Más libros y menos pantallas

Más libros y menos pantallas

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALFaites-les lire!

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2024)

Nº PÁGINAS496 págs.

PRECIO PAPEL21,90 €

PRECIO DIGITAL9,99 €

GÉNERO

Las pantallas continúan colonizando espacio y tiempo en nuestra vida. Nos abren a nuevas posibilidades, conocimientos y relaciones. Pero cabe preguntarse: si los días duran todavía 24 horas, ¿qué parte de nuestras existencias están robándonos los dispositivos digitales? La respuesta es importante, pues evidenciará, como sugiere el autor de este libro, que estamos intercambiando oro por baratijas.

Michel Desmurget, neurocientífico, lleva algunos años investigando la repercusión de los móviles en el desarrollo psíquico de niños y adolescentes. Su libro La fábrica de cretinos digitales (2020), donde exponía el peligro de la temprana exposición digital, fue todo un éxito. En Más libros y menos pantallas explica las consecuencias de postergar la lectura.

El arrinconamiento de los libros por parte de las pantallas comenzó hace más de medio siglo con la popularización de la televisión, pero se ha acelerado en los últimos veinte años. Un dato significativo: el consumo lúdico de pantallas devora anualmente 112 días de la vida de un alumno de secundaria; la lectura solo ocupa 7. El autor ilustra abundantemente el impacto de la lectura en el aprendizaje de los niños y propone herramientas prácticas para cultivar su hábito cuanto antes. Todo lo que afirma el investigador francés viene avalado por los trabajos realizados en el campo de la neuropsicología infantil.

La habilidad lectora no está codificada en nuestro genoma y es relativamente reciente en nuestra historia evolutiva. Por este motivo, adquirirla conlleva práctica –mucha práctica–, disciplina, esfuerzo y repetición desde la más tierna infancia. En este sentido, el papel de la familia es imprescindible y de ella depende asentar dicha afición.

Aprender a leer es un proceso complejo y largo, con etapas que se deben recorrer una a una. Adquirir la habilidad de descodificar los textos es el primer paso, al que le sigue la comprensión. Estas habilidades lingüísticas se basan, a su vez, en tres pilares: el dominio de las convenciones del mundo escrito, el conocimiento de las letras y la capacidad para identificar y manipular los sonidos de las palabras. De hecho, cuanto más hablen los padres a sus hijos y más cuentos les lean, más enriquecerán su vocabulario, más se desarrollará su conciencia fonológica y con más facilidad aprenderán a leer. Por otra parte, leer es el mejor modo de configurar la inteligencia en su dimensión intelectual (pensar, reflexionar y razonar) y socioemocional (comprendernos a nosotros mismos y a los demás).

En definitiva, los libros nos hacen mejores gracias a “su capacidad para cultivar el espíritu, enriquecer el imaginario, reparar la mente, deshacer la soledad, fecundar el lenguaje y preservar las memorias colectivas”, entre otras muchas cosas. Desmurget lo repite como una suerte de mantra y no le falta razón.

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