Esta obra es una reescritura de los episodios de la Ilíada, que se amplía con las narraciones de algunos hechos ocurridos antes y después de la toma de Troya, y con otras relacionadas con los personajes que van apareciendo.
En el primer capítulo se dice que estas historias de los héroes antiguos se llaman mitos: relatos que nadie ha inventado porque existen desde tiempos muy antiguos y que, cuando los aqueos se convirtieron en griegos, se siguieron recordando y contando. Se explica también que los aqueos no confiaban los recuerdos de su pueblo a la escritura porque “esta aprisiona la memoria, de modo que preferían escuchar a sus poetas”, aedos o cantores; y que la memoria, para los aqueos, es “el oído de las cosas a las que permanecemos sordos, la vista de aquello a lo que estamos ciegos”, y que, para ellos, “existir significa recordar”.
El autor comienza con los antepasados de Agamenón, el jefe del ejército aqueo, y termina con su regreso a Micenas, donde le aguarda su esposa Clitemnestra –una mujer para quien, dirá ella misma, “palabras como gloria, honor o vergüenza no significan nada”–. Un breve prólogo sobre Agamenón y los héroes de la Ilíada, y un epílogo igualmente breve, con una conversación entre Agamenón y Odiseo en el Hades, enmarcan la historia, estructurada en nueve capítulos, cada uno dedicado más o menos a un tema fundamental en la sociedad homérica.
El estilo es claro y da con el tono adecuado para no distorsionar –o incluso aclarar– lo que se cuenta en la Ilíada. La narración, que avanza en tramos cortos, a veces en tercera persona y a veces en boca de los personajes que ocupan el primer plano, va dando explicaciones de los modos de ser y actuar de los héroes y de los dioses y, sobre todo, muestra bien el modo de pensar de los antiguos griegos.
El autor, Giulio Guidorizzi, ha impartido clases de Literatura griega y Antropología de la Antigüedad en las universidades de Turín y Milán. También es traductor de obras clásicas.