Otra novela de Julia Navarro, la autora de, entre otras, Dime quién soy y Dispara, yo ya estoy muerto. Suele enmarcarse a Julia Navarro dentro del best-seller de calidad, con historias costumbristas que se desarrollan en medio de los grandes conflictos bélicos del siglo XX. En este caso, la novela comienza justo cuando acaba la Guerra Civil española, recorre la Segunda Guerra Mundial y finaliza tras las primeras elecciones democráticas de la España de la Transición.
La novela, de casi mil páginas, se sostiene sobre un suceso que tiene lugar al principio: el supuesto abuso sexual a Catalina por parte de un poeta norteamericano, Marvin, a la vez que son descubiertos por Fernando, que siente un amor total por Catalina, aunque ella no le corresponde. Consecuencia de esa escena es el embarazo de Catalina y la marcha de Marvin, que abandona España.
Mientras Catalina sufre el rechazo de su familia (deciden que tenga el hijo pero sin que se entere nadie para luego entregarlo al hospicio), Fernando no acaba de superar el fusilamiento de su padre en la cárcel por haber combatido a favor del bando republicano y decide vengarse de sus carceleros. A la vez, Eulogio, vecino de ambos, también republicano y amigo de Marvin, a quien salvó durante la guerra civil de la muerte, se siente asfixiado en la España de Franco, en la que se ha instalado un clima moral en las antípodas de ciertos valores republicanos y un violento revanchismo repleto de ajustes de cuentas personales. Cada uno por diferentes motivos, con Catalina embarazada, deciden abandonar España y a sus familias y se trasladan primero a Lisboa y de allí, en un accidentado viaje en barco donde nace Adela, la hija de Catalina, a Alejandría, donde gracias a la generosidad del capitán del barco consiguen instalarse y encontrar trabajo.
Fernando tiene la suerte de cumplir su sueño y consigue ser editor en una famosa editorial y librería, con delegaciones en París y Londres. A partir de ese momento, la novela avanza con la perseverante e ingenua intención de Catalina de localizar al poeta Marvin para que reconozca a su hija, siempre apoyada por Fernando, que sigue enamorado de . Esto les lleva a trasladarse a diferentes lugares (Nueva York, Boston, Sorrento, Viena, Praga, Chile, Jerusalén…), a la vez que asisten al desarrollo trágico de la Segunda Guerra Mundial y a los posteriores sucesos históricos, en algunos casos realizando labores de espionaje.
La novela, con algunas acciones secundarias, alterna el relato de esta vida fuera de España con pasajes en los que se cuenta qué está pasando en Madrid durante todos esos años en las familias de estas personas y en algunos de sus vecinos, con referencias parciales a la evolución política y al fin del franquismo. El final resuelve el enigma de por qué Marvin nunca habló con Catalina ni reconoció a su hija Adela.
Julia Navarro sabe en qué genero debe moverse: el realismo y el best-seller comercial. El argumento se centra en la resolución de un conflicto que se extiende durante décadas y en las peripecias de pocos personajes que son víctimas de las circunstancias y que tienen que asumir que la vida se les ha complicado al máximo. La autora alarga hasta límites insospechados un argumento que, en realidad, da poco de sí, con un sorprendente final que la autora se saca de la chistera. Todo se convierte en una enmarañada sucesión de aventuras cogidas por los pelos y que la autora estira y estira, con muchas peripecias insustanciales.
La novela muestra la división que existía en la sociedad española tras la Guerra Civil. El emotivo punto de vista que se adopta es el republicano. La autora cae en muchas de las descripciones de este ambiente en un maniqueísmo simplón plagado de estereotipos, con expresiones cursis y ridículas que se extienden también al papel de la religión.
El estilo es eficaz, sencillo, sin complicaciones y sin brillo. En bastantes ocasiones, la autora abusa de un moralismo de cartón piedra para hablar del dolor, del sufrimiento, de la vida, del amor, de la homosexualidad, etc. Pero no brilla ni en la profundidad ni caracterización de los personajes, ni en los sentimientos que se novelan, ni en los conflictos que viven, ni en la estructura de la intriga, ni en las aventuras que relata: algunas de estas historias no se acaba de entender qué papel cumplen en el desarrollo de la novela, a no ser el de hacer bulto.