Más igualdad entre naciones, más brecha entre arriba y abajo

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No hay economista actual cuyo nombre aparezca más ligado a la denuncia de las desigualdades que el francés Thomas Piketty, autor de El capital en el siglo XXI. Piketty, junto con otros economistas, dirige el World Inequality Lab, que ha constituido una amplia base de datos para comparar las desigualdades en el mundo, a partir de datos fiscales y de la contabilidad nacional de más de cien países. Tras un primer informe en 2017, ahora acaba de publicar una segunda entrega (1), en la que tiene en cuenta las repercusiones de la crisis del covid-19.

Para medir la desigualdad, el informe compara la parte de la renta y del patrimonio captados por el 10% más rico y por el 50% con menos ingresos, en las diversas regiones del mundo.

Europa, la menos desigual

Europa es la región con menos desigualdad, ya que el decil superior (10% más rico) obtiene el 35,8% de la renta. Es la única región en la que la clase media capta una parte de la renta (45%) superior a la del 10% más rico, mientras que el 50% inferior se reparte el 19% de la renta. En los EE.UU. la proporción es del 41% para la clase media frente al 46% para el decil superior.

España se mantiene en la tónica europea. El 10% más rico obtiene el 34,5% de la renta, mientras que la clase media participa con el 44,4% y el 50% inferior se queda en el 21%. Es una distribución menos igualitaria que la de los países nórdicos o la de Francia, pero más que la de Alemania o la del Reino Unido.

A la inversa, la mayor desigualdad se da en Oriente Medio y África del Norte, donde el 10% de los más ricos captan el 58% de la renta. “Allí, una élite económica y política muy acomodada goza de niveles de prosperidad próximos a los de países de alta renta, viviendo al lado de individuos en situación de extrema pobreza”, dice el informe.

Las disparidades entre naciones han bajado, pero dentro de cada país han aumentado en casi todas partes

También persiste gran desigualdad en Latinoamérica, donde la participación del decil superior en la renta nacional es el 55,4%, así como en el África subsahariana (55,7%), en Rusia (46,7%) y en Norteamérica (45,7%).

En China, desde la apertura de Deng Xiaoping en 1978, centenares de millones han salido de la pobreza. Pero también se han creado desigualdades importantes: el 10% más rico capta el 42% de la renta, contra el 14,5% de la mitad más pobre.

Menor diferencia entre naciones

La evolución de China muestra las limitaciones del método de medición de las desigualdades. Al comparar al 10% más rico con el 50% de menos ingresos, podemos tender a pensar que estos son cada vez más pobres. Pero no es así. Desde hace treinta años, las disparidades entre naciones han bajado. Los progresos en esperanza de vida, en educación, en alimentación, en mortalidad infantil… han nivelado muchas diferencias. Ya no tiene sentido dividir el mundo entre países ricos y “el resto”, supuestamente pobre.

La mayoría de la gente (el 75%) vive en países de ingresos medios y sigue avanzando. De hecho, la parte de las rentas obtenidas por el 50% de menos ingresos a nivel mundial ha pasado del 5% al 8,5% en los últimos cuarenta años. La globalización permitió el ascenso de países muy poblados como China, India o Brasil, donde buena parte de los habitantes ha salido de la pobreza. Y la parte de la renta del 10% más rico a nivel mundial alcanzó un máximo en 2000 con el 57% y luego ha bajado al 52%.

En el capitalismo de Estado de China hay tanta desigualdad como en el capitalismo a secas de los EE.UU.

También la renta nacional por adulto crece en todas las regiones, pero a muy distinto ritmo. En el promedio mundial, la renta per cápita aumentó un 60% desde 1980, hasta alcanzar los 16.800 euros en 2020.

En ese periodo, el gran salto adelante lo dio Asia del Este (18.039 euros), multiplicando casi por cuatro su renta por habitante de 1980. En cambio, el África subsahariana, que en 1980 estaba algo mejor que China, solo ha visto aumentar la renta per cápita en un 4%, para situarse en 5.100 euros.

