Un contrato estable para empleados más jóvenes

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La temporalidad genera falta de compromiso del trabajador con la empresa y esto afecta negativamente a la productividad

Desde el comienzo de la crisis económica y financiera en 2007 la tasa de paro en España ha aumentado del 8,3% en 2007 al 23,3% en el primer trimestre de 2012. El número de parados ha alcanzado los cinco millones y, según las previsiones, seguirá aumentando. Esta realidad se hace aún más grave cuando se compara la evolución sufrida en España con la del resto de los países europeos. Ellos también han sufrido la crisis con una caída muy fuerte del PIB, incluso mayor que la nuestra, y sin embargo han logrado que la tasa de paro no suba mucho.

Ante esta realidad el Gobierno plantea una reforma laboral que tiene dos objetivos principales: la creación de empleo y la mejora de la competitividad. La pregunta que nos viene a la cabeza es: ¿los objetivos de esta reforma son acertados y suficientes en un mercado de trabajo como el español o por el contrario hay algo que se nos escapa?

A primera vista podemos decir que sí, que lo que hace falta en España es crear empleo, con el fin de disminuir el número de parados y equipararnos a nuestros vecinos de la UE. También la mejora de la competitividad de las empresas nos llevará a desarrollar una economía mucho menos dependiente de los ciclos económicos, evitando así una caída del empleo tan brutal como la vivida en los últimos años por depender tanto del sector de la construcción.

La reforma introduce un nuevo tipo de contrato indefinido, con un periodo de prueba de un año

La dualidad laboral

Pero se nos escapa una característica de nuestro mercado de trabajo que se relaciona de manera directa con la tasa de paro y la baja competitividad: es la llamada dualidad laboral o, dicho de manera coloquial, la alta tasa de contratos temporales que a se firman en España frente a los contratos indefinidos. Esta relación se acentúa en épocas de dificultades económicas, puesto que los primeros contratos en destruirse son los temporales que están unidos a la baja competitividad en las empresas por la falta de compromiso y la escasa productividad.

Las diferencias entre los contratos temporales e indefinidos genera en la sociedad un gran contraste. Encontramos, por un lado, los empleos ocupados por personas con contratos indefinidos que poseen una gran seguridad, un salario más o menos respetable y posibilidad de seguir una carrera profesional a lo largo del tiempo; son empleos ocupados generalmente por personas mayores. En contraposición, tenemos los empleos temporales, con características como salarios más bajos, pocas posibilidades de formación y crecimiento en la empresa, empleos que suelen ocuparlos los más jóvenes.

El origen del impulso del contrato temporal en España vino de la mano de la reforma de 1984 cuando la tasa de paro rondaba el 20,6%. La reforma de aquel año tuvo como objetivo principal la creación del mayor número de puestos de trabajo y uno de los medios para conseguirlo fue el impulso de la contratación temporal. El objetivo se consiguió, de modo que en 1991 la tasa de paro había disminuido hasta el 16,3%.

Flexible por temporal

La contratación temporal y la no renovación parece el sistema preferido por los empresarios a la hora de gestionar el empleo. Prueba de ello es que en las nuevas contrataciones frente al 6.5% de contratos indefinidos existe un 25% de temporales (el resto de contratos corresponden a contratos a tiempo parcial, contratos de formación, etc.). Este dato nos lleva a pensar que la temporalidad es la forma que el mercado laboral español tiene para ser flexible, o al menos así era antes de la reforma laboral. Lo interesante será ver cómo reacciona el mercado laboral ante las medidas introducidas con el fin de mejorar la flexibilidad interna de las empresas.

La temporalidad por sí misma no es mala, ya que los contratos de este tipo persiguen solucionar una necesidad coyuntural. El problema viene cuando se da una excesiva contratación temporal ya que tiene consecuencias nocivas para el mercado laboral y la economía: genera falta de compromiso del trabajador con la empresa y esto afecta negativamente a la productividad, y, a nivel más personal, provoca frustración entre los jóvenes que son incapaces de planificar un proyecto de vida por la falta de seguridad.

Un nuevo contrato indefinido

En la actualidad nos encontramos a niveles de paro superiores a los de 1984 y la alternativa del Gobierno para conseguir crear el mayor número de puestos de trabajo, ha sido la creación de un contrato nuevo, llamado “Contrato de trabajo por tiempo indefinido de apoyo a los emprendedores”. Este nuevo contrato está dirigido a las empresas que tienen menos de 50 trabajadores. Este tipo de contrato indefinido se favorece con especiales bonificaciones e incentivos cuando vaya dirigido a dos colectivos de personas especialmente afectadas por la crisis económica: jóvenes, entre 16 y 30 años, y mayores de 45 años.

A primera vista, este contrato parece la solución a los males, ya que promueve la contratación de los jóvenes con el fin de disminuir el 50% de paro juvenil que en la actualidad tiene España. Al mismo tiempo ofrece al empresario algo más de seguridad en la contratación a través del periodo de prueba de un año y, por último, crea estímulos con bonificaciones y reducciones fiscales. Es interesante puntualizar que, para que estas bonificaciones tengan efecto, el contrato ha de durar como mínimo tres años. Por lo tanto si se rescinde el contrato antes de cumplir este plazo los empresarios tendrán que devolver el importe recibido. Todo ello va encaminado a que con este contrato se reduzca la contratación temporal a favor de la indefinida.

La aprobación de la reforma laboral como Proyecto de Ley en el Congreso puede mejorar todavía algunos aspectos de este contrato. Si en la práctica funciona como pretende la teoría puede ayudar a reducir el paro juvenil y mejorar la contratación indefinida. Pero para valorar esto todavía tenemos que esperar a su aplicación real.

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