Freud. El crepúsculo de un ídolo

Taurus.
Madrid (2011).
497 págs.
22 €.
Traducción: Horacio Pons.

TÍTULO ORIGINALLe crépuscule d’un idole. L’affabulation freudienne.

La lectura de este libro puede suscitar en quien lo lee el antiguo tema: ¿es separable la obra de su autor? Resulta que Onfray acusa a Freud –entre otras cosas: incestuoso, pro- fascista, ávido de dinero, homofóbico…– de haber querido hacer pasar por una ciencia con valor universal lo que no era más que su propia historia personal. El psicoanálisis explicaría sólo los miedos, traumas, complejos, del propio Freud. Era un filósofo, un novelista, un artista, pero no un científico. El psicoanális es su autobiografía.

Naturalmente los psicoanalistas han reaccionado corporativamente porque el ataque de Onfray (especialista en provocar) va contra el negocio, por más que, desde la extensión de los psicofármacos, el psicoanálisis ya no es lo que era. Como tenía mucho de novelesco, de fantasioso, y siempre con la pimienta del sexo, fue una moda que duró mucho pero que está ya en horas bajas.

Michel Onfray, de 52 años, conocido por un contradictorioTratado de ateología –porque si Dios no existe un ateo no tiene más sentido que querer atacar a quienes creen, pero ¿por qué?- puede presentar todos los defectos intelectuales que se quiera, pero eso no excluiría, en principio, que no hubiese acertado de pleno en este Freud. El crepúsculo de un ídolo.

A no ser que… A no ser que el libro no tenga una validez “universal” sino que sea un trasunto de la reacción de Onfray ante la persona y la obra de Freud. Es decir, acusa a Freud de lo mismo que él hace. El autor se implica tanto en la animosidad contra Freud que llega a resultar molesto. Puede ocurrir: lees una especie de estudio biográfico –que esto es este libro– y te resulta tan antipático el biografiado como el biógrafo.

Freud ha sido muy criticado, ya desde hace mucho. Está muy clara la circularidad de sus argumentos: casi cualquier problema psíquico tiene, para él, un trasfondo sexual; si se reconoce, ya está; y si no se reconoce es que ha actuado la represión. Pero nadie se merece una antología de insultos, que es el estilo de Onfray, por muchos textos que cite –el libro abunda en documentación– donde Freud se muestra más un prestidigitador mental que un hombre de ciencia.

La cabeza de Michel Onfray parece un revoltijo de contradicciones. Reconoce el confesado ateísmo de Freud pero lo considera “el menos materialista de los filósofos”. Anarquista libertario, Onfray, que juega a ser iconoclasta (y a vivir de ello) idolatra a Nietzsche, como si fuera un fetiche. Obsesionado con la religión, especialmente con la católica, llega a presentar la obra de Freud según el esquema dela Iglesia.

Un libro de casi quinientas páginas presenta una inicial apariencia de seriedad. Pero este libro no aporta casi nada. Lo que tiene de válido de crítica a las teorías freudianas era ya conocido desde hace muchos años. Nadie se merece un ataque tan personal, con un continuo juicio de intenciones. El lector, al final, se pregunta: “¿qué le ha hecho Freud o algún psicoanalista a este hombre para que se ponga así?”

Una advertencia: al ser Freud pansexualista y Onfray tan polemista, este último no duda en citar los casos más crudos de aberraciones sexuales. Recomiendo la lectura sólo a gente con juicio crítico y a especialistas.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.