Reúne este volumen los dos dietarios que el escritor catalán Josep Pla (1897-1981) dedicó a Madrid. El primero, Madrid, 1921: Un dietario (traducido por Alfons Sureda i Carrión), recoge las impresiones de su primera estancia; el segundo, Madrid: El advenimiento de la República (versión de Eugenio Gallego), es como una crónica personal de este acontecimiento, que el autor vivió en directo diez años más tarde.
Tras cursar los estudios de Derecho y realizar el servicio militar, el autor de El cuaderno gris vive en Barcelona y participa en la tertulia de la Peña del Ateneo. Allí le abren las puertas para que comience a colaborar en el periódico Noticias, en el que no dura mucho, y después en La Publicidad, donde se forma como periodista. Contaba veinte años cuando se trasladó a Madrid desde París, adonde había sido enviado como corresponsal por ese diario.
En el primer libro, Pla se dedica a callejear por un Madrid que se encontraba en pleno proceso de transformación, no solo urbanística. Los nuevos aires de la modernidad estaban arrinconando algunas costumbres y actitudes muy instaladas en el pueblo madrileño, como por ejemplo las tertulias, que Pla frecuenta de manera asidua y describe con acierto.
Como en otros libros suyos, no hay un propósito fijo ni una estructura cerrada, sino que sus observaciones van de acá para allá, a su antojo. Frecuenta diferentes pensiones. Conoce a funcionarios, periodistas, escritores. Compara constantemente Barcelona con Madrid. Pla rechaza las sobredosis de tipismo y de localismo madrileño que han salpicado la vida cotidiana de la capital, su lenguaje y hasta sus costumbres. Critica el exceso de funcionarios y opositores, que dan a Madrid un triste aire gris y oficial. Tampoco le atrae la influencia de lo andaluz en las diversiones populares y hasta en el lenguaje madrileño. “En conjunto –escribe Pla–, todo esto hace que a menudo tenga la sensación de que, en Madrid, estoy muy lejos de casa”.
El segundo libro comienza precisamente con la llegada de Pla a Madrid el 14 de abril de 1931. Se instala en un hotel céntrico y sale a la calle a ver qué puede pasar después de las elecciones municipales celebradas el domingo anterior. A lo largo del día, el ambiente en la ciudad empieza a transformarse, y por la tarde abdica el rey Alfonso XIII y se proclama la República. Pla es testigo de estos sucesos e irá viendo cómo en los días siguientes se suceden algunos altercados, entre ellos la quema de conventos, y cómo la II República comienza su andadura.
Pla permanece en Madrid unos meses. Describe la actividad parlamentaria, con el inicio de las Cortes Constituyentes; describe a los protagonistas de la vida política: Niceto Alcalá Zamora, Manuel Azaña, Miguel Maura, Alejandro Lerroux, Indalecio Prieto… Nos cuenta sus conversaciones con literatos e intelectuales de primer nivel, como Ortega y Gasset, Unamuno, Eugenio D’Ors. Capta el ambiente político y social de la vida madrileña, frecuenta los cafés y las tertulias de moda, que viven su momento de esplendor. Describe las actividades del Ateneo y los retos a los que se enfrenta la II República.
El género elegido, el dietario, permite a Pla emplear una prosa personal, deslavazada, cambiante, atenta a los detalles concretos de la realidad. Un estilo que encaja perfectamente con su carácter: “Soy un individualista irreductible y un solitario total”.
En ambos dietarios encontramos las principales notas de su estilo, lleno de agudeza y amenidad, y siempre con su proverbial ironía. Pla es único en su manera de escoger adjetivos, como en este comentario a propósito de la periferia de Madrid: “Todos los suburbios que conozco producen la misma impresión de inexplicable, honda, integral, cósmica tristeza”.