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Si una mañana de verano, un viajero

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2024)

Nº PÁGINAS120 págs.

PRECIO PAPEL17,9 €

PRECIO DIGITAL8,99 €

GÉNERO

Hacia el final de Si una mañana de verano, un viajero, José Carlos Llop (Palma, 1956) recuerda que el tiempo en el Mediterráneo es elegíaco o no es. Tal vez suceda lo mismo con lo que se escribe sobre el Mediterráneo, porque con este libro nos encontramos ante una especie de elegía a una casa junto al mar en Sa Marina (“No sé si fue la casa de mi vida, pero sí lo fue de mi literatura”), pero también a una forma de vida. A un ritmo, a un entorno, a un oficio.

Atravesadas por un melancólico a la vez que agradecido recuerdo, estas páginas, escritas con un estilo sugerente, cuidado, suponen una meditación en torno a la memoria, el paso del tiempo y, por supuesto, el Mediterráneo. Salpicadas con citas de escritores y obras fundacionales en su imaginario literario –Cavafis, Durrell, Chatwin, Leigh Fermor– y lleno de digresiones al pasado, en ellas Llop presenta un concentrado de los puntos elementales de su forma de entender la literatura y, en particular, de entender la escritura (“La escritura es una manera –creo que la mejor de todas– de pesar el tiempo”).

En ocasiones se echa de menos un hilo conductor más definido y sin tantos saltos temporales ni digresiones sin aparente fin, pero, a la vez, es precisamente ese vaivén el que da a esta obra ese aire de compendio de reflexiones valiosas y efímeras, repentinas, cazadas al vuelo y puestas por escrito para sortear su inevitable olvido. Y también le otorga cierta nota de algo más.

Como explica Llop en estas páginas, los mallorquines “no hablamos del presente y sí en cambio del pasado: nos gusta mucho hacerlo. No hablamos de lo que estamos haciendo –sería una indiscreción–, ni de lo que tenemos –sería una grosería– y sí en cambio de lo que hicimos o tuvimos, adornándolo incluso con una especie –si podemos llamarla así– de literatura de andar por casa”.

Si una mañana de verano, un viajero se puede leer como una mera recopilación de recuerdos y reflexiones, pero se trataría de una lectura que se quedaría un tanto coja. Porque nos encontramos ante una obra que supone una especie de compendio vital, un balance conciso, pero denso, de lo que ha sido la vida (literaria) de Llop. Una mirada al pasado que Llop nos deja en estas páginas, y en la que se reconoce nostalgia, sí, pero también satisfacción.

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