Oficiales y caballeros

Cátedra. Madrid (2010). 462 págs. 17 €. Traducción: Carlos Villar Flor.

TÍTULO ORIGINALOfficers and Gentlemen

GÉNERO

Tener entre las manos un libro como este es poseer dos obras: un documentado estudio de Carlos Villar Flor, editor y traductor de la novela, y la novela misma. Se dirá que eso es típico de las colecciones “Letras hispánicas” y “Letras universales” de la editorial Cátedra; y le responderé que he leído muchos prólogos de ambas colecciones y pocos me han resultado tan amenos y eruditos como este. Comenzaré hablando de la novela.

La acerada sátira que Waugh hizo de las frivolidades de su generación en novelas anteriores continúa en este segundo volumen de la trilogía La espada del honor. La inconsistente jet-set de Decadencia y caída, Merienda de negros o Cuerpos viles, ha acudido, en esta obra, a la llamada de la movilización en la II Guerra Mundial; y se ha apresurado a incrustarse en los agujeros de la maquinaria militar. Lo hacen dispuestos a disfrutar de los privilegios de los galones a cambio de escaso o nulo espíritu de sacrificio, y de profundo desinterés por los subalternos. Nociones como “competencia”, “responsabilidad” y no digamos “heroísmo”, están ausentes del horizonte mental de estos personajes. El resultado de tan oportuno liderazgo fue la sucesión de derrotas que el ejército británico acumuló entre 1939 y 1942.

En Oficiales y caballeros (el título puede considerarse irónico) el capitán Guy Crouchback -trasunto del autor- participa, tras un periodo de ocios capuanos en Escocia, en el descalabro de Creta. Una frustrante operación de “¡sálvese quien pueda!” que se describe con minuciosidad en la segunda parte de la novela, titulada: “En el ajo”. Para la redacción de esta parte central de la trilogía, Waugh utilizó las notas personales de sus propios diarios y un artículo que publicó entre 1940 y 1941, cuando la brigada de comandos en la que servía fue destinada a cubrir la retirada de esa isla griega y tuvo que escapar, bochornosamente, a los seis días de haber desembarcado.

En la construcción de la novela, el escritor teje una polifónica red de alusiones mediante citas literarias y apariciones fugaces de personajes de novelas anteriores. Todo ello está satisfactoriamente explicado en las notas del editor.

Hablemos del estudio prologal. Como cabía esperar en un trabajo de esta naturaleza, proporciona claves de lectura, enmarca la peripecia argumental en sus coordenadas históricas, biográficas y literarias; y, además, algo que ya no es tan frecuente, restaura una lectura coherente del texto. Esto último sucede cada vez que el editor polemiza con algunos filólogos malintencionados que aplican metodologías de la sospecha al análisis de textos y obtienen un poco de notoriedad a costa de infamar al biografiado.

Quienes disfrutamos con Hombres en armas (primera parte de la trilogía La espada del honor, ver Aceprensa 4-02-2004), Retorno a Brideshead, Edmund Campion y demás joyas de la orfebrería narrativa de Waugh, esperamos con impaciencia la traducción de Rendición incondicional, que completa la trilogía.

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