“Si un hombre no desfila al paso de sus compañeros, será quizá porque oye el ritmo de un tambor diferente. Que vaya al paso de esa música que oye, por muy lejos que suene, y sea cual sea su ritmo”. Estas palabras de Henry David Thoreau son el origen del título de esta novela, con la que William Melvin Kelley (Nueva York, 1937-2017) se estrenó como autor en 1962. Es una potente historia de carácter autobiográfico sobre la cuestión racial y que ya se considera un clásico de la literatura norteamericana del siglo XX.
El relato comienza en 1957 en una población imaginaria llamada Sutton, en el sur profundo de Estados Unidos. Tucker Caliban, un joven afroamericano, abandona el lugar tras asolar sus campos con sal, matar a las bestias e incendiar su casa, hecho que provoca que le siga gran parte de la población negra en una marcha silenciosa. Él lleva un bebé en brazos hasta que es detenido y encadenado.
La trama gira en torno a la trayectoria de la familia Wilson, antiguamente propietaria de esclavos, que ha ido evolucionando y se ha liberado de prejuicios hacia la gente de color; en ese hogar crece el hijo de Tucker Calliban. Los once capítulos del libro se narran desde la mirada de hombres blancos, de diferentes edades y situaciones vitales, mayores y niños, cuya mentalidad oscila desde la prepotencia hasta la bondad. Esta perspectiva caleidoscópica resulta muy interesante, pues conduce la narración desde diferentes puntos de vista y muestra la inocencia infantil frente al fanatismo de algunos adultos.
Melvin Kelley emplea una prosa enérgica que recoge ecos de William Faulkner y de Harper Lee. La ambientación sureña, la descripción de un microcosmos que muestra el racismo en sus diferentes fases, unos personajes sólidos y el recurso a un humor cáustico cuajan una novela coral, profunda, cargada de emociones y que amalgama fantasía y realismo.
En Un tambor diferente hay secuencias llenas de humanidad y heroísmo, y su autor plantea la esperanzadora hipótesis de qué habría sucedido si los negros se hubieran negado al sometimiento. La novela, publicada en 1962, dos años después de Matar un ruiseñor, en pleno movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, obtuvo gran éxito en su momento y constituye un agudo retrato psicológico de la mentalidad del hombre blanco ante la población negra.