De entre las más de cincuenta películas que dirigió Alfred Hitchcock, quizá sea Vértigo su obra más compleja y enigmática. Cuando se estrenó, en 1958, recibió una fría acogida por parte del público, y solamente un puñado de críticos atisbó su riqueza dramática y formal por encima de una mera trama de suspense. Tras su reestreno en 1983, se convirtió en una película de culto. No solo críticos cinematográficos y académicos del mundo audiovisual, sino también psicólogos, psiquiatras, antropólogos y teóricos de diferentes ámbitos convinieron en resaltar la profundidad de esta obra del director británico: las contradicciones de sus personajes, el carácter obsesivo de su amor, el papel del deseo y la imaginación, la dualidad de ficción y realidad…
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