Rendición incondicional

Cátedra
Madrid (2011)
419 págs. 19 €
Traducción: Carlos Villar y Gabriel Insausti.

TÍTULO ORIGINALUnconditional Surrender

GÉNERO

Rendición incondicional completa la trilogía bélica más tarde integrada en La espada del honor, formada también por los volúmenes Hombres en armas y Oficiales y caballeros. Como exigencia de la colección “Letras universales”, esta edición cuenta con un oportuno y erudito estudio preliminar de Carlos Vilar Flor, cuya lectura recomiendo vivamente.

Según una laudable costumbre de las novelas que abarcan varios títulos (trilogías, tetralogías, etc.), el último de ellos cierra las tramas secundarias que han quedado abiertas en los anteriores. Así sucede también en esta narración en la que conocemos la evolución final de los miembros de la familia Crouchback y de algunos personajes que se relacionaron con ella más intensamente en los volúmenes precedentes.

La sátira no puede estar ausente en ningún texto narrativo de Waugh, y esta obra censura sin adornos las irresponsabilidades de una clase social que no supo estar a la altura de los desafíos que le imponía la historia. No obstante, Rendición incondicional es mucho más que una crítica de los aspectos menos rutilantes del esfuerzo de guerra que realizó el Reino Unido entre 1939 y 1945. También es, sobre todo, la historia de una purificación y una de redención, la de Guy Crouchback, y, tangencialmente, la de su mujer Virginia y la de su sobrino Box-Bender, quienes se rinden a lo largo de las páginas a la acción de la gracia casi al mismo tiempo que los dirigentes de su país lo hacían a los intereses de Stalin para Europa.

La purificación le llega a Crouchback al final de un proceso de fascinación y desencanto ampliamente descrito en Hombres en armas y Oficiales y caballeros, y el agente de la purgación redentora no será el heroísmo ante el fuego enemigo sino la ceniza fría de la mezquindad burocrática, la arbitrariedad injusta, la traición, el tedio: todo aquello que hace anodina y gris la vida de cuartel. Al final del relato, tras recorrer misteriosos caminos no exentos de ironía, Guy Crouchback se ha convertido en un digno descendiente del beato Gervase, gentilhombre católico (recusant) a quien martirizaron los protestantes en el siglo XVI.

Leer a Waugh es siempre una lección de buen estilo. Maneja admirablemente las situaciones irónicas, las alusiones que dicen más de lo que aseveran, las citas intratextuales (que hacen referencia a su propia producción) y el préstamo que realiza de textos ajenos.

Resulta divertido cuando vuelve a presentar a personajes de otra novelas interpretándose a sí mismos (eso que en cine se denomina cameo). Además, como firma de su escritura, sabe cambiar radicalmente el tono de una escena de un párrafo a otro o injertar lo humorístico con lo patético, los registros cultos con los vulgares, y el realismo con la capacidad de sugerencia.

Waugh no volvió a escribir nada igual a Rendición incondicional; parece como si en esta novela hubiese agotado todo lo que tenía que decir sobre el tema. Los que disfrutaron leyendo Retorno a Brideshead deberían abordar la trilogía entera.

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