Fue la obra de Foucault quien puso de moda la biopolítica y desde entonces otros autores –desde G. Agamben hasta R. Esposito– han intentado profundizar sobre esa transformación del poder político, que en lugar de decidir sobre la muerte, ha pasado a gestionar la vida. Pero resulta arriesgado continuar el camino abierto por un pensador que decretó la muerte del hombre y que es, por tanto, uno de las fuentes inspiradoras del antihumanismo contemporáneo.
Possenti, miembro del Comité Nacional de Bioética de Italia y de dos Academias Pontificias, conoce bien la filosofía contemporánea y sitúa esa deshumanización en la concurrencia de diversas corrientes ideológicas que tienen en común su interés por la técnica y su visión materialista. Possenti es tan inteligente en su diagnóstico como agudo en la tarea de detectar el influjo político y social de esas nocivas concepciones, como el posthumanismo, el ateísmo o el naturalismo.
El enfoque de Possenti es suficientemente amplio y resulta más adecuado si de lo que se trata es de reivindicar la dignidad humana. No es suficiente con afirmar los derechos de la persona ni tampoco se puede soslayar que la cuestión de fondo es ontológica.
Partidario de lo que denomina “personalismo ontológico”, Possenti sostiene que las corrientes antihumanistas restan valor a la reflexión filosófica, pero que solo desde una filosofía, abierta a la transcendencia, se puede reconfigurar un marco político y jurídico respetuoso con el hombre. Solo acercándonos con honestidad a lo que la persona es, sin obviar sus dimensiones esenciales, se podría articular y garantizar su defensa, y por tanto, renovar el humanismo. Con este libro, el propio Possenti contribuye de un modo importante a esa renovación.
