El imperio eres tú

Planeta.
Barcelona (2011).
560 págs.
21,50 €.

GÉNERO

El último ganador del Premio Planeta, Javier Moro, ha colaborado en distintos medios de prensa y ha participado en guiones cinematográficos. Como escritor, ha publicado novelas, como Pasión india –un éxito internacional, traducida a diecisiete idiomas–, reportajes exóticos (El sari rojo), algún título en la órbita de los libros de autoayuda (El pie de Jaipur) y, en colaboración con Dominique Lapierre, libros de investigación y denuncia, como Era media noche en Bhopal.

El imperio eres tú se basa en la biografía novelada de Pedro de Bragança y Borbón, primer emperador del Brasil en 1822 con el nombre de Pedro I. Tras el regreso de los reyes portugueses a la metrópoli lusa, consiguió hacerse con el trono de su país, tras ganar una guerra civil contra su hermano Miguel y sus partidarios absolutistas, y fue coronado en 1826 como Pedro IV de Portugal.

Se trata de un personaje impresionante por su cuna, su personalidad y las circunstancias y el tiempo que le tocó vivir. Tras la huida de la corte de Lisboa, amenazada por la invasión napoleónica, la familia real se instala en Río de Janeiro, que se convierte en capital de la colonia brasileña. Son unos años agitados, en los que hay un fuerte movimiento de las fuerzas políticas y sociales antagonistas del absolutismo monárquico y el liberalismo, los esclavistas y los abolicionistas, el portuguesismo y el afán independentista, así como las fuerzas regionalistas que buscaban la partición de Brasil. Desde el punto de vista doméstico, tampoco encuentra paz a su alrededor, con las relaciones enfrentadas entre el rey Juan II y la reina de cuna española Carlota Joaquina, episodios que hacen de la corte brasileña un escenario de constantes luchas intestinas.

Pedro es un hombre apasionado, autoritario, populista, extraordinariamente mujeriego y promiscuo. Pero también es un hombre valiente y con una acertada visión política, cualidades que le permitieron afrontar con solvencia unos difíciles momentos. En público se manifestaba familiar y con fuertes creencias y prácticas religiosas. Pero era monárquico a ultranza y liberal; culto y, también, con aficiones de palafrenero. En fin, un hombre paradójico, desmesurado y controvertido, buen gobernante, militar y creador de un gran imperio.

Por la variedad de hechos y situaciones que se describen, la novela resulta entretenida, tiene buenas descripciones ambientales y presenta de modo claro la enrevesada maraña de ambiciones, sentimientos y dudosa moralidad de una corte que encarna las aparentes paradojas de la conducta humana: actitudes abyectas al lado de virtudes heroicas y detalles de impresionante bondad. La narración se deja llevar en su planteamiento por un maniqueísmo de moda y políticamente correcto, que presenta a los absolutistas, alineados con la burguesía y el clero, como los eternos malos malísimos enfrentados a los angelicales y buenísimos liberales demócratas.

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