Ocurre con relativa frecuencia y se ha repetido en este caso: son historiadores extranjeros, denominados hispanistas, los que han estudiado a fondo nuestra historia y periódicamente nos explican, con nuevas perspectivas, aspectos de nuestro devenir, y además, son galardonados, como ocurre con este libro, que ha obtenido el Premio Espasa de Ensayo 2017. Stanley G. Payne, nacido en Texas en 1934, catedrático emérito de la Universidad de Wisconsin-Madison, conoció a republicanos españoles en el exilio, viajó por primera vez a España en 1955, y ha dedicado gran parte de su vida a estudiar un país considerado exótico, controvertido, exaltado, artístico y fragmentado. Sin embargo, no comparte el juicio de Valle-Inclán en Luces de Bohemia: “España es una deformación grotesca de la civilización europea”.
En defensa de España reúne un conjunto de ensayos, es decir, reflexiones personales de carácter crítico, apoyadas en estudios previos propios y ajenos; el autor utiliza con frecuencia la perspectiva histórica comparada, con resultados, cuando menos, sugerentes. Payne es un especialista en historia contemporánea: ocho de los trece capítulos del libro abarcan el arco de tiempo transcurrido entre la dictadura de Primo de Rivera (1923) y la Ley de Memoria Histórica (2006). No obstante, en el primer capítulo, se plantea el origen de la leyenda negra desde el siglo XVI, la proyección del Siglo de Oro y la imagen romántica y exótica posterior, no desligada de la cultura popular.
Pero no duda el autor en remontarse a la etapa prerromana de Hispania, a la Spania visigoda, para explicar la peculiar Edad Media de unos reinos, principados y condados incipientes y relativamente inconexos, capaces de recuperar un territorio ocupado por musulmanes, aunque el mismo concepto de Reconquista sea muy posterior. Según Payne, tampoco hay que preguntarse por qué el imperio español en ultramar se vino abajo a inicios del XIX, sino más bien por qué duró tres siglos. Es evocadora la apreciación del autor sobre la formación de la nación española, que no hace coincidir con la conquista de Granada y la posterior anexión del reino de Navarra, sino con la monarquía borbónica y, especialmente, con la Guerra de la Independencia y las Cortes de Cádiz. Por otro lado, la Guerra Civil se aborda desde ángulos muy diversos: duración, armamento, apoyo extranjero, fondo ideológico, pérdidas humanas y económicas.
El título de la obra, En defensa de España, no es quizá muy apropiado, porque conlleva un tinte apologético. Las referencias a la historia de la Iglesia en España son relativamente escasas y al uso; por tanto, aportan poco al lector con cierta formación. En cuanto a la historia más reciente, Payne es políticamente incorrecto, tal y como se han encargado de subrayar algunos sectores de la prensa (no los más prestigiosos, que han preferido una información escasa y neutra); sin embargo, el autor, guste o no, muestra conocer España a fondo, ha manejado directamente fuentes y aporta una bibliografía no monocolor.