En las últimas cuatro décadas, Norteamérica y Europa han experimentado un crecimiento de la renta per cápita del 77% y del 50%, respectivamente. En cambio, el crecimiento en la renta per cápita ha sido insignificante en Latinoamérica (2,3%), en Oriente Medio y el Norte de África (0,5%) y en el África subsahariana (4%), mientras que en Rusia ha sido del 10%.

Las disparidades de riqueza son mayores

Pero si las disparidades entre naciones han bajado, las desigualdades dentro de cada país han aumentado en casi todas partes. “En el capitalismo moderno –apunta el informe–, el grupo de ingresos de un individuo (si pertenece al 50% de abajo o al 1% de arriba) importa más que su nacionalidad para determinar los niveles de desigualdad global”.

Las disparidades de patrimonio (vivienda, depósitos bancarios, acciones…) son más fuertes que las de la renta, y no dejan de crecer. Mientras que el 10% más rico posee el 76% de la riqueza mundial, el 50% de los de menos ingresos no posee más que el 2%. Entre ambos extremos, la clase media posee el 22% de la riqueza.

Sin duda, es más fácil que los ricos aumenten su patrimonio. Pero a medida que se expande la clase media, también esta se hace con una parte no desdeñable del pastel, especialmente en el patrimonio inmobiliario.

Europa es la única región en la que la clase media capta una parte de la renta nacional superior a la del 10% más rico

Europa vuelve a ser la región en la que la riqueza está más repartida, ya que el 10% más rico acapara “solo” el 58% del patrimonio. En todas las demás regiones, su parte de la riqueza roza o supera el 70%, sin que en ninguna se observe una disminución de la desigualdad. Las desigualdades son particularmente marcadas en Latinoamérica y en Oriente Medio y África del Norte, donde el 10% más rico acapara hasta un 76%.

En China, las desigualdades de patrimonio han aumentado para situarse al mismo nivel que las de EE.UU. (69%). En lo que se refiere a la desigualdad en la riqueza, el capitalismo de Estado de China da el mismo resultado que el capitalismo a secas de los EE.UU.

Lo más llamativo es siempre la parte de riqueza acumulada por el 1% más rico, parte que va desde el 25% en Europa hasta el 45% en Latinoamérica, pasando por el 34% en Norteamérica. Desde 1995, el 1% más rico ha captado el 38% de la riqueza creada, contra el 2% de la mitad de menos ingresos. Y esta tendencia se ha visto acelerada por la pandemia: la escalada de los mercados bursátiles ha inflado la cotización de las acciones y el valor de los patrimonios financieros.

Más ricos, mayor huella carbónica

Las desigualdades de renta y de patrimonio se reflejan también en la desigual impronta carbónica. En lo que se refiere a emisiones de dióxido de carbono (CO2) per cápita, los países ricos son los más contaminadores. Y, en el seno de cada país, los más ricos son también los que más energía consumen y, por tanto, los que dejan mayor huella carbónica.

Mientras que el 10% más rico posee el 76% de la riqueza mundial, el 50% de los de menos ingresos no posee más que el 2%

En los EE.UU., el 10% más acomodado emite 73 toneladas de CO2 por persona y año, frente a 9,7 toneladas del 50% más pobre. Le sigue el 10% más rico de China (40 toneladas contra 3,1 de los más pobres). En Europa la brecha es menor (29,2 toneladas frente a 5,1), y el África subsahariana es la que menos emite (7,3 toneladas contra 0,5 de los más pobres). Pero eso solo refleja la escasez energética de África, por lo que es de esperar que con el mayor desarrollo deje una huella carbónica mayor.


 

(1) Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez, Gabriel Zucman et al., World Inequality Report 2022, World Inequality Lab, París (2021).

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