Desde que en 1989 se diera a conocer con La cabeza en las nubes y en 1994 saltara a la fama con Donde el corazón te lleve, Susanna Tamaro (Trieste, 1957) tiene en su haber más de quince títulos, entre relatos y novelas. Tu mirada ilumina el mundo, su última novela, seguramente no defraudará a sus lectores y, quizá, tampoco dulcifique el juicio de sus detractores; en los dos casos, muy apasionados.
En esta novela, planteada como una larga carta, Tamaro dialoga con un joven poeta, Pierlugi Cappello: dos almas sensibles que intentan sobrevivir en una sociedad materialista y pragmática. El recurso permite a la autora explorar su vida desde la infancia hasta la situación actual y revisar los acontecimientos del presente con mirada crítica, no solo los circunstanciales sino, sobre todo, los valores establecidos, los mitos culturales predominantes, el posmodernismo y la fe tecnológica. Además, reflexiona sobre su concepción de la creación literaria y, de paso, denuncia la descalificación con que despacha sus novelas la crítica establecida.
Tanto sus seguidores como sus detractores parece que estén de acuerdo en algo: es una literatura apologética, un discurso en defensa de una forma de entender el mundo. O, también, un manual de uso para una vida en armonía con la naturaleza y con su creador. Aquí aparecen las fortalezas de Tamaro, cuando transmite la belleza escondida en los corazones, las realidades trascendentes que dotan de sentido, la naturaleza, la denuncia de la tiranía de la homogeneidad y el consumismo en esta “acomodada dictadura de la posmodernidad”.
Llama la atención que muchos de los temas que aparecen en la novela sean duros: la insensibilidad ante el sufrimiento, la tentación del suicidio, la presencia del mal, la compañía del dolor, la destrucción del medio ambiente, el aborto o la eutanasia… El estilo, por contra, se desliza sin estridencias, a la manera de un diálogo en la intimidad, con frecuentes preguntas que apelan al lector, aunque vengan con respuesta incorporada.
Tamaro gana en fuerza poética cuando se deja deslumbrar por la naturaleza y el paso de las estaciones; o desciende a los pequeños detalles: el canto de los pájaros, la inteligencia de las ardillas, los animales domésticos. Restan intensidad algunas imágenes o símbolos manidos por repetidos y comunes, pero es comprensible que le ayuden a conectar con un público amplio.
Esta sintonía de Tamaro con los grandes problemas del presente, su rebelión ante un horizonte materialista y globalizado o la propuesta de una vida en armonía con la naturaleza, podrían merecerle los aplausos de la crítica literaria, junto con los de sus muchos seguidores. Que no se sumen los críticos políticamente correctos, es natural, pues no le pueden perdonar su enfoque trascendente. Pero, por un lado, la sensación de estar leyendo siempre el mismo libro y, por otro, su lenguaje solo al corazón, puedan también restar el interés de lectores más exigentes.