El mundo en que vivimos

El mundo en que vivimos

TÍTULO ORIGINALThe Way We Live Now

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2019)

Nº PÁGINAS854 págs.

PRECIO PAPEL39,90 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Novela extensa, de cien capítulos, la más larga de Anthony Trollope (Londres, 1815-1882). La comenzó al regreso de un largo viaje a Australia con la intención de satirizar algunos escándalos financieros que se daban aquellos años. Por distintas razones, no fue tan bien recibida en su momento como otras del autor, pero desde hace ya varias décadas está considerada una de sus mejores obras.

El autor empezó pensando centrar el argumento en la familia Carbury. A ella pertenecen el sensato y adinerado Roger, que actúa como apoyo y consejero de su prima Lady Carbury, viuda, que tiene problemas con sus hijos: sir Felix, un joven barón derrochador e irresponsable, y Henrietta, o Hetta, una chica pretendida por Roger aunque ella le rechaza, y, más adelante, por el joven Paul Montague, un protegido de Roger. Lady Carbury, “una mujer falsa pero con muchas y buenas intenciones”, intenta ganar dinero publicando libros. Alentado por su madre, Felix pide en matrimonio a Marie, la única hija del gran especulador del momento, Augustus Melmotte, y Marie lo acepta, pero su padre se opone rotundamente; por otro lado, pierde mucho dinero en el juego y tontea con una chica campesina vecina de las tierras de Roger. Paul Montague, que es socio de una empresa de ferrocarriles norteamericana, a su vez es acosado por una mujer viuda a quien prometió casarse tiempo atrás y que ha venido a Inglaterra en su busca.

Componen la trama muchos más hilos, pero los que acaban dominándola y dándole su fuerza son los que siguen al especulador Augustus Melmotte, un hombre de oscuro pasado. Su figura se agiganta cuando el socio norteamericano de Paul Montague lo vincula como accionista principal a la empresa estadounidense de ferrocarriles. Su ascenso social hace que desde el Partido Conservador le propongan que se presente al Parlamento. En plena campaña electoral, se propagan los rumores sobre algunas irregularidades en sus negocios y su hija Marie se rebela contra él después de intentar huir con Felix Carbury.

Juegan en contra de la obra que, para los estándares actuales, es demasiado larga; que sus subtramas de tipo amoroso tienen un melodramatismo distanciado, poco apreciado por la mayoría de los lectores del género; que sus personajes más consistentes no son las mejores personas de la historia, sino los negociantes corruptos o los aristócratas de vida disoluta. Pero la novela tiene muchas virtudes: es una narración magnífica y bien ordenada; son precisas y contenidas sus descripciones de ambientes –del club de juego, de bailes y banquetes, de reuniones de negocios, etc.–; el carácter y la evolución de sus personajes, todos diferentes, están bien perfilados, y los diálogos tienen viveza e intensidad; se reflejan bien aspectos de aquella sociedad, como la preocupación de muchos por el honor de la familia y por cuestiones hereditarias.

Estamos ante una novela moralista en la que el narrador toma postura una y otra vez, manifestando compasión por unos y rechazo hacia otros. En particular, la novela pinta bien muchos modos de actuar que todos reconocemos: “Todos los hombres son honestos; pero en general son especialmente honestos con su propio bando”, dice un abogado. Habitualmente, quienes no quedan bien parados son, además de no pocos aristócratas, algunos hombres de negocios.