Tercera y esperada novela de Domingo Villar (Vigo 1971), después de la publicación de Ojos de agua y La playa de los ahogados. Volvemos a encontrarnos con la figura del inspector Leo Caldas y su ayudante Estévez, aragonés con muy poca capacidad para entender el modo de ser de los gallegos; junto a ellos, Clara Barcia y el padre de Leo, que en esta ocasión va a tener un papel importante. Estos personajes están profundamente estudiados, pero también los secundarios son caracteres muy claros y responden a la idiosincrasia gallega con perfección.
El ambiente de Vigo y sus calles y parques y los bares y tabernas, y especialmente la Escuela de Artes y Oficios, junto con la cadencia de la vida propia de aquellos lugares, está perfectamente reflejado por el autor, que ha nacido y vive allí. El otro núcleo geográfico es la Ría y la península del Morrazo, donde transcurre una buena parte de la novela.
Toda la acción gira alrededor de la desaparición de Mónica Andrade, profesora de cerámica, en la treintena, y con una personalidad enigmática y reservada. El padre, que es cirujano afamado y muy considerado en la ciudad, denuncia el hecho, y el comisario Soto se lo toma muy en serio, ya que se siente en deuda con el médico porque operó a su mujer, y le encarga el caso a Leo Caldas.
El inspector comienza las investigaciones poco a poco, muy prudente y frenando a Estévez, tan primario como siempre; y como en toda buena novela policiaca, se cometen errores, se manejan hipótesis equivocadas, se piensa en personas que resulta que no han hecho nada y así se va avanzando muy lentamente, aunque el lector tiene la sensación de que los detectives están haciendo lo que tienen que hacer y el escritor no está alargando innecesariamente el relato. Al final, encuentran la pista definitiva, pero no por una pura casualidad, sino porque atando cabos, cuando parece que ya no hay nada que hacer, se desvela la clave de todo.
La novela está bien escrita, cuidada, elegante, con una forma de enlazar los capítulos que es original, ya que comienzan con una palabra y sus diversos significados que sirven bien para introducir el capítulo siguiente. Su ritmo es excelente, lo mismo que las descripciones, siempre precisas cuando habla, por ejemplo, de los estados atmosféricos o de los sentimientos íntimos de los personajes; y a pesar del elevado número de páginas, en ningún momento se hace pesada.