio en la revista JAMA ha observado que las tasas de suicidio entre los preadolescentes (de 8 a 12 años) de ese país han aumentado un 8% anual desde 2008 hasta 2022 y esta es ahora la quinta causa de muerte en chicos y chicas. Entre 2010 y 2021 el Sistema de Notificación de Muertes Violentas de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos registró unos 40.000 suicidios de jóvenes de 10 a 24 años, unos 4.000 anuales, sobre todo entre afroamericanos, hispanos y otras minorías étnicas. Si bien el total de suicidios entre preadolescentes es pequeño en comparación con el de adultos, los investigadores subrayan la necesidad de esfuerzos de prevención adecuados a la edad.

EE.UU.: Aumentar las barreras en el acceso a las armas de fuego

Tres de cada cinco jóvenes que se suicidaron en Estados Unidos no tenían un diagnóstico previo de problemas mentales, lo que sugiere escasez de vigilancia y de estrategias de prevención. “Es necesario aumentar el acceso equitativo a la detección, el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos mentales para todos los jóvenes”, dice Jennifer Hoffmann, del Hospital Infantil Ann & Robert H. Lurie, de Chicago, y profesora de Pediatría en la Universidad Northwestern. También recuerda que los padres deberían hablar más con sus hijos sobre posibles preocupaciones o situaciones angustiosas que podrían estar experimentando.

Los expertos destacan la necesidad de aumentar las barreras al acceso a las armas de fuego, dada la naturaleza impulsiva de muchos suicidios juveniles. Se estima que 22,6 millones de niños estadounidenses viven en hogares con armas. Entre los jóvenes de 18 a 20 años, las armas están implicadas en la mitad de los suicidios, según otro estudio publicado en agosto en American Journal of Public Health, en el que Emma E. Fridel, de la Universidad Estatal de Florida, escribe que “actualmente no existen restricciones federales –sí en algunos estados– para comprar armas largas o municiones”. Su análisis muestra que las leyes estatales que aumentan la edad mínima para comprar armas de fuego a los 21 años se asocian con una reducción del 12% en los suicidios en jóvenes. Y si además exigen un permiso especial antes de comprar armas, la disminución es del 39%.

Predictores del intento de suicidio

Junto a las trabas de acceso a medios para cometer suicidio, es esencial conocer los “gatillos” biológicos y biográficos para así establecer planes de prevención. Un estudio de la Universidad Warwick, en Inglaterra, publicado también en julio en Nature Human Behaviour, ha identificado algunos predictores conductuales y biológicos, tasa elevada de glóbulos blancos, neuroticismo, experiencias traumáticas, angustia, sentimientos de inutilidad y una reducción de la materia gris en el cerebro. Los autores emplearon datos de medio millón de participantes del biobanco del Reino Unido, así como escáneres cerebrales, muestras de sangre y cuestionarios. Mediante inteligencia artificial extrajeron unos 400 tipos de comportamientos, factores biológicos y genéticos.

En EE.UU. aumentó el número de suicidios o de pensamientos autolíticos en 2014 y 2018, tras el suicidio de varias celebridades

Según Jianfeng Feng, del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Warwick, “los 16 predictores principales mostraron una alta precisión a la hora de distinguir a los individuos con y sin intentos de suicidio. Además de los relacionados con la enfermedad mental y la depresión, destacaban las experiencias negativas de la infancia, entre ellas las agresiones sexuales”.

No hay que olvidar el factor contagio o “efecto Werther”, por el conocido personaje de Goethe. Otro análisis de la Universidad de Columbia aparecido recientemente en Science Advances informaba del aumento de suicidios y de pensamientos autolíticos en Estados Unidos tras el suicidio del actor Robin Williams en 2014, el de la diseñadora de moda Kate Spade y el del chef Anthony Bourdain en 2018. De ahí las cautelas siempre polémicas a la hora de informar sobre estos sucesos por parte de los medios de comunicación.

En España, menos incidentes

España tiene una tasa de suicidios de entre 8 y 9 por 100.000 habitantes frente a los 16 de Estados Unidos o los 13 de Francia (en 2022, España registró 4.227 suicidios, y 3.952 en 2023). En marzo del año pasado, El País informaba de que los suicidios entre los niños españoles de 10 a 14 años estaban “en alza desde 2019”, y que el dato de 2021, con 22 suicidios, había sido el mayor en los últimos 30 años. Añadía, en cambio, que, en el siguiente grupo de edad, de 15 a 19 años, los 53 suicidios de 2021 estuvieron “por debajo de la media de las últimas cuatro décadas”.

En un comentario publicado en Malaprensa, el sociólogo Josu Mezo matizaba que, atendiendo a la serie histórica, la tendencia es más bien de estabilidad desde 1990 hasta 2012, y un ligero crecimiento desde 2012 hasta 2021. Precisaba que la subida de 2021, quizá motivada por la pandemia, sí es muy llamativa.

Aun así, “ese valor tan alto de 2021 puede ser un pico en la montaña rusa estadística de las últimas décadas, o puede ser el inicio de una serie de años con valores más altos”. A su juicio, “son más relevantes los datos del grupo de edad de entre los 15 y los 19 años, ya que son muchos más casos“. En esepcial, llama la atención “la caída enorme de la tasa, de casi dos tercios”, de 3,59 por 100.000 en 1988 a 1,25 por 100.000 en 2010. “Después ha habido un repunte, hasta un pico [de 3,05 por 100.000] en 2018, seguido de valores más bajos en los tres años siguientes”.

Sin embargo, la Fundación Española para la Prevención del Suicidio indica en su último informe que, si bien en 2022 se quitaron la vida 13 niños menores de 15 años, frente a los 22 de 2021, en 2022 destaca el aumento del suicidio adolescente (de 15 a 19 años): mientras que en 2021 hubo 53 casos (28 chicos y 25 chicas), en 2022 fueron 75 (44 chicos y 31 chicas). También es preocupante el aumento entre las mujeres jóvenes (15 a 29 años): 79 en 2021 y 117 en 2022.

Limitar el riesgo de recaída

Cualquier suicidio siempre es una pérdida evitable que altera la lógica humana y el arraigado instinto de supervivencia, pero su dramatismo se multiplica cuando afecta a gente joven.

“Es fundamental que los niños [ingresados por intento de suicidio] reciban atención rápidamente después de salir del hospital, a fin de limitar el riesgo de recaída a corto plazo”, explicaba en Le Monde Alicia Cohen, psiquiatra infantil del Hospital Robert Debré, en París. En la población general, este riesgo es del 15% al año siguiente. Pero la falta de seguimiento y de especialistas agrava el problema. Las estructuras sanitarias que existen están saturadas.

Junto a la crisis de la pandemia y el clima de ansiedad que esta generó, los jóvenes hablan de falta de perspectiva vital, de una vida social degradada, de la presión académica y del acoso escolar o cibernético. Las medidas preventivas no deben obviar los antecedentes familiares, las enfermedades crónicas, la impulsividad, el consumo de drogas o alcohol, o una ruptura sentimental. Ni mucho menos los trastornos psiquiátricos, como la depresión o la anorexia, ni los emocionales.

Y en cuanto al papel de la familia, este es fundamental. Los padres deben permanecer atentos siempre que haya un cambio de conducta. “Cualquier comentario suicida debe tomarse en serio”, aconseja Cohen.

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