En 1996 vio la luz una novela que, por su calidad literaria y la juventud de su autor, sorprendió y deslumbró a muchos: Las máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada. Ambientada en el Madrid bohemio de principios del siglo XX, podría considerarse una novela coral, aunque hay dos personajes centrales: Pedro Luis de Gálvez, poeta maldito, y Fernando Navales, que es creación de Prada. Este último salva la vida por los pelos y se exilia en París. Ahora, Prada lo recupera para protagonizar su última novela, Mil ojos esconde la noche.
Estamos ante una obra cuya primera parte, La ciudad sin luz, acaba de saltar a la palestra. La ciudad sin luz es el París de los primeros años 40, durante la ocupación nazi. Fernando Navales, protagonista de la novela y narrador en primera persona, tiene la misión de atraer a la Falange a los “artistillas y plumíferos” que en París malviven. Esto permite a Prada mostrarnos las entrañas de un mundo bullente y sórdido en el que imperan la hipocresía, el resentimiento (tema central de la novela) y los más bajos instintos.
En Mil ojos esconde la noche, Prada insiste en algunas de sus señas de identidad más reconocibles: el gusto por el esperpento, por los bajos fondos, por la tradición quevedesca, por la prosa barroca y torrencial. Es evidente que no estamos ante una obra para todos los públicos: se suceden los episodios sexuales y escatológicos, el léxico es cualquier cosa menos sencillo y uno podría sentirse fatigado de acompañar a Navales en una entrevista tras otra con esos artistillas y plumíferos. A veces, Prada se transparenta quizá en exceso a través de su protagonista, y esto resta vigor al personaje.
Con todo, estamos ante una obra de alta calidad literaria, plagada de momentos (artísticamente) felices, algunos verdaderamente deslumbrantes. Interesa además desde el punto de vista histórico, porque el trabajo documental de Prada ha sido enorme. Se ha pateado las hemerotecas y los archivos policiales franceses para reconstruir con rigor no solo el escenario, no solo la atmósfera, sino también a los muchos personajes históricos que aparecen en la novela. Particularmente interesantes resultan, por ejemplo, Picasso, Anda de Pombo, César González-Ruano, José Félix de Lequerica o María Casares.