La vigente ley educativa (LOMCE) aborda en dos de sus artículos la lucha contra “la discriminación o acoso basado en el género, orientación o identidad sexual”. Para profundizar en esta materia, el Ministerio de Sanidad, a través del Instituto de la Mujer, ha publicado la guía “Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico”, de nada menos que 184 páginas. Si bien existen causas muy enquistadas de acoso o burla en las edades escolares –timidez, obesidad, miopía, debilidad física…–, las autoridades entienden que la “orientación sexual” es la que se merece una guía ad hoc.
Luchar contra el acoso en la escuela, cualquiera que sea su causa, será siempre necesario, sobre todo porque afecta a menores y porque el entorno docente es un espacio de transmisión de valores y convivencia. Sin embargo, respetar a una persona no exige aceptar sus ideas o sus gustos, como pretende esta guía del Ministerio de Sanidad. Aunque asegura que se trata de atajar el bullying que puedan sufrir niños debido a su orientación sexual, en realidad es un documento destinado a insertar en la escuela, como verdad indiscutible, que la “orientación e identidad” sexual no depende de la biología. “Frente a los argumentos que sostienen que lo natural es la heterosexualidad, los hechos muestran que lo natural es la diversidad sexual”, asevera la guía del Ministerio.
Evidencias
Las fuentes doctrinales de que se nutre la guía son una docena de asociaciones LGTB, sigla que, como el propio documento especifica, es susceptible de ampliarse con más letras. Y, por supuesto, cita el estudio de Alfred Kinsey de 1948 –tan notorio entonces como desacreditado ahora por su falta de rigor científico–, que daba la mítica cifra de un 10% de homosexuales entre la población masculina.
La guía incluye una invitación a sumarse a las actividades y asociaciones del lobby gay
Sin embargo, la guía declara que solo se basa en la “evidencia”. Fruto de esas “evidencias” son axiomas como: “todos y todas hemos sido enculturados en el sexismo y la homofobia”, “hay personas que (…) expresan su identidad de género de manera diferente al género que le asignaron al nacer”. ¿Quién “asignó ese género al nacer”? ¿Debemos entender que hubo una asignación arbitraria por parte de un médico o enfermera “homófobo” o “transófobo”?
Fobias a granel
El Ministerio de Sanidad habla de cinco formas en que se manifiesta la homofobia, empezando por la “homofobia cognitiva”, esto es, “pensamientos y elaboraciones teóricas (…) que incluye pensar que la homosexualidad, bisexualidad o transexualidad son antinaturales, creer que es un pecado”. En el contexto de la guía, la “libertad de pensamiento”, tan celebrada en toda democracia, puede constituir un riesgo, cuando pretende poner en duda sus supuestas “evidencias”.
A esta variante se suman otras “fobias” contra la libertad de elección o identidad sexual, a saber: lesbofobia, bifobia, transfobia, plumofobia (sic), LGTBfobia. Tan profuso elenco de manifestaciones de la homofobia deja corto aquel simple “mundo, demonio y carne” que constituían los tres enemigos clásicos del alma. Sin duda, para que pueda mantenerse limpia la conciencia, según los cánones de la ideología de género, se requiere de una enorme capacidad de escrúpulo.
Con respecto al abundante material que se propone con la guía, destacan el póster La mochila del arcoíris, además de los libros Familias de Colores y Nicolás tiene dos papás, destinados a los niños de Educación Infantil (menores de 6 años). En Primaria (enseñanza obligatoria, de 6 a 12 años de edad), el libro sobre la pareja lésbica Iris y Lila, “cuento que tiene por protagonistas a estas dos jóvenes campesinas, cuyo amor y complicidad las hace enfrentarse a todos los clichés de los cuentos tradicionales”, si bien se somete con plena docilidad a los clichés de lo políticamente correcto hoy.
La guía oficial es un documento destinado a insertar en la escuela, como verdad indiscutible, que la “orientación e identidad” sexual no depende de la biología
Incluso se citan unas unidades didácticas, elaboradas por una federación LGTB, y que “contiene una propuesta de aunar la doctrina católica y el respeto a las diferencias sexuales y afectivas”. Asimismo, la guía “Abrazar la diversidad” incluye una invitación a sumarse a las actividades y asociaciones del lobby gay: “Acércate y participa en las celebraciones LGBT”. Por fortuna, no se trata de una guía que anime a los chavales a ir a misa o asistir a procesiones de Semana Santa, lo que se consideraría puro proselitismo.
Labor de reeducación
Puesto que, según este documento ministerial, a todos se nos ha inculcado “el sexismo y la homofobia”, se precisa de una tarea de “reeducación” verdaderamente titánica. No en vano, casi todas las Comunidades Autónomas –gobernadas de un lado a otro del arcoíris político–, desde Galicia o Cataluña hasta Andalucía o Madrid, incluyen planes para promover la ideología de género en la escuela, y no solo como dogma oficial, sino también como verdad palmaria. De hecho, se asume que oponerse a este credo sólo pude deberse a alguna patología, a una “fobia”.
Por ejemplo, en las Islas Canarias existe una “Acreditación en Igualdad” para profesores –una suerte de título de comisario de Igualdad y Género. En línea con estas iniciativas, la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, ha aprobado un protocolo de centros educativos –tanto para colegios públicos como privados– so pretexto de evitar la discriminación o el acoso hacia “menores transexuales”. En realidad, se incorporan medidas para animar el travestismo en niños, incluyendo el suministro de inhibidores hormonales, como paso previo a que, llegados a la mayoría de edad, se puedan operar. Si un chaval sintiera, libremente, afición por la bollería industrial, y sus compañeros se burlasen de él, ¿los profesores también deberán animarlo a seguir con su “estilo de vida”, o más bien intentarán “corregirlo”, por considerarlo “inadecuado”?
Pero, según la guía del Ministerio de Sanidad, se trata de un “derecho a la diversidad sexual”, de ahí que sea obligado el “reconocimiento de la libre determinación de la identidad de género”.