Audacias sin riesgo

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“Soy un pivot en la NBA, tengo 34 años, soy negro y soy gay”, ha escrito Jason Collins en el último número de Sports Illustrated. Y el coming out le ha valido más aplausos que si hubiera metido una cesta desde medio campo. Las noticias le presentan como el primer deportista en activo que se declara públicamente homosexual en el deporte profesional de EE.UU. Sin embargo, otros lo habían hecho también antes al retirarse, y el propio Collins está más bien al final de su carrera deportiva.

En cualquier caso, su declaración ha sido saludada como un gran gesto de coraje. La Casa Blanca lo ha encomiado con palabras que antes se reservaban para actos de valor en campos de batalla. Obama llamó a Collins “para expresarle su apoyo y le dijo que estaba impresionado por su valentía”. Y Michelle escribió en su cuenta de Twitter que el anuncio de Collins “es un gran paso adelante para nuestro país”.

El mundo de la NBA, descrito habitualmente como machista, ha arropado a Collins con calor. Jugadores, ejecutivos y directivos han hecho asistencias entusiastas al pivot, para que Collins no pueda fallar esta canasta tan esperada. “La abrumadora reacción positiva no me sorprende”, ha dicho David Sterne, comisionado de la NBA. “Nuestros jugadores son gente informada y ‘sofisticada’ en este tema, y nuestros equipos lo comprenden completamente”.

La reacción suscitada por la declaración de Collins indica que no hace falta hoy mucha valentía para que un personaje popular en EE.UU. revele que es gay

Que uno pueda manifestar con autenticidad lo que realmente es y siente, es algo positivo. Y si Collins se siente mejor declarando que es gay, nadie se lo va a impedir. Pero la misma reacción suscitada por la declaración de Collins indica que no hace falta hoy mucha valentía para que un personaje popular en EE.UU. revele que es gay.

De hecho, el lobby gay ha estado trabajando con las mayores ligas del deporte americano para favorecer que haya jugadores que saquen a la luz su homosexualidad, aunque sea con fórceps. Y las ligas de fútbol, hockey y baloncesto han incluido programas de educación en este sentido para jugadores novatos y veteranos. Todo está preparado para que a la salida del armario solo haya aplausos, por convicción o por seguir la corriente. Pero también habría que respetar a los jugadores que son homosexuales y que prefieren no declararlo, porque no lo consideran un rasgo definitorio de su personalidad deportiva.

El mismo hecho de que Collins haya hecho su declaración en Sports Illustrated, la biblia del deporte americano, indica que los medios de opinión pública dan hoy todas las facilidades para ser claro en este asunto.

E incluso es posible que el anuncio de Collins le sirva para prolongar su carrera deportiva, dentro o fuera de las canchas. El pivot queda libre de contrato a partir de julio y, según The New York Times, “a sus 34 años es un jugador secundario con limitadas capacidades”, y que “no figuraría en ninguna lista de los mejores jugadores para ser fichados”. De hecho, ni tan siquiera tiene la seguridad de jugar la próxima temporada.

Pero, a raíz de su anuncio, su suerte puede cambiar. Según comenta Tracy Connor en NBC News, “su decisión de salir a la luz pública puede valerle un contrato con un nuevo equipo, derechos de imagen con marcas patrocinadoras o incluso una sólida carrera fuera de la cancha”. Su actual patrocinador, Nike, ya ha dicho en un comunicado que “está orgulloso de él por su coraje”. Y el equipo que lo fiche tendrá una oportunidad para demostrar que es “inclusivo” y progresista. En suma, la audacia de Collins le expone a pocos riesgos.

Los que asumen verdaderos riesgos son los que, con la misma autenticidad que Collins, se atreven a salir a la cancha pública para revelar su opinión contraria a algunas pretensiones de los activistas gays

Los que asumen riesgos
En este asunto, los que asumen verdaderos riesgos son los que, con la misma autenticidad que Collins, se atreven a salir a la cancha pública para revelar su opinión contraria a algunas pretensiones de los activistas gays. Es lo que le pasó el año pasado a Dan Cathy, presidente de la cadena de restaurantes Chick-fil-A, que sufrió un boicot y amenazas de retirada de licencias en algunas ciudades, por declarar en una entrevista que su empresa apoyaba la familia tradicional, la de madre y padre. Corren riesgos las agencias católicas de adopción, a las que se les ha quitado las licencias en algunos estados por negarse a dar hijos en adopción a parejas homosexuales.

Necesita valor un investigador social como Mark Regnerus que publica un artículo diciendo que, según sus estudios, es más beneficioso para el niño criarse en una familia con padre y madre, por lo cual es denunciado por activistas gays ante las autoridades académicas de su universidad. Corre un riesgo el que fue homosexual y se atreve a decir que ya no lo es, gracias a una ayuda psicológica que en algunos sitios se intenta incluso prohibir. Pone en juego su carrera un actor que en Hollywood no está a favor del matrimonio gay, con el riesgo de que poderosos productores le den la espalda.

Si la valentía tiene que ver con el riesgo, para que una celebrity en EE.UU. se declare gay necesita hoy tanto valor como para revelar que pinta en su ratos libres. Hasta es posible que le compren los cuadros.

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