Haruki Murrakami, La ciudad y sus muros inciertos

La ciudad y sus muros inciertos

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALMachi to Sono Futashikana Kabe

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2024)

Nº PÁGINAS560 págs.

PRECIO PAPEL22,90 €

PRECIO DIGITAL11,99 €

GÉNERO

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Asiduo lector de Haruki Murakami, esperaba con interés una nueva novela suya, después de un silencio de seis años. Por fin en 2023 se publicó La ciudad y sus muros inciertos, traducida ahora al castellano. Mi primera impresión: el Murakami de siempre. Juego entre el mundo de acá y el de allá (son sus palabras), siendo el de allá no se sabe bien qué, quizá el de los sueños o lo que se quiera, porque Murakami sigue retozando por la indefinición. El protagonista, durante su estancia en esa ciudad fluida, es “lector de sueños”.

Esa mezcla de lo cotidiano con lo fantástico (medio libro es la historia de un estrafalario y amable fantasma) está contada con la amenidad marca de la casa. Eso explica, al menos en parte, que Murakami sea un autor popular y que probablemente esté entre los tres o cuatro más conocidos en el mundo entero. Todo sea dicho: gracias también a un astuto merchandising, por ejemplo, de sudaderas. Él se ocupa, además, de poner detalles occidentales (jazz, los Beatles, Vivaldi, Borodín, autores célebres de Europa y América) para que el producto se mire bien en un mundo más o menos globalizado.

Hay en el libro, para el lector habitual de Murakami, no pocas referencias a otras obras, no solo por el juego de realidad/irrealidad, sino por el trazo de algunos de los personajes.

¿Defectos? En un libro de tantas páginas abundan las repeticiones, la insistencia en volver a decir lo que ya se ha dicho. Es una prosa morosa, y a veces se le va la mano a Murakami, como cuando el adolescente de 17 años ve llorar a su novia de 16 (porque detrás de todo hay una historia o varias historias de amor, esta vez sin escenas prolijas de sexo): “Me mojaste los vaqueros con tus lágrimas, que caían produciendo un húmedo repiqueteo sobre la tela”. No son ojos esos: son surtidores.

Para entrar en la ciudad amurallada hay que desprenderse de la propia sombra, que sigue viviendo por su cuenta. Hay escenas entre el protagonista sin sombra y su sombra (cuando planean huir de la ciudad de nuevo juntos) que son hilarantes y rozan el ridículo. De nuevo Murakami se ha pasado de rosca, como en algunos giros narrativos inverosímiles aun dentro de la aceptada inverosimilitud del relato.

De fondo, en cuanto a la concepción de la vida y del ser humano, solo humo, eso sí, atractivamente contado. ¿Compensa leer el libro? Aparte de los numerosos fans de Murakami, quienes gusten de la literatura fantástica encontrarán una obra interesante. Quienes busquen profundización en la condición humana y emociones reales, mejor que miren para otro sitio. Si alguien me pidiera mi opinión personal, diría que he disfrutado algo más que moderadamente, porque Murakami sabe contar historias, por muy fantásticas que sean. Y en la novela, que se desarrolla casi toda ella en dos bibliotecas, planea algo con lo que es difícil no estar de acuerdo: el amor al libro y a la escritura.

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