Jesús Sánchez Adalid (1962) es uno de los mejores representantes de novela histórica de la España Medieval. Ya en 2001 sorprendió con una narración lograda, El Mozárabe, quizá su mejor novela; ahora, en El Camino Mozárabe, retoma el mismo momento histórico y los grandes personajes que aparecían en aquella y en Alcazaba, novela de 2012.
La época de las tres culturas de la que tanto se ha escrito –no siempre con objetividad– vuelve a aparecer aquí. Están los cristianos, tanto los que viven en los territorios libres del norte como los que residen en territorio musulmán en situación de minoría numérica. También la población judía, otra minoría que como los cristianos vive en sus barrios, aislados de los otros, y soportando los gustos de los musulmanes, señores absolutos en esta zona de la península.
La novela transcurre en el siglo X, en el poderoso Califato de Córdoba y en el humilde reino cristiano de Galicia, que ha tenido la suerte de vencer al temible Abderramán III en Simancas, batalla en la que el califa perdió sus más preciados trofeos, que cayeron en manos de los cristianos, sobre todo su ejemplar del Corán, que fue interpretado como un signo de haber perdido la protección de Alá.
En Galicia reina Radamiro, ensoberbecido por el éxito, y junto a él la legendaria reina viuda Goto, abadesa de Castrelo do Miño, empeñada en traer de Córdoba las reliquias de san Pelayo, el niño mártir. Goto es la auténtica protagonista de todo el relato, ya que el viaje que emprende es el eje de todo. También tiene su importancia en la novela el otro viaje que, partiendo de Córdoba, se dirigirá al norte para pactar el modo de recuperar el ejemplar del Corán de Abderramán. Otro de los focos de la novela es el exótico personaje, mozárabe, peculiar hasta en su nombre, Lindopelo, que pone la nota humorística del relato.
Un interesante ingrediente que distingue esta novela de El Mozárabe es el estudio del importantísimo monacato gallego, que el autor explica detalladamente a través de las vivencias de Goto.
Y como en toda novela histórica medieval, hay intrigas, tensiones, lucha por el poder, etc. que aportan esa trabazón colateral que ayuda a desarrollar una novela en torno al mítico “Camino Mozárabe” que une el sur con el sepulcro del apóstol Santiago. Los datos históricos están perfectamente dosificados.