La ética informativa

La ética informativa

Un reto en la era de la posverdad

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNValencia (2021)

Nº PÁGINAS332 págs.

PRECIO PAPEL25 €

PRECIO DIGITAL15 €

GÉNERO

Muchos de los problemas actuales del mundo de la comunicación tienen un trasfondo ético. El desprecio por los hechos frente a las emociones, propio de la era de la posverdad; la nueva censura políticamente correcta; la creación de falsas noticias con intereses políticos; el descrédito de la objetividad, nos remiten en última instancia a decisiones que tienen que ver con la actitud ética del informador. De ahí la oportunidad de este libro de José Ignacio Bel, que durante más de cuarenta años impartió docencia en el campo del Derecho de la Información, especialmente como profesor titular en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.

Para justificar el ingrediente ético del derecho a la información, el autor se remonta en la primera parte a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y analiza especialmente los artículos 12 y 19, consagrados a las libertades de investigar, recibir y difundir información. Aunque Bel procede del ámbito académico del Derecho de la Información, tiene muy claro que la regulación de la actividad informativa necesita tanto del Derecho como de la ética. La regulación jurídica no puede sustituir a la reflexión deontológica. Por eso critica que el positivismo jurídico haya adquirido una posición dominante en detrimento de las soluciones de contenido ético. Por su parte, Bel mantiene la vigencia de la deontología informativa, también a la hora de afrontar los problemas creados por las nuevas tecnologías de la información.

Pero, se pregunta, ¿siguen siendo válidos los pilares deontológicos de la información? El primer pilar es la búsqueda de la verdad, pues sin verdad no hay información, por mucho que haya que cribarla para distinguirla de las fake news. Frente a los que niegan la posibilidad o incluso la utilidad de la objetividad informativa, Bel mantiene que su búsqueda debe ser un deseo constante del periodista para ofrecer al público el mayor grado de verdad informativa, despojada del subjetivismo. Esto obliga también a mantener la separación entre opinión e información, y a deslindar la publicidad de la información, criterios clásicos hoy amenazados por la confrontación ideológica y por las dificultades económicas de las empresas periodísticas. La exposición de Bel mantiene alto el nivel del “deber ser”, aunque en algunos puntos también vendría bien un análisis más concreto de las dificultades a las que se enfrenta la profesión para que el ideal se haga realidad.

Precisamente, una parte del libro está dedicada al papel de la profesión periodística en el momento actual. Bel describe cómo la irrupción del periodismo on line ha acarreado para muchas empresas informativas un descenso de difusión y publicidad, lo que, a su vez, repercute sobre el paro y los bajos salarios de muchos periodistas, y en la pérdida de credibilidad de la prensa. Pero, aunque los canales de la información varíen, se mantienen los fines y funciones del periodismo (informar, investigar, entretener, vigilancia del poder), así como también la lucha por la libertad frente a la censura y por la independencia frente a la empresa.

En el tema de la censura, la lucha por la libertad de expresión se centra en la independencia del periodista frente a los poderes políticos y económicos; pero, en los países democráticos, las más habituales formas de censura provienen hoy de grupos que crean nuevos dogmas en nombre de la diversidad, la inclusión, la identidad de género, la defensa de las minorías… y otras cuestiones en las que la ideología se despacha como verdad oficial. Quizá el autor podría haber desarrollado más este aspecto, ya que, como dice en el prólogo, le preocupa el auge del pensamiento único y del lenguaje políticamente correcto, que denigra la discrepancia e impone silencio sobre cuestiones básicas en la sociedad.

Un capítulo del libro se ocupa de la desinformación en la era de la posverdad, atendiendo a las causas del desarrollo de las fake news y a la respuesta de la deontología informativa frente a ellas.

Mirando al futuro, el libro termina con un decálogo para revitalizar la ética informativa, esfuerzo en el que tienen su papel los periodistas, las empresas, las Asociaciones de la Prensa, los legisladores y también el gobierno, al que se le pide que reduzca su peso en el escenario informativo. El libro, que se centra en la realidad española, permite apreciar los frentes que hoy tiene abiertos la profesión periodística para que no baje su nivel ético. Su lectura será especialmente interesante para periodistas, directivos de empresas informativas y docentes de las Facultades de Comunicación.

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