populismo-una-breve-introducción

Populismo: una breve introducción

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALPopulism. A Very Short Introduction

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2019)

Nº PÁGINAS216 págs.

PRECIO PAPEL10,50 €

PRECIO DIGITAL5,99 €

GÉNERO

Los politólogos Cass Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser llevan años estudiando el populismo. Y tras haber escrito y coordinado varios libros sobre este fenómeno, siguen viéndolo como “un concepto esencialmente controvertido”. Para esclarecer su significado, en esta breve introducción se han propuesto “generar evidencia empírica y, por tanto, evitar juicios respecto al populismo”.

Esto no significa que todas sus valoraciones sean neutrales. Pero sí es cierto que han logrado un esquema interpretativo convincente: los rasgos que, a su juicio, definen el populismo son observables en movimientos y partidos alejados en el tiempo, de distinta tendencia política y de regiones geográficas con problemáticas muy dispares. Esta es una primera virtud del libro: al decantarse por una definición restrictiva del populismo, se disponen mejor para evitar la tentación –frente a la que ellos mismos previenen– de usar este término para descalificar los puntos de vista que no les gustan.

A diferencia de quienes presentan el populismo como un estilo de liderazgo, una estrategia política o un proyecto de transformación social, Mudde y Rovira Kaltwasser lo definen como una “ideología delgada” –con muy pocos contenidos propios– que se vincula a otras, como el socialismo, el liberalismo, el nacionalismo o el indigenismo. De ahí que sea “tan maleable en el mundo real”.

El núcleo ideológico del populismo lo forman tres conceptos –el pueblo, la élite y la voluntad general–, ensamblados en un discurso de fuertes connotaciones morales: el enemigo a abatir es la “élite corrupta”, que no solo desoye la voluntad del “pueblo puro”, sino que actúa en contra de ella. A este esquema básico, cada líder populista añade sus propios ingredientes, pues “son expertos en detectar y politizar las reivindicaciones sociales que (…) las fuerzas políticas dominantes no están resolviendo convenientemente”.

Entre los muchos actores populistas que desfilan por el libro, no hay grandes sorpresas: están todos aquellos que inquietan al mainstream. Pero las razones que dan estos autores para considerar populista a una formación no estigmatiza de entrada posiciones políticas o de valores concretas. Además, el libro sirve para recordar que el populismo de izquierdas cuenta con una larga tradición, sobre todo en América Latina.

Otro punto fuerte del libro es el análisis que hace de la ambigua relación entre populismo y democracia. Frente a la interpretación mayoritaria, Mudde y Rovira Kaltwasser entienden que “el populismo no es contrario a la democracia; en todo caso, se lleva mal con la democracia liberal”. Por ejemplo, el populismo “funciona como un correctivo democrático” cuando consigue movilizar a sectores excluidos o cuando lleva a la agenda pública asuntos que los representantes políticos prefieren evitar. Pero tiene un impacto negativo cuando usa la noción de soberanía popular para ponerse por encima de las instituciones liberales.

Para entender el auge del populismo, los autores proponen fijarse tanto en la oferta como en la demanda. Su tesis es que “las actitudes populistas suelen estar latentes” en la población y se activan no solo por el juego de los líderes populistas, sino también por lo que hacen o dejan de hacer los partidos tradicionales. Así, la percepción generalizada de que el sistema político no funciona –escándalos de corrupción, incluidos– o de que los partidos desoyen de forma sistemática las demandas de algunos sectores, puede acabar convirtiendo a ciudadanos corrientes en “fervientes populistas”.

Mudde y Rovira Kaltwasser desaconsejan responder a los populistas con alarmismo, actitud que prefieren reservar a los extremistas. En su opinión, “reaccionar desproporcionadamente al desafío populista puede hacer más mal que bien a la democracia liberal”. En efecto, en un momento en que la legitimidad de esta forma de gobierno se ve debilitada por una crisis de representación, sería contraproducente responder a los descontentos con el cierre del debate. Para contrarrestar el maniqueísmo populista, los partidos y los medios tradicionales deben “centrarse más en el mensaje que en el mensajero” y ofrecer respuestas a la insatisfacción, cuando las haya.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.