9788420439389

El enigma de la habitación 622

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALL’énigme de la chambre 622

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2020)

Nº PÁGINAS624 págs.

PRECIO PAPEL22,90 €

PRECIO DIGITAL10,99 €

El enigma de la habitación 622, de Joël Dicker (Ginebra, 1985) es quizás su obra más personal, ya que en ella desea rendir un homenaje a su editor, Bernard de Fallois –fallecido en 2018–, quien le ayudó a saltar a la fama con su exitoso bestseller La verdad sobre el caso Harry Quebert, al que le seguirían El libro de los Baltimore y La desaparición de Stephanie Mailer.

En su nueva novela, Dicker amalgama realidad y autoficción, y ambienta la acción en Suiza, su país natal. En el verano de 2018, un escritor llamado Joël, desanimado por la muerte de su editor y deseando olvidar una ruptura sentimental, decide irse de vacaciones al castillo de Vebier, en los Alpes suizos. Al llegar al hotel, le comunican que hay una habitación clausurada para el público, la 622, ya que en ella tuvo lugar un asesinato tiempo atrás, asunto que aún no se ha resuelto. ¿Quién yacía en esa habitación? La pregunta se mantiene a lo largo de toda la novela, pues su autor se reserva para el final el secreto no solo sobre el asesino, sino también sobre la víctima, por lo que el misterio es doble. Y, nada más empezar, logra atrapar la atención.

El escritor, ayudado por una joven aspirante a novelista, inicia una investigación muy compleja que los traslada a las ramificaciones de un banco suizo con sede en Ginebra, con unos personajes llenos de ambición, entre los que se encuentran el hijo de un banquero, un conserje y una bella mujer rusa. En torno a ellos, Dicker despliega una galería de sentimientos y conductas que navegan entre la trampa, el amor, la mentira y el afán de poder, junto a un triángulo amoroso que permanece en el tiempo. Todo apuntado, sin excesiva profundidad psicológica, pero útil para la intriga.

Dicker, ganador del Premio Goncourt, teje una trama llena de recovecos, giros narrativos y flashbacks, con ritmo ágil, a veces vertiginoso, y una ingeniosa técnica, muy característica suya, con la que mantiene en vilo al lector, pues en cada uno de esos retazos hay una pista sobre lo ocurrido, pero en la siguiente vuelta de tuerca surgen nuevos datos que parecen indicar otra solución, ya que cualquiera de los personajes que desfilan en estas páginas ha podido ser el asesino o la víctima.

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