Se acerca la secuela de uno de los juegos de PC con mayor número de seguidores y un auténtico fenómeno de masas en países como Corea del Sur. Las expectativas son altísimas, pero pueden cumplirse.
Este StarCraft 2 ofrece más de lo mismo, pero mejor. Se mantienen los elementos y mecánica básica del primer juego: siguen siendo las mismas tres facciones (humanos, protoss y zerg) y se sigue necesitando recoger mineral y gas para construir ejércitos con los que derrotar a los rivales. Ahora bien, se han introducido una serie de cambios destinados a potenciar las virtudes clásicas del primer StarCraft sin renunciar a cambiar lo suficiente para ser una secuela.
Para ello, Blizzard ha incorporado una serie de unidades nuevas y poderes especiales que cambian por completo todo el equilibrio del juego: naves nodriza, zerglins suicidas, robots capaces de transformarse, rayos de vacío, reinas alien, soldados con jetpack, etc. La personalidad de las razas se ha mantenido, pero ahora se dispone de muchas más opciones para atacar al rival y, sobre todo, de bastantes más estrategias de combate, haciendo las partidas más rápidas, más impredecibles y muchísimo más intensas: el paso de la paz al pánico más absoluto puede llevar tan sólo un par de golpes de ratón, lo cual es un enorme acierto.
En definitiva, estamos ante lo que seguramente sea una de las secuelas del mundo de PC más sonadas y ante un clásico del juego competitivo. Porque huelga decir que esto es un avance del multijugador, por lo que, con todo lo dicho, todavía les queda mucho por mostrar. Puede que Blizzard tenga algún otro as en la manga, pero sólo con la mano que ha mostrado ya puede ganar la partida.