En la primera página de estas memorias la autora incluye una advertencia que define muy bien el tono que va a emplear en todo el relato: el lector “solo encontrará una narración sencilla y veraz sobre el involuntario viaje de la autora por toda Rusia (…). Y encontrará casi exclusivamente personas sencillas y ahistóricas que le parecieron graciosas e interesantes, así como aventuras que le parecieron entretenidas”.
Con un estilo leve, irónico, ligero, al que se añade una cierta melancolía, la autora relata el viaje que hace desde Moscú hasta Constantinopla en 1918, un año después de la Revolución rusa y en medio de un país inmerso en una guerra civil que impide en muchos momentos, casi todos, que su periplo pueda desarrollarse con normalidad…
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