La intimidad perdida

La intimidad perdida

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2024)

Nº PÁGINAS232 págs.

PRECIO PAPEL18 €

PRECIO DIGITAL12,99   €

GÉNERO

No es lo mismo privacidad que intimidad. Suelen confundirse, pero mientras la privacidad se define negativamente y se refiere a lo que no es público, la intimidad proviene de intimus, superlativo de intus (“dentro”), y alude a lo más profundo del ser. Así, lo privado se entiende en un plano horizontal; la intimidad, en cambio, es vertical: permite adentrarse en el fondo de cada uno, como un pozo de agua, hasta llegar a lo más recóndito, a un lugar tan hondo que ni siquiera quien lo habita puede conocerlo del todo.

Esta es la idea que articula Ferrán Sáez Mateu, que se mantiene fiel a su maestro intelectual, Michel de Montaigne, padre del ensayo y de la modernidad, a quien precisamente dedicó su tesis doctoral. Para el filósofo catalán, Montaigne destaca por haber sido el primero en llevar a cabo un ejercicio de intimidad: mirar hacia el interior de uno mismo y extraer sus hallazgos. ¿Y qué decir de las Confesiones, de san Agustín? En realidad, constituyen una autobiografía, no un ensayo stricto sensu.

A diferencia de unas memorias, de un tratado o de un artículo científico, el ensayo no solo presenta los contenidos de un pensamiento, sino también expone el proceso mediante el cual su autor llega a ellos. En este sentido, La intimidad perdida –en su fondo y forma– es un ensayo, pues en estas páginas Sáez Mateu desnuda su camino reflexivo.

El autor traza un recorrido histórico de la intimidad, desde la torre en la que se encerró Montaigne –no, perdón, desde las pinturas de mamuts en las cuevas–, hasta el día en que los niños empezaron a recluirse en sus cuartos para jugar con videojuegos y chatear. Pero indica que, en esas habitaciones cerradas, donde parece que la intimidad está protegida, en realidad se pierde, pues queda expuesta para las grandes compañías tecnológicas, los gobiernos y las agencias publicitarias.

En la pérdida de la privacidad, el extraño invade la propiedad ajena. Y aunque son diferentes, perder la privacidad conlleva la pérdida de la intimidad. Por ejemplo, si, tras confesarle a un amigo que últimamente llego con retraso a mis citas, me bombardean con anuncios de relojes, se viola no únicamente mi privacidad, sino también mi intimidad, pues se hace accesible la conversación con mi amigo. Según Sáez, la intimidad es el “espacio introspectivo específico que permite pensar y expresar las cosas de una forma diferente”.

La intimidad es el lugar del encuentro. La propuesta del autor es suscitar en nuestra intimidad una reflexión, una conversión, respecto a la pérdida de la intimidad actual. El resultado es un ensayo que, aunque demanda atención porque el propio discurrir del filósofo es misterioso, compensa con una mirada profunda un olvido imperdonable de nuestro tiempo.

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