Moral del ciudadano ante los impuestos

EIUNSA.

Madrid (2013).

82 págs.

10 €.

¿Hay razones morales para pagar impuestos? Se trata, como reconoce Mario Pérez Luque, de una cuestión espinosa, pero tal vez nunca ha sido tan delicada como en estos momentos. De un lado, los impuestos exigen del ciudadano a veces sacrificios excesivos, ya que casi cada una de las actividades de los individuos conlleva la satisfacción de tributos; de otro, el mantenimiento del Estado del bienestar requiere de una ingente suma de ingresos, pero implica –inexorablemente, al parecer– desvíos, corruptelas y derroche, y esto es especialmente hiriente hoy.

No es superfluo, pues, en este contexto abordar el pago de los impuestos desde una perspectiva ética. Pero no sería honesto sobrecargar al contribuyente; esto explica que Mario Luque exponga también qué es un “sistema fiscal justo” y que la moral demande la concurrencia en él de una serie de principios básicos, a saber, el de generalidad, el de proporcionalidad y el de igualdad.

Ahora bien, el punto de partida de este breve ensayo es que las leyes tributarias obligan moralmente, tal y como obliga toda ley civil que cumpla con las consabidas exigencias de justicia. Y que las excusas para practicar la evasión de impuestos –a grande o pequeña escala– son simplemente eso: excusas, que no cambian la calificación moral del acto. Existen, en cualquier caso, motivos que exoneran de la obligación tributaria, que se explican en estas páginas como especificaciones de la moral general.

A este respecto, el autor aclara que una cuestión es la evasión y otra lo que se llama “economía de opción”, por medio de la cual el contribuyente utiliza las diversas alternativas legales disponibles para que sea más cómoda o económica su imposición, algo lícito moralmente.

Es un acierto desarrollar también las consecuencias sociales de la evasión fiscal y la necesidad del compromiso cívico de los ciudadanos con el Estado de derecho. En este sentido, descuidar conscientemente el pago de los tributos no es solo una decisión individual que conlleva una sanción; sus efectos trascienden la esfera personal y repercuten en el cuerpo social, que, de ese modo, no dispondrá de recursos para hacer frente a sus obligaciones.

Por otro lado, hacer frente a las obligaciones tributarias es una forma de implicarse en la marcha de los asuntos públicos y de expresar nuestro compromiso por el bienestar social. De ahí que frente a la tentación de soslayar nuestros deberes con la hacienda pública en la actual situación de crisis, el autor reclame honradez al ciudadano y mayor solidaridad.

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