Se engañaría quien, a la vista del título, esperase encontrar extrañas criaturas, tesoros escondidos, aventuras nocturnas y fantasías. Sin embargo, esta obra de Frances Hodgson Burnett (1849-1924), la autora de La Princesita (de la que existe versión cinematográfica dirigida por Alfonso Cuarón), es una pequeña joya.
Mary Lennox, de 10 años, es una niña malcriada que nunca ha sido realmente querida y que tras perder a su madre en la India es enviada con su único pariente, su tío inglés. Cuando llega a Misselthwait Manor, Mary continuará con su mal humorado y exigente carácter. La sirvienta encargada de atenderla, Martha, tiene el defecto de hablar por los codos sin importarle mucho delante de quién esté, y gracias a ello empezará a despertar en Mary cierto grado de curiosidad por salir fuera de la casa e intentar descubrir el jardín secreto que pertenecía a su difunta tía. No solo descubrirá el jardín, sino también nuevos amigos: Dickon, hermano de Martha, que destila sencillez y generosidad, y Colin, su primo, de su misma edad e incluso más egoísta y malcriado que ella.
Con el simple propósito de recuperar el jardín, y conseguir que vuelva a florecer en primavera, Mary y Colin comienzan a salir de su egoísmo. Dickon, con su alegría y humildad, será el artífice de poner en marcha el secreto proyecto. Poco a poco, los cambios en ambos niños se van haciendo notar: corren, pasan todo el día fuera, se ríen, incluso físicamente se aprecia el cambio. Para Colin, que supuestamente estaba esperando morirse cualquier día, su prima y Dickon le devuelven las ganas de vivir. El poder de la amistad, el creer en uno mismo y la fuerza de la naturaleza serán los artífices de la “magia” del jardín secreto.
La novela está muy bien escrita, los argumentos están basados en la sencillez de la vida en el campo, sin extras añadidos. El mensaje implícito es que si uno quiere, siempre puede cambiar para mejor. Las descripciones del jardín son evocadoras y hacen al lector reconsiderar la belleza que se encuentra en la explosión de la naturaleza, algo que habitualmente nos pasa desapercibido.
