Sobrecubierta

Solenoide

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALSolenoid

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2017)

Nº PÁGINAS800 págs.

PRECIO PAPEL28 €

GÉNERO

Continúa creciendo el interés por el escritor rumano Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), muy bien editado en España gracias a la calidad de las traducciones de Marian Ochoa de Eribe. Hasta ahora se han publicado sus libros de relatos Nostalgia y Las Bellas Extranjeras, su poema narrativo e histórico El Levante y una selección de textos variados que ayudan a entender el peculiar y desbordante mundo literario, El ojo castaño de nuestro amor. Solenoide es un compendio de lo que su autor ya ha escrito en otras obras (poesía, prosa, diario), aquí desarrollado al máximo en todas sus posibilidades estéticas y narrativas.

Nos encontramos ante el caudaloso relato de la vida de un narrador anónimo que tiene muchos puntos en común con el propio Cărtărescu. Se trata de un profesor de Lengua y Literatura Rumana que imparte clases en una escuela de un popular barrio de Bucarest en la década de los ochenta, durante la dictadura de Ceaușescu. Lector empedernido durante toda su vida, tuvo sus veleidades literarias al acabar sus estudios universitarios, pero la lectura de su poema “La caída” en 1977 en el Cenáculo de la Luna fue su primer y último fracaso. Entonces aparcó su pretensión de convertirse en un autor de éxito y, aunque siguió absorbido por la literatura, sólo escribía un diario secreto en el que anotaba, sobre todo, sus numerosos sueños, pesadillas y alucinaciones.

Por un lado, este relato biográfico es la descripción de la vida “realista” de este escritor frustrado: su dramática y singular infancia, sus dos años en un sanatorio de montaña para curarse de la tuberculosis, su solitaria y melancólica adolescencia libresca, la decepción de sus estudios universitarios, su roto matrimonio con Stefana, su desangelada vida como profesor sin expectativas y su intermitente relación sentimental y sexual con una profesora, Irina, aficionada a la teosofía y antroposofía. Y a todo esto hay que sumar una gris y plomiza atmósfera política y la obsesiva presencia de los barrios y calles de Bucarest (“la ciudad más triste que se haya erigido jamás sobre la faz de la tierra”), que para el narrador no es “una ciudad, sino un estado del alma, un suspiro profundo, un grito patético e inútil”.

Por otro lado, hay que destacar las constantes referencias a “otra” realidad: los ensueños, fantasías y alucinaciones del protagonista, que forman parte de su territorio vital. Una metáfora de este evanescente y quimérico mundo es el solenoide, que al generar un campo magnético, modifica las propiedades del espacio que lo rodea y, también, “la percepción humana”. El narrador vive en una casa en forma de barco que esconde uno de esos solenoides (de los pocos que existen, ocultos, en la ciudad), que hace posible las levitaciones y franquea la entrada a otras misteriosas esferas de la oculta realidad. “Esta es –escribe en el posfacio Marius Chivu– la obsesión del protagonista y la idea que vertebra el libro: la salida del cuerpo y del mundo, la salvación”.

Cărtărescu emplea un estilo muy bien modulado, rítmico, que se deleita en los detalles –increíblemente precisos y concretos–, manierista hasta aprovechar al máximo todas las posibilidades literarias. Sus descripciones son exuberantes y prolijas. Y resulta increíble –y extenuante– su capacidad fantasiosa y fabuladora, aunque personalmente pienso que las mejores páginas son las que reflejan la realidad terrestre de la vida del protagonista: la relación con sus compañeros profesores, la vida mustia en la Bucarest comunista, su vinculación con la literatura, su reducido mundo familiar, su paranoica infancia…

Aunque la etiqueta suena ya gastada, se ha calificado a Cărtărescu de escritor posmodernista. Resulta admirable su intención de saturar y estrujar las posibilidades de la literatura para escribir –dice el narrador– “sobre su vida”, aunque el resultado sea “solo literatura”. Hay un planteamiento absolutamente ambicioso para conseguir a través de la literatura una explicación de todo. Sin embargo, las piezas no acaban de encajar y la proyección metafísica y trascendente de esta perfecta maquinaria literaria provoca un cierto vacío, a pesar del justificado asombro por el minucioso trabajo estilístico.

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