En su libro anterior, Diario de invierno, abordaba Paul Auster (New Jersey, 1947) diferentes recuerdos de su vida, aunque anunciaba para un posterior libro la narración de su proceso de formación como escritor. De alguna manera, Informe del interior responde a esta cuestión, aunque también vuelve otra vez sobre su vida y sobre su infancia, temas que forman la sustancia novelística de otros libros suyos, como La invención de la soledad, A salto de mata y El cuaderno rojo.
El libro está dividido en cuatro partes. En la primera, “Informe del interior”, recrea su infancia hasta los doce años, quedándose de manera deliberada en la frontera de la adolescencia. Habla de sus juegos, de los dibujos animados, de la relación con la naturaleza, del cine, de sus primeras lecturas, de la escuela, amigos, ilusiones, temores, miedos, de su entusiasta afición por el béisbol… A partir de los seis años, cuando sus padres comienzan a distanciarse, sus recuerdos de esos años están inundados de soledad y de tristeza. Es cuando se consolida su desmesurada afición por la lectura.
Otro asunto que Auster destaca es su vinculación con el judaísmo. Sus padres eran judíos norteamericanos indiferentes. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial y el holocausto judío, quisieron recuperar su sentimiento de pertenencia a una raza. A los nueve años, incorporan a su hijo a una sinagoga, a la que acude durante años a aprender hebreo y las Escrituras, aunque ser judío nunca ha tenido para Auster una vertiente religiosa.
En la segunda parte, recuerda Auster el impacto que tuvieron en su vida dos películas: la primera, El increíble hombre menguante, de Jack Arnold, que vio cuando tenía diez años, y que cambió radicalmente su concepción del mundo. La segunda, Soy un fugitivo, de Mervyn LeRoy, vista con catorce años. Las impresiones que va sacando el joven Auster son un interesante ejercicio de estilo, muy conseguido.
En la tercera parte aborda su prehistoria como escritor. De sus años universitarios no conservaba ningún texto autobiográfico. Sin embargo, cuando estaba escribiendo este libro, su primera mujer, la escritora y traductora Lydia Davis, le entregó las cartas que le había escrito durante su noviazgo. De las cartas, rescata Auster las que escribió principalmente de los 19 a los 22 años, entre 1966 y 1969, cuando es un inseguro estudiante universitario que ha descubierto de manera atormentada su vocación como escritor. La última parte del libro es un prescindible álbum fotográfico, con demasiadas instantáneas.
Informe de interior ayuda a conocer mejor a un escritor muy leído y valorado. Pero también son textos literariamente muy interesantes, sobre todo los dos primeros capítulos, verdaderos ejercicios literarios para indagar sobre su infancia y su vida.