Donde habite la memoria (1)

Donde habita la memoria

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNCórdoba (2025)

Nº PÁGINAS240 págs.

PRECIO PAPEL19,95 €

GÉNERO

Escritor y periodista, Antonio García Barbeito se ha especializado en escribir sobre el mundo rural. Nacido en 1950 en el pueblo sevillano de Aznalcázar, a los diecisiete años se fue a vivir a Gines, donde trabajó de molinero antes de dedicarse al sector bancario. Donde habita la memoria son un conjunto de textos breves, de apenas dos páginas, dedicados a su pueblo natal.

Todo el libro es un sentido homenaje a Aznalcázar, el pueblo de su infancia y donde después ha pasado y sigue pasando muchos momentos. Desfilan por sus páginas familiares, amigos, vecinos y personajes que forman parte de sus recuerdos, teñidos todos ellos de una poética melancolía. A todas estas personas, algunas ya desaparecidas, dedica el autor gratos recuerdos, destacando sus virtudes y los hechos más significativos vinculados a la vida del pueblo, de la que han sido por diferentes motivos protagonistas y parte de su intrahistoria. Hay en todo momento un deseo de rememorar con palabras muy trabajadas –destaco su voluntad de estilo– todo aquel mundo que, lógicamente, tenía sus especificidades y que ahora se encuentra en pleno proceso de transformación, cuando están despareciendo no solo las personas sino muchas costumbres que el autor evoca con precisión.

En las numerosas escenas impera un lenguaje ajustado, repleto de expresiones auténticas que tienen que ver con aquel mundo ya desaparecido. Lo mismo sucede con las constantes referencias a ritos, canciones, oficios y fiestas que el autor vivió en su tiempo con mucho entusiasmo y que se han ido perdiendo. Especialmente intensas son las escenas dedicadas a algunos amigos y vecinos ya desaparecidos con los que tuvo una fuerte relación de amistad, y también las relacionadas con su infancia: juegos, sensaciones, sabores, amistades, anécdotas. Como escribe García Barbeito, “es de aquella libertad infantil de donde viene esta indomable propensión a la luz y a los sentidos”.

El autor es consciente, y lo destaca en muchos momentos, que es en esos años vividos en Aznalcázar donde se forjó su carácter, su mundo interior y su pasión por la escritura. Aquel mundo tenía sus sombras –es la España de los años 50–, pero también sus luces en lo que se refiere a las relaciones personales, el contacto con la naturaleza y la búsqueda de la felicidad en medio de situaciones muy cercanas y cotidianas, con una especial importancia de la familia como el sostén de todo ese mundo rural andaluz.

